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Estanterías vacías y falta de trabajadores: la pandemia y el Brexit agravan la crisis de abastecimiento en el Reino Unido (15/09/2021).

Desde la década ominosa de los setenta, que acabó provocando la llegada del neoliberalismo de Margaret Thatcher, no era habitual que en el Reino Unido, que disputa a Francia el puesto de segunda mayor economía europea, se enviaran este tipo de excusas por incumplimiento contractual: "Estimado cliente, el servicio de entrega a ese código postal ha sido suspendido por dos días para que nuestro almacén pueda aligerar el retraso acumulado. El aumento de demanda y la escasez de conductores han llevado a esta acumulación". No ha sido el primer correo electrónico de estas características recibido por Daniel Juliá, un español afincado en Londres desde hace décadas que tiene, junto a otro socio, un negocio de distribución de material de hostelería y otro de reparto de hielo. "Para la distribución del hielo necesitamos al menos 12 conductores. Si me falla alguno, tengo un serio problema, porque es complicadísimo encontrar ahora mismo un reemplazo", explica.

Su problema, a una escala reducida, es el mismo que afecta actualmente a todo el Reino Unido, y que ha llevado a que la cadena portuguesa de restaurantes Nando´s, especializada en distintos platos con pollo y muy popular entre los ingleses, haya tenido que cerrar algunos de sus establecimientos por no disponer de materia prima suficiente. Igual que McDonald's —donde faltan batidos y otras bebidas embotelladas— o que la cadena de pubs Weatherspoon, que se ha quedado sin algunas marcas de cerveza. O los grandes supermercados Sainsbury's, que se han esforzado estos días por sortear la escasez de sus ofertas habituales que reflejaban las estanterías vacías. O Coca-Cola, que reconocía que sus plantas embotelladoras de Inglaterra, Escocia y Gales se habían quedado sin latas de aluminio.

La nueva Ley de Inmigración, en vigor desde febrero del año pasado y restringió aún más el acceso de los ciudadanos europeos al mercado laboral británico, coincidió con el inicio de una pandemia que obligó a concentrar todos los esfuerzos de supervivencia de las empresas. Los planes para ajustar las necesidades laborales al nuevo esquema de residencia acordado entre Londres y la UE (el llamado EU Settlement Scheme), y asegurarse así la permanencia de los trabajadores que ya tenían contratados, quedaron congelados. "Desde entonces, muchos de nuestros miembros nos han descrito una tormenta perfecta que ha alterado todo su proceso de transformación", asegura la CBI, la principal patronal del Reino Unido. "Además de que la pandemia interrumpió su capacidad para prepararse y adaptarse al nuevo sistema de inmigración, empujó también a muchos trabajadores comunitarios a abandonar el país para estar más cerca de sus familias", indica.

Y muchos de los que huyeron de un Reino Unido paralizado durante meses por el virus —la Oficina Nacional de Estadística los cifró en más de un millón a lo largo de un año— lo hicieron sin regularizar previamente su situación. Conclusión: su vuelta ahora se ha convertido en un farragoso trámite por el que la empresa debe solicitar el visado, demostrar que sus necesidades se ajustan a las contempladas por la nueva Ley de Inmigración, o que la oferta de trabajo supere los 30.000 euros anuales.

Enlace relacionado ElPais.com (14/09/2021).

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