La increíble contabilidad de Sanidad y Madrid: 25.728 hospitalizados de repente (18/02/2021).

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La tarde del 12 de febrero, como cada 24 horas de lunes a viernes, el Ministerio de Sanidad hizo pública la actualización de los datos del coronavirus en España. El foco estaba puesto en la Incidencia Acumulada (AI) de contagios por 100.000 habitantes. Ese número, que debe reflejar el estado de la pandemia en un territorio, seguía trayendo buenas noticias: si a principios de mes se situaba en los 865,67 casos, aquel día había bajado hasta los 496,01. Pero entre aquellas tablas que mostraban una tercera ola en remisión –el tiempo es fundamental en el descenso de las curvas, es presión hospitalaria y son muertos– había una cifra que tres días después iba a cambiar de forma extraordinaria: la del total de los hospitalizados en la Comunidad de Madrid. 

Como se observa en la tabla, la suma de hospitalizaciones en Madrid a fecha de 12 de febrero era de 59.463 personas. De esas, 4.139 habían estado ingresadas en las UCIs. Los datos, según explica Sanidad al pie del gráfico, provienen de la “notificación de las comunidades autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica”.

El lunes 15 de febrero, el total de hospitalizados en España durante toda la pandemia daba un salto enorme: de los 275.228 del viernes, a 302.956. Es decir, 27.728 personas más. El grueso de ese incremento se concentraba en la Comunidad de Madrid, que sumaba en los tres días que separaban los dos informes 25.728 hospitalizados, hasta un total de 85.191.

Si se comparan estos datos de ingresos totales de Madrid con los de las dos regiones más pobladas de España, la conclusión es que la presión hospitalaria en la Comunidad ha sido y sigue siendo tremenda. Y la más alta de España con mucha distancia. En Andalucía, con casi 8,5 millones de habitantes, los hospitalizados durante la pandemia suman 34.092, mientras que en Catalunya, con 7,78 millones, ascienden a 37.572. La Comunidad del supuesto milagro de Ayuso, con una población de 6,77 millones, multiplica por casi 2,5 y por casi 2,3 los ingresos en las dos regiones más habitadas del país. 

El número de hospitalizados en las Unidades de Cuidados Intensivos de la Comunidad de Madrid también registraba un notable aumento del viernes 12 al lunes 15, y pasaba de un acumulado de 4.139 ingresos a un total de 6.134, 1.995 enfermos críticos más. 

En las últimas semanas, el incremento de los hospitalizados en Madrid había sido constante, según se refleja en los distintos informes de Sanidad. A mitad de diciembre, 53.420 personas estaban ingresadas por covid y de estas 3.798 ocupaban las UCIs. El último día del 2020, las cifras subían hasta los 54.502 y los 3.867 respectivamente. El 15 de enero, había 55.429 ingresados y 3.938 críticos. Quince días después, los ingresos totales llegaban a 57.614 y las UCIs a 4.041.

Las cifras de Sanidad y de la Comunidad no coinciden

El estupor ante estos números y ante la ocultación o el falseamiento o la incompetencia o descoordinación de ambas instituciones es aún mayor cuando se analizan los datos que la Comunidad de Madrid hace públicos cada día, y que en nada se parecen a los que Sanidad ofrece con las Comunidades Autónomas como fuente. 

Según el informe del Gobierno de Ayuso, el 12 de febrero el acumulado era de 94.011 personas hospitalizadas. Las fuentes, según consta en el documento, son la Dirección General de Salud Pública, el Servicio Madrileño de Salud y los hospitales privados. Tres días más tarde, mientras el informe de Sanidad reflejaba un aumento de más de 25.000 pacientes ingresados, la Comunidad sumaba algo más de 700 en su contabilidad pública. 

Balones fuera

Lo más sorprendente, si cabe, de este salto gigante en el número de hospitalizados en la Comunidad de Madrid, es que tanto sus responsables como los del Ministerio de Sanidad consultados por CTXT se pasan la pelota sin aclarar el porqué de la anomalía. Desde la Consejería de Sanidad de Madrid remiten a su informe diario que, como se detalla en el epígrafe anterior, no coincide con el del Ministerio. Al preguntar si no les parece raro ese incremento de 25.000 hospitalizados, aseguran que “los datos que publicamos son los que trasladamos al Ministerio de Sanidad”. No responden a las preguntas de a qué creen que se debe esa diferencia en la contabilidad ni de dónde salen tantos nuevos ingresos.

Sanidad, por su parte, contesta de forma escueta a un largo correo electrónico en el que se piden respuestas a estas diferencias: “Los datos que recoge el CCAES en su informe diario provienen de los datos proporcionados por las Comunidades Autónomas. Son ellas las que deben aclarar las dudas sobre dichos datos”.

Las disparidades entre los datos de la Comunidad de Madrid y Sanidad han sido frecuentes durante la pandemia, especialmente en lo que se refiere a los contagios. Esto se debe, en parte, a que Madrid contabiliza los casos por fecha de la muestra, mientras Sanidad los apunta por la fecha en que son notificados. De esta forma, los datos de Madrid se adjudican a posteriori a las fechas en que se tomó la muestra. Esta disparidad de criterio altera también el dato de la incidencia acumulada.

Este método ha levantado suspicacias. En julio publicábamos en CTXT que de los 1.433 positivos por PCR notificados por la Comunidad en los primeros nueve días del mes, solo 360 se adjudicaban al mismo. El resto se distribuía en meses anteriores, llegando algunos a engrosar las cifras de marzo. La Consejería de Salud alegaba que los laboratorios pequeños tardaban en dar los resultados de las pruebas.

A mediados de diciembre, Sanidad ofrecía cifras de contagios mucho más elevadas que las publicadas por la Comunidad, según recogía El Español. El Ministerio estaba publicando cifras hasta un 61% más elevadas que las de la Comunidad para los primeros 15 días del mes. 

A principios de noviembre, la Comunidad de Madrid se convirtió, o así se contaba, en un ejemplo de control de la pandemia. Pese a una estrategia de diagnóstico cuando menos discutible –test rápidos en vez de PCR–, con un número de ingresos en UCIs que se mantuvo casi estable durante semanas y con el número de muertos en ascenso desde septiembre, la región se presentaba como lugar libre y seguro para la economía y la vida. “No seremos nosotros los que vamos a impedir que los ciudadanos entren o salgan de la Comunidad de Madrid bien para ver a sus familiares, para trabajar, para hacer cuestiones con el médico, etc”, manifestó la presidenta Ayuso dos semanas antes de Navidad. 

En la última quincena de enero, a la vuelta de los días festivos, todas las comunidades se apresuraron a endurecer las restricciones para intentar controlar el incremento de los contagios y la tercera ola de la covid-19. Así, por ejemplo, el 15 de enero, Castilla-León, cogobernada por PP y C’s, aprobaba un toque de queda a las ocho de la tarde –dos horas  antes de lo marcado en el decreto de estado de alarma y que acaba de ser rechazado por el Tribunal Supremo– y el cierre perimetral de todas las provincias. Andalucía, con un ejecutivo también de populares y ciudadanos y el apoyo de la ultraderecha, anunciaba el cierre perimetral de sus ocho provincias y de todos aquellos municipios con una incidencia superior a 500, y la bajada de la persiana en hostelería y comercios a partir de las 18:00 horas –además, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, solicitaba al Gobierno central la autorización para adelantar el toque de queda a las ocho de la tarde y un confinamiento total para los municipios con una IA superior a 1.000 casos acumulados en dos semanas–. Y Galicia, presidida por el popular Alberto Núñez Feijóo, comunicaba el adelanto del toque de queda a las diez de la noche, el mantenimiento del cierre perimetral de todos sus municipios y el cierre de la hostelería a las seis de la tarde y la limitación de las reuniones, públicas y privadas, a cuatro personas. 

En líneas generales, todas las Comunidades Autónomas han optado por la versión más dura del toque de queda y de las restricciones en hostelería mientras la Comunidad de Madrid mantenía su estrategia milagrosa basada en la defensa a ultranza de la libertad (comercial), con unas medidas muy laxas en comparación con el resto de territorios. Así, en Madrid el toque de queda se adelantaba a las once de la noche (hasta ese momento estaba fijado en las 00:00 horas), la hostelería y locales de ocio podían estar abiertos hasta las diez y se recomendaba que en los domicilios solo hubiese convivientes. 

Diez días después --cuando Galicia, por ejemplo, decretaba la clausura total de la hostelería--, el Gobierno de Ayuso decidió endurecer algo más las medidas y adelantar el toque de queda a las 22:00 horas, cerrar hostelería a las 21:00 y prohibir las reuniones en domicilios y espacios privados con personas no convivientes.

En la rueda de prensa del pasado 12 de febrero, en la que se anunció que se mantendrían una semana más las restricciones horarias vigentes,  el consejero de Sanidad madrileño, Antonio Zapatero, señaló también que se barajaba la posibilidad de retrasar una hora el inicio del toque de queda y el cierre de establecimientos, a partir del 18 de febrero. Eso, si la situación epidemiológica lo permitía. Una condición no indispensable, al parecer, para la presidenta Isabel Díaz Ayuso que, minutos antes de la comparencia de su consejero, publicaba un tuit en el que anunciaba estas mismas medidas sin incluir condicionantes.

En lo que va de 2021, 2.346 personas han muerto en la Comunidad de Madrid con sospecha o con confirmación de covid-19, según los datos oficiales que salen de los certificados de defunción. Entre el 1 de septiembre y el 31 de diciembre de 2020, fallecieron 4.099. En total, la segunda y la tercera ola de la pandemia han dejado 6.445 muertos en la comunidad milagro. 

Enlace relacionado Ctxt.es (17/02/2021).