Ejecuciones, torturas, migrantes abandonados en el desierto… cómo consigue la UE que otros países hagan el trabajo sucio (10/05/2021).

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La Unión Europea, institución fundada supuestamente alrededor de unas ideas de democracia, respeto de las libertades y del Estado de derecho, lleva décadas utilizando a terceros países para que realicen el trabajo sucio de control de fronteras, sin ningún tipo de miramiento sobre los métodos elegidos. 

La estrategia de externalizar la detención de migrantes para impedir “a cualquier costo” que lleguen a las fronteras de la UE ya ha sido denunciada por innumerables organizaciones de derechos humanos. Ahora, un nuevo informe del Transnational Institute (TNI) ahonda en las técnicas utilizadas y las consecuencias de esta política de “externalizar la opresión” y mirar hacia otro lado.

Las imágenes y los vídeos tomados en los centros de detención financiados por la UE en Europa Oriental, los Balcanes, Asia Occidental y África y otras regiones “muestran condiciones similares a las de los campos de concentración”, señala el informe. La incomunicación, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, las violaciones, los sobornos y el “destierro al desierto” son algunas de las consecuencias de la política europea de fronteras.

“La UE ha hecho de la detención de migrantes un requisito previo para los países candidatos a la adhesión y ha puesto a disposición financiamiento específico y otras formas de ayuda explícitamente con el fin de frenar el flujo de migrantes en la UE”

Entre las principales estrategias de la UE para conseguir sus objetivos, señala el TNI, figuran el chantaje, la coerción y la persuasión. En el caso de los países de Europa Oriental y los Balcanes, los candidatos a adherirse a la UE son obligados a detener migrantes e impedirles que crucen la frontera. En los acuerdos pre adhesión, apunta el informe, la UE aporta la financiación necesaria para que el trabajo se haga. Tanto el caso de Turquía, país clave en la contención de las personas refugiadas de Asia Occidental, como en Albania, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Kosovo, Macedonia del Norte o Montenegro, “la UE ha hecho de la detención de migrantes un requisito previo para los países candidatos a la adhesión y ha puesto a disposición financiamiento específico y otras formas de ayuda explícitamente con el fin de frenar el flujo de migrantes en la UE”. En contraposición, “no se hallaron pruebas” de que la UE se preocupe por las violaciones de los derechos humanos a los migrantes ni que estas afecten en sus trámites de incorporación a la Unión.

“Europa ha otorgado millones de euros a terceros países para que construyan centros de detención, capaciten a guardias de cárceles y para que directa o indirectamente detengan a personas en movimiento. A pesar de que no existe una política global de externalización, en los últimos 30 años Europa ha ejercido una presión considerable en terceros países para que detengan cada vez a más migrantes”, señala el informe. 

El poder del dinero

El chantaje también se da en las relaciones con los países africanos, en donde la UE despliega un “enfoque de incentivos y amenazas”, una prolongación de una “dinámica colonialista” en la que se condicionan fondos de ayuda al desarrollo con la aprobación de leyes o de políticas de detención de migrantes que se dirigen a Europa, como ocurrió en el caso de Níger.

La financiación directa es otra de las vías por las que la UE consigue externalizar la detención de migrantes fuera de sus fronteras. No solo los países candidatos a sumarse a la UE reciben financiación directa para la construcción de centros de detención y otras actividades relacionadas con el control de fronteras. Según esta investigación, hasta 22 países de tránsito de migrantes han recibido dinero de la UE o de sus Estados miembro para sus centros de detención, donde “se cometen violaciones sistemáticas de los derechos humanos, como la tortura, la detención arbitraria y prolongada, la violencia sexual, la falta de acceso a recursos legales, asistencia humanitaria o procedimientos de asilo, la detención de víctimas de trata y muchas otras violaciones graves, en las que Europa está involucrada”. 

En estos centros de detención, los migrantes pueden permanecer incomunicados, sin que se conozca su paradero durante largos períodos de tiempo, “lo que significa que, de hecho, su detención podría constituir una desaparición forzosa”, denuncian desde el TNI

La investigación de esta organización internacional concluye que “las personas que se dirigen a la UE desde África, Asia Occidental y Europa Oriental son detenidas sistemáticamente e internadas en centros que son financiados, construidos y abastecidos por la UE y sus Estados miembros”.

En estos centros de detención, los migrantes pueden permanecer incomunicados, sin que se conozca su paradero durante largos períodos de tiempo, “lo que significa que, de hecho, su detención podría constituir una desaparición forzosa”, denuncian. “De modo similar, es habitual que se niegue asistencia legal o humanitaria a los migrantes durante su detención, que se los someta a trato inhumano o tortura antes de ser devueltos por la fuerza a sus países de origen, donde son obligados a vivir en condiciones de esclavitud, son abandonados en el desierto o asesinados”, indica esta ONG.

En estos casos, denuncia el TNI, la UE también ejerce una “fuerte presión” para que esos países aprueben leyes más duras sobre detención de migrantes o que aumenten el cupo de detención a cambio de flexibilizar los requisitos para que sus ciudadanos obtengan la visa para migrar legalmente a Europa.

De Australia a Libia

El control de fronteras en la UE se ha inspirado en el “modelo australiano”, señala el informe, que ha sido ampliamente criticado por organizaciones de derechos humanos y la propia ONU por las condiciones de tortura en los centros de detención externalizados. Este modelo, basado en ubicar a los solicitantes de asilo en centros de detención en terceros países, explican, “no se centra en garantizar los derechos de los migrantes sino en disuadir o repeler a futuros solicitantes cueste lo que cueste”. 

El caso de Libia es “especialmente terrible” y representa el ejemplo más extremo de las consecuencias de la política europea de “externalizar la opresión”. A pesar de las “crecientes pruebas de brutalidad, condiciones de esclavitud, tortura, desapariciones forzosas y muertes”, la Unión Europea ha continuado brindando apoyo financiero y político para que este país del Magreb cumpla con las exigencias de Bruselas en materia migratoria.

La UE no solamente deporta y devuelve a migrantes a terceros países “peligrosos”, dice el informe, sino que además “financia activamente y ejerce coerción” para que sean detenidos en esos países. A menudo, denuncian, a los migrantes “no les queda otra opción que firmar acuerdos de retorno ‘voluntario’ a sus países de origen, como la única forma de salir de los centros de detención donde pueden sufrir torturas”. 

La UE no solamente deporta y devuelve a migrantes a terceros países “peligrosos”, dice el informe, sino que además “financia activamente y ejerce coerción” para que sean detenidos en esos países, denuncia el estudio del Transnational Institute ‘Externalizar la opresión’

En los últimos meses, la UE no ha hecho más que profundizar esta política de externalizar fronteras. En septiembre de 2020, la Comisión Europea lanzó su Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, un plan que confirma, según apunta el TNI, que “es improbable que la UE modifique estas políticas en los próximos años, sino que, por el contrario, está planificando redoblarlas”. Este pacto se basa en gran parte, explican, en “detener a quienes intentan ingresar a Europa en centros ubicados fuera de la jurisdicción de la UE para someterlos a un “examen obligatorio previo al ingreso”.

La trampa de los “retornos voluntarios”

El 27 de abril, la Comisión Europea presentó la Estrategia de la UE sobre retorno voluntario y la reintegración, un plan que complementa el Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, y abunda en la senda de acelerar los retornos y externalizar en terceros países las partes más duras de la política migratoria. Según la propia Comisión, el retorno voluntario se basa en un “patrocinio” del regreso, con asistencia a la persona retornada pagándole los gastos del viaje o “facilitando ayuda, en efectivo o en especie, durante un breve período tras su llegada”. 

Las buenas intenciones se quedan en el papel. Desde la organización internacional de defensa de los derechos de los migrantes indocumentados PICUM señalan que en el plan “a menudo falta el elemento de voluntariedad, ya que se alienta abiertamente a los migrantes a regresar desde el mismo momento en que llegan a la UE a través del asesoramiento de retorno proporcionado por Frontex incluso durante su asilo”. Siempre con la “amenaza constante” de proceder a un retorno inmediato y con menos garantías si no aceptan el “voluntario”. 

Según explica, el elemento “voluntario” queda en entredicho, ya que en la estrategia hay varias referencias a fomentar los retornos voluntarios a través de “procedimientos fronterizos de retorno rápidos y eficientes”, que confirman el enfoque de la UE de “palo y zanahoria”. 

La contradicción entre los principios y las palabras y los hechos son una constante en la política migratoria de la UE, resumen desde el TNI: “Si bien la UE utiliza un lenguaje de derechos humanos, responsabilidad compartida y solidaridad, estas siguen siendo simplemente palabras vacías. Las políticas de fronteras de Europa son mortales y se basan en la disuasión y contención a cualquier precio”.

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