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Terapia con plasma: la gran aportación contra la pandemia de los pacientes que ya han superado el COVID (30/11/2020).

El tratamiento del COVID-19 con plasma hiperinmune sigue siendo algo experimental, pero lo cierto es que se basa en un concepto muy sencillo: trasfundir a un paciente positivo en coronavirus SARS-CoV-2 los anticuerpos generados por alguien que ya haya superado la enfermedad. Es decir: un trasvase de defensas.

La idea, de todas formas, es tan antigua que, de hecho, ya se utilizó como terapia durante la epidemia de gripe española de 1918 y se ha seguido empleando para combatir el SARS, el MERS o el ébola. "Nosotros acabamos de presentar una comunicación en un congreso que justamente se llama Nuevos retos con viejos recursos", explica Ana Arruga, hematóloga del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid.

Arruga explica que el origen de las transfusiones de sangre se remonta a la Edad Media, cuando se intentó tratar a enfermos psiquiátricos con la sangre de "animales dóciles", como las ovejas. Desde entonces, obviamente, la hematología ha evolucionado mucho y actualmente hay máquinas de aféresis que, en cuestión de minutos, permiten extraer sangre, filtrar ciertos elementos y reintroducir el resto en el cuerpo del donante. La única molestia, además, es un pinchacito.

Para explicar qué es la sangre resulta muy útil pensar en una pecera: los peces serían las células (glóbulos rojos y glóbulos blancos, por ejemplo), mientras que el agua sería el plasma, con multitud de moléculas disueltas: albúmina, iones, grasas, vitaminas... y también anticuerpos, que más que las tropas encargadas de batallar contra el virus, podríamos decir que son su munición.

La donación de plasma es similar a la donación de sangre, pero no igual. "De una unidad de sangre se extraen hematíes, plasma y plaquetas, pero solo se puede donar cada dos meses", explica la hematóloga del Centro de Transfusión. Con la donación de plasma, en cambio, se obtiene mucha más cantidad (entre 300 y 900 mililitros, dependiendo de las características del donante), y además "se puede repetir cada 48 horas hasta un máximo de 20 al año".

¿Quién dona plasma?

Para donar plasma hay que cumplir requisitos similares a los de la donación de sangre, pero Ana Arruga destaca que no puede hacerlo ninguna mujer que haya estado embarazada ni tampoco nadie que haya recibido una transfusión de sangre.

Condiciones que cumplía Jordi Cervera, por ejemplo, un expaciente COVID que hace hincapié en lo acompañado que se sintió por la radio durante los 10 días que estuvo ingresado en el Hospital de Reus (Tarragona). "Llevo la Cadena SER en la sangre", bromea. "Si me la analizasen, se encontrarían con Carles Francino, Andreu Buenafuente o Xavi Saisó".

Sobran los motivos

Cervera, de 60 años, asegura que "estaba acojonado" y que lo pasó "muy mal". Su suegra había fallecido a causa del COVID semanas antes, así que fue una etapa "emocionalmente muy dura". Por eso cuando, después de superar la enfermedad, le llamaron del hospital para preguntarle si quería donar plasma, no lo dudó. "Ya he donado tres veces y la semana que viene volveré a donar", explica.

Pero antes de ser donante de plasma Cervera ya había protagonizado algunos artículos de prensa por sus hazañas como nadador de aguas bravas: atravesó el Canal de la Mancha, fue nadando de Mallorca a Tarragona y —con casi 89 kilómetros— ostenta el récord de 24 horas en piscina de 25 metros. Una pasión que, curiosamente, comparte con otro donante de plasma: el madrileño Pablo Fernández.

"Yo me contagié en marzo y lo pasé mal: cansancio, fiebre, problemas respiratorios... Pero los hospitales estaban tan colapsados que me mandaron a casa", explica Fernández. "En abril, con la PCR ya negativa, una amiga me habló de un estudio que estaban haciendo con plasma y, como en casa somos donantes de sangre habituales, llamé Centro de Transfusión. Según me dijeron, la mortalidad en pacientes ingresados en UCI podía reducirse hasta en un 50%. Yo tengo una abuela de 90 años y, si llega a ingresar, me encantaría que hubiese una bolsa para ella".

Fernández es un hombre de negocios —cofundó Clicars en 2016—, pero su hobby preferido es nadar en aguas abiertas y pensó que podía aprovecharlo en la lucha contra el COVID apoyando la campaña de Cruz Roja apadrinada por Pau Gasol y Rafa Nadal: "Tengo la suerte de contar con mi propia piscina en la sede de la empresa así que propuse un reto solidario: nadar durante 25 horas seguidas".

Con su hazaña logró recaudar 15.000 euros para la investigación del coronavirus, batis un Récord Guinness y, de propina, demostrarse a sí mismo que la enfermedad no le había dejado secuelas respiratorias ni de corazón. Pero para ser donante de no hace falta llevar bañador ni tampoco tener superpoderes. Basta con cumplir los requisitos del Centro de Transfusiones y ser casi tan altruista como María Teresa, por ejemplo, que ya ha donado su plasma nueve veces.

"No sé cuándo pasé el COVID. Tuve dos catarros en febrero y marzo, pero no llegué a perder el olfato. Supongo que fui asintomática", explica. "Y como soy donante habitual de plaquetas, en junio me llamaron y me dijeron que me habían detectado anticuerpos, por lo que podía donar plasma. ¡Por supuesto!".

María Teresa, que tiene 60 años (los donantes deben tener entre 18 y 65), asegura que dona porque es una forma de ayudar a los demás, porque no se marea con los análisis de sangre —"pinchan muy bien"— y porque no le supone "ningún esfuerzo físico". Más allá de un sándwich de un botellín de agua, de hecho, no hay contrapartidas económicas. Ni siquiera para el desplazamiento.

"Primero te hacen una pequeña entrevista, luego comprueban tu tensión arterial, te sientan en unos sillones muy cómodos, te pinchan... y tienes que estar ahí entre 40 y 60 minutos apretando una pelotita", explica. "¡Animo a todo el mundo a donar!".

"Es un buen tratamiento"

Aunque ya ha cumplido 69, Josep (nombre falso) sigue trabajando como médico en un gran hospital. A principios de octubre se contagió de COVID —no sabe cómo— y, aunque no manifestó síntomas graves, estuvo 36 horas ingresado. "Me dijeron que iban a ponerme un tratamiento con plasma y al cabo de 15 o 16 horas me fui de alta casi sin síntomas", explica. "Claro, no sabemos qué habría pasado sin el plasma".

"Cuando supe que tenía coronavirus, teniendo en cuenta que soy población de riesgo por la edad, no sabía qué iba a pasar. Encima, siendo médico, te planteas muchas cosas. Así que cuando me propusieron el plasma pensé: '¡Fantástico!'. En teoría es un buen tratamiento", explica por teléfono. "Y que provenga de la generosidad de alguien me hace sentir muy bien. Los médicos ya estamos acostumbrados a eso, pero siempre es de agradecer".

De la primera a la tercera ola

Como hay varios estudios clínicos en marcha, el Banc de Sang i Teixits de Cataluña ya ha procesado 2.000 donaciones de plasma. Y el Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid, alrededor de 1.000. 

"Ya hemos trasfundido a trasfundido a 442 pacientes. Pero muchos necesitan más de una bolsa", explica Ana Arruga. "En abril, bolsa que producíamos, bolsa que se iba a un hospital. Luego empezaron a publicar estudios favorables, que demostraban la seguridad y la eficacia del tratamiento, y pudimos acumular 500 bolsas de stock. Pero durante la segunda ola hemos llegado a estar muy justos, así que ahora hay que prepararse para la tercera. Y si no se usan, valdrán para la investigación. A donde seguro que no irán es a la basura".

Para donar plasma en la Comunidad de Madrid hay que mandar un correo electrónico a la dirección Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. y para hacerlo en Cataluña hay que rellenar este formulario. Pero en otras CCAA también se están recogiendo donaciones de plasma a través de sus respectivos bancos de sangre.

Enlace relacionado CadenaSer.com (28/11/2020).

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