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Protestas en Barcelona: impunidad policial, negociaciones electorales y hartazgo (24/02/2021).

Una joven ha perdido un ojo, 129 personas han sido detenidas (una de cada tres son menores de edad) y más de una decena de periodistas heridas es el balance de unas movilizaciones en las que el presidente en funciones de la Generalitat guiñó ayer el ojo a los Mossos d'Esquadra.

Una joven de 19 años solo puede ver con un ojo desde la semana pasada. Una bala de foam que salió de la escopeta de un Mosso d’Esquadra la dejó tuerta el martes 16 de febrero. La fotoperiodista Sònia Calvó, que ha cubierto las protestas contra el encarcelamiento del músico Pablo Hasel para eldiario.es, explica que los mossos “disparaban desde dentro de las furgonetas, a través de los ventanucos, tanto con el vehículo parado como en movimiento. Cuando estoy en una carga, puedo situarme y elegir si me meto más o menos para seguir teniendo controlada la situación, pero si disparan desde vehículos en movimiento no puedo prever donde va a impactar el foam, todo es cuestión de suerte”, resume sobre las dos primeras noches en las que apenas hubo cargas con porras y sí muchas escopetas vaciadas, un arma de precisión que no es útil para dispersar multitudes, sino para apuntar y acertar el tiro. En 48 horas dispararon 420 proyectiles. 

Uno de ellos impactó detrás de la oreja de la redactora de Europa Press que llamó a emergencias para pedir una ambulancia para la joven que perdió el ojo. Estaba mirando el número del portal de Vía Augusta en el que se encontraban mientras hablaba por teléfono con el 112. Emergencias le había pedido la ubicación exacta de la mujer herida.

La pérdida de un ojo a causa de una bala de foam puso encima de la mesa un debate que ya es un déjà vu en Catalunya. En las protestas contra la sentencia del Procés, que se alargaron casi tres semanas en octubre de 2019 y fueron reprimidas con un exceso de contundencia que ha vuelto a aparecer en las movilizaciones contra el encarcelamiento de Hasel, el foam y las pelotas de goma utilizadas por la Policía Nacional vaciaron entonces la cavidad ocular de cuatro personas. Otra joven fue operada de urgencia por un traumatismo craneal severo.

“Si no se pone coto a la impunidad, es imposible cambiar el modelo y el uso de la fuerza contraria a la legalidad”, resume Andrés García, abogado de la asociación Irídia, el Centre per la Defensa dels Drets Humans

Los fotógrafos Joan Gálvez y Joan Mateu estaban lidiando el pasado sábado con un manifestante en la calle Gran de Gràcia que les recriminó retratarle. El casco blanco de Mateu se hunde en el revoltijo humano cámara arriba, brazo en alto, cuando los Mossos decidieron encapsular a los manifestantes, cargar por los dos extremos y expulsarles por un callejón perpendicular. Mateu recibió golpes de porra, uno de los dos cuerpos de cámara que usa, también. Gálvez recibió cuatro porrazos en las piernas, un quinto en las costillas. Cayó al suelo, cinco o seis personas tropezaron sobre él y le ayudaron a levantarse antes de ir hacia el callejón. Gritar “prensa” y llevar el brazalete distintivo no les sirvió de nada. 

Desde Media.cat, el Obervatori Crític de Mitjans, alertan que al menos una decena de periodistas han sido heridos en las protestas de Barcelona, València y Girona. “Hay un problema, es evidente”, resume su coordinadora, Elisenda Rovira. Desde 2015 registran las posibles vulneraciones al derecho de información y a la libertad de expresión.

Los disparos indiscriminados de balas de foam para dispersar a manifestantes llevaron a la CUP la semana pasada a solicitar la reformulación del modelo de seguridad de Catalunya, una petición a la que se sumó En Comú Podem, le siguió Junts per Catalunya (partido responsable del Departament de Interior) e incluso pareció acercarse ERC. 

El encapsulamiento a Gran de Gràcia forzó ayer, lunes 22 de febrero, las declaraciones del director de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, que achacó a “errores de comunicación” la estrategia policial por la cual los antidisturbios fueron subiendo a un grupo de manifestantes por una calle estrecha mientras en el otro extremo les esperaba otro grupo de antidisturbios. Cargaron durante un minuto y medio en ambas partes. 

El presidente en funciones de la Generalitat, Pere Aragonés (ERC), por fin compareció en la tarde de ayer para valorar las intervenciones policiales de la BRIMO, los antidisturbios de los Mossos. No hubo una sola crítica a un cuerpo policial opaco sobre el cual los vídeos y los resultados de sus actuaciones demuestran, a lo largo de seis noches, que los excesos no son imaginaciones, sino fotogramas. Los Mossos —hace tres años y medio héroes nacionales en el primero de octubre— contarán con “el apoyo del Govern de la Generalitat” en su condición de trabajadores públicos. Con sus declaraciones, el presidente en funciones pretende amainar los caldeados ánimos de un cuerpo policial que, a través de sus nueve sindicatos, mostraron su malestar ante un futuro Gobierno que parecía iba a depurarles, tal y como sugirió incluso el conseller de Interior, Miquel Sàmper.

“El elemento más destacable de estas protestas es la extrema juventud de los participantes y que parecen muy espontáneas, sin una cabecera ni un objetivo claro”, indica Víctor Serri, fotógrafo de La Directa

Esquerra ha sido la formación independentista más votada el pasado 14 de febrero, por lo que posiblemente espera dirigir el departamento en la próxima legislatura, una cartera reservada solo para ganadores. 

“Si no se pone coto a la impunidad, es imposible cambiar el modelo y el uso de la fuerza contraria a la legalidad, para ello son necesarios mecanismos de control, evaluación, investigación y sanción en los Mossos d’Esquadra”, resume Andrés García, abogado de la asociación Irídia, el Centre per la Defensa dels Drets Humans, que confía en que se produzca el debate en el próximo Parlament catalán. 

También ayer arrancaba en la Audiencia de Barcelona el juicio contra el cupaire Marcel Vivet. La Generalitat se ha personado como acusación y solicita cuatro años, nueves meses y un día de prisión por los delitos de desórdenes públicos, atentado a la autoridad y lesiones a un agente de los Mossos durante una manifestación contra una marcha del sindicato policial Jusapol. Otro escollo más en las negociaciones para la formación de Govern; la CUP reclama que la Generalitat deje de personarse como acusación. 

Mientras los nuevos parlamentarios discuten u olvidan debatir sobre el uso de las balas de foam (solo la CUP, En Comú Podem y un parlamentario de ERC votó en contra de su uso en 2019), el chat compartido entre fotoperiodistas y sanitarios voluntarios del grupo Sanitaris per la República ha vuelto a activarse. Por protocolo, los servicios de emergencias médicas no pueden trabajar en primera línea. Los fotoperiodistas mandan al chat la ubicación de los heridos que ven y el tipo de lesión que presentan. Los enlaces de Sanitaris mandan a un grupo con al menos un médico, una enfermera y un auxiliar para que realicen la primera atención y el traslado si es necesario. 

“La bala rebotó contra el objetivo, que salió volando; la mano aún me duele”, explica el fotoperiodista Jordi Borràs, quien añade que “los fotoperiodistas molestamos, siempre estamos en medio, sacando lo que no quieren que saquemos”

De nuevo, sanitarios voluntarios

El grupo se formó con las protestas de la sentencia del Procés y desde entonces había estado inactivo. Maria Jesús Flores, una de las enfermeras que cuando los golpes silban sale a la calle a prestar servicio de forma voluntaria, indica que “las intervenciones son brutales”. “Estamos viendo muchas heridas por encima de la cintura, no entendemos porqué. Puede que empiecen a golpear demasiado pronto”, lanza como hipótesis. 

“Fueron a saco”, concluye el fotoperiodista Jordi Borràs. Recibió una bala de foam en la mano con la que sostenía la cámara mientras sacaba una foto. “La bala rebotó contra el objetivo, que salió volando; la mano aún me duele”, explica. “Los fotoperiodistas les molestamos, siempre estamos en medio, sacando lo que no quieren que saquemos”, añade. 

Cambian los manifestantes, pero los fotoperiodistas siguen ahí. “Esta vez las protestas no son solo por Hasel —prosigue Borràs—, hay un trasfondo, un poso acumulado desde hace tiempo, especialmente en el último año de pandemia, con gente relevantemente joven que lleva encerrada en casa un año y sin perspectivas de futuro, creo que esa es la chispa que lo ha encendido todo”, considera. 

Los manifestantes encuentran las convocatorias en el grupo de telegram ACABem la partida. Son a las 19h, el punto de partida cambia pero el inicio es una jam session donde un par de chicos se arrancan a rapear. Después, sobre las 19.45 o las 20h, el ambiente se caldea “muy pronto”, destaca la fotoperiodista Mireia Comas de unas manifestaciones en las que “parece que el que va delante va tirando y el resto, le sigue”. “El elemento más destacable de estas protestas es la extrema juventud de los participantes y que parecen muy espontáneas, sin una cabecera ni un objetivo claro”, añade Víctor Serri, fotógrafo de La Directa. 

Una pancarta atropellada

El documentalista Fèlix Colomer explicó en su cuenta de Twitter que, efectivamente, el domingo acudió a la protesta con una pancarta que hizo para las protestas de 2019 con el lema inspirado en las protestas de Hong Kong Nos estáis enseñando que ser pacíficos es inútil. La pancarta quedó destrozada, las furgonetas de antidisturbios la atropellaron. “El mensaje poniéndonos delante suyo pretendía demostrar que de la manera más pacífica del mundo, también molestas, también te ostian y también te insultan, por eso es efectivo el lema”, explica. 

Da igual todo, no tienes futuro, parece un malestar compartido entre los manifestantes que teóricamente protestan contra el encarcelamiento de un rapero condenado por llamar ladrón a un rey sobre el que todo apunta a que ha practicado el cohecho en más de una ocasión, y al que se han unido jóvenes que no han dudado en saquear tiendas de marcas prósperas. Los jóvenes migrados no solo no tienen futuro, tampoco presente. “Si hay alguien a quienes se les ha fallado ha sido a ellos”, resume el antropólogo Jose Mansilla sobre el racismo institucional que sufren. “Una manifestación es un coro que forma una sola voz y tiene diferentes tonos, cada uno en su línea, y estos chicos nos están hablando”, valora desde las ciencias sociales.  

Hasta la tarde de ayer, en seis días consecutivos de protestas, 129 personas han sido detenidas en Catalunya por los Mossos d’Esquadra en el marco de las movilizaciones contra el encarcelamiento del músico Pablo Hasel por las letras de sus canciones y tuits. Dos han sido ingresados en prisión provisional. De los 75 arrestados en Barcelona, 24 son menores de dad. Casi uno de cada tres. 

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