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Trabajadoras con covid persistente: sin cura pero obligadas a fichar de nuevo (09/10/2021).

Merche Sánchez es médica nefróloga en una clínica concertada con la Comunidad de Madrid. Tiene un diagnóstico firme de covid persistente con desarrollo de un síndrome de fatiga crónica severo, síndrome de disautonomía severo y trastorno neurocognitivo severo. En los informes, elaborados por el Hospital El Escorial, se expresa que no está capacitada para realizar ni las labores en el domicilio. “Pero me dieron de alta porque nadie del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) leyó esos informes”, se queja.

Tras un año de baja médica, el pasado 14 de julio Sánchez tuvo que reincorporarse a su puesto, pese a no poder trabajar más de media hora seguida sin tener que tumbarse. Se veía incapacitada para atender pacientes y, mucho menos, situaciones de urgencias. Debía trabajar con su sustituto al lado. Pero la maquinaria burocrática actuaba en su contra y, pese a que tras el alta esta doctora adjuntó informes al INSS que describían su estado incapacitante, tardaron 15 días en percatarse de que necesitaba una prórroga de seis meses.

Se entiende por covid persistente la persistencia de síntomas 12 semanas después de superada la fase aguda de la infección. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que un 10% de las personas que pasan la infección por coronavirus lo desarrollan. Las afectadas son en su mayoría mujeres (un 79%) con una media de 43 años, y se han reportado más de 200 síntomas asociados, según los datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Cuando se cumple año y medio del inicio de la pandemia, muchas están atravesando o han atravesado ya el tribunal médico del INSS que evalúa su estado para una posible reincorporación a la vida laboral. Y, como Merche, muchas son dadas de alta de manera repentina para incorporarse a su puesto laboral sin tener en cuenta su estado, tal y como denuncian colectivos de afectadas y asociaciones.

“Hay trabajadores que están ahora mismo en un callejón sin salida”, expresa Jesús García, portavoz de Salud Laboral del sindicato SATSE. “El INSS está obligando a incorporarse a muchas profesionales con covid persistente. Muchas veces no hay una prueba diagnóstica que evidencie por qué están teniendo esos síntomas. Cuando se incorporan piden una adaptación de puesto y muchas veces no es posible o si lo hacen implica sobrecarga laboral y malos climas de trabajo”, expresa García.

“Mi cerebro se desconecta cada 50 minutos. Es agotador tener que estar revisando todo constantemente. Lo que antes tenía que revisar una vez ahora lo tengo que revisar 20 veces. Y trabajo con pacientes y de mí depende su seguridad”

Una adaptación a su puesto de trabajo es lo que intentó solicitar María Eugenia Díez, enfermera en un hospital.  Por el momento ha tenido poco éxito. Se contagió durante la primera ola y ha ido alternando bajas con los brotes producidos por el síndrome de covid persistente. En mayo del año pasado se dio de alta porque, con una PCR negativa, le dijeron que ya se pasaría. Pero continúa con graves fallos neurológicos. “Mi cerebro se desconecta cada 50 minutos. Es agotador tener que estar revisando todo constantemente. Lo que antes tenía que revisar una vez ahora lo tengo que revisar 20 veces. Y trabajo con pacientes y de mí depende su seguridad”, destaca. “ Yo llevé mis informes a prevención de riesgos laborales, en mi empresa. Y sigo haciendo noches y sin ninguna adaptación. Me han recomendado que descanse cada 50 minutos y poco más”, se queja.

Tratamiento integral del problema

“El INSS actúa con una falta de sensibilidad brutal”, expresa Rosa Muelas, responsable de Salud Laboral de Sanidad CC OO Madrid, quien asegura que las altas por sorpresa son recurrentes. “Hay un peligro importante, las enfermas tienen más de 200 secuelas que vienen producidas por el covid y son multifactoriales y multiorgánicas. Se juntan problemas a nivel neurológico, cardiovascular… gente que es incapaz de trabajar porque físicamente no dan para ello. El problema es el reconocimiento de la enfermedad en sí. Debiera haber unidades que se encargaran del Long Covid y de la atención integral de estos pacientes pero, por ejemplo, en Madrid solo hay en el Hospital Gregorio Marañón. O se aborda el problema como lo que es, como una realidad, o vamos a ver hechos puntuales que se traten de manera puntual”, sentencia.

Según los datos de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT), publicados en su manual Síndrome post-covi19  y retorno al trabajo, hasta marzo de 2021 se habían producido en España un total de 1,23 millones de bajas por contagio, siendo el sector sanitario el más afectado. Las bajas por infección se resuelven frecuentemente en tres semanas (67,2%) pero un 20% persisten más allá de los 21 días y un 10% más de 12 semanas. Un 2% se prolonga hasta los seis meses y un 0,8% perduran al año de la baja.

“En Madrid hay una tendencia más generalizada a dar altas que en otras comunidades y son muy irregulares en el procedimiento. Algunas personas han recibido un mensaje de texto, otros una carta, otras han pasado por el tribunal de manera presencial, otras no. Es como una ruleta rusa”.

En cuanto a los procedimientos a seguir tras la baja de un año, Beatriz Fernández, portavoz de la plataforma de afectadas Long Covid ACTS, destaca las diferencias entre comunidades y la arbitrariedad entre tribunales. “En Madrid hay una tendencia más generalizada a dar altas que en otras comunidades como Andalucía. Y, además, no es homogénea la manera de gestionar la incorporación al trabajo y son muy irregulares en el procedimiento. Algunas personas han recibido un mensaje de texto, otros una carta, otros han pasado por el tribunal de manera presencial, otras no han tenido la oportunidad de pasar por el tribunal… Es como una ruleta rusa, no hay un criterio homogéneo y, si lo hay, desde luego nosotros no lo conocemos”, sentencia.

Hacia el alta médica parcial

Para solicitar la baja, Rosa Muelas explica que, en un primer momento hay que pasar por el médico de cabecera, que irá renovándola en función del estado del paciente. Luego, pasado el año, el INSS puede conceder dos prórrogas que son de 180 días cada una. “Una vez que eso se termina,si la inspección médica ve que no tiene sentido seguir con prórrogas hacen una propuesta de incapacidad. Dependiendo de cuales sean los problemas, será revisable o no revisable, y esto va a determinar la cuantía de la pensión. Si eres menor de 55 años puede ser muy baja”, explica Muelas.

Según explica la portavoz de CC OO, existen  tres tipos de incapacidad: la permanente parcial, que entiende que el trabajador está incapacitado para la profesión habitual en un 33%, y se cobra el 100% de la nómina durante 24 meses; una permanente total para la profesional habitual, que entiende que la disminución del rendimiento para todas las tareas de su trabajo habitual es del 100% y que otorga una pensión del 55% de la base reguladora hasta los 55 años (momento en el que pasarían al 75%); y una permanente absoluta que entiende la incapacidad para todo tipo de profesiones con la que se cobra el 100% de la base reguladora. “Lo más habitual que nos estamos encontrando es la segunda, que implica una merma de sueldo. A una persona de 40 años dejarle con esta pensión es una faena”, añade.

“Somos personas de 40 años, estamos hablando de personas que estamos en nuestro momento álgido laboral. Desahuciarte del mundo laboral no es lo deseable”

“Somos personas de 40 años, estamos hablando de personas que estamos en nuestro momento álgido laboral. Desahuciarte del mundo laboral no es lo deseable”. Beatriz Fernández, portavoz de la plataforma de afectadas Long Covid ACTS, expresa que, tras su paso por el INSS las afectadas tampoco buscan la declaración de una incapacidad permanente. “Lo que perseguimos es adaptar la figura de la baja a nuestra enfermedad. No queremos convertirnos en personas incapacitadas, lo que pedimos es una herramienta intermedia, entre la incapacidad y el alta”.

Por ello, en palabras de Fernández, lo ideal en algunos casos sería la reincorporación progresiva, recomendación que también han lanzado desde la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo. “Si fuera posible la incorporación paulatina a las tareas laborales habituales, gran parte de las dificultades de retorno de los pacientes con Síndrome de Covid Persistente quedaría resuelta”, expresa este grupo médico en su manual de recomendaciones con respecto a la covid-19. En él insisten que facilitando “el alta parcial para una integración preventiva y efectiva, reduciendo las exigencias en tiempo y carga física y mental temporalmente a la reincorporación al trabajo se procede a una incorporación saludable, efectiva y duradera”.

Declaración de enfermedad profesional

Las trabajadoras del sector sanitario y sociosanitario tienen además otro frente de pelea: el reconocimiento del contagio por covid como enfermedad profesional y, por ende, el covid persistente. Pese a que la OMS reconoce esta afección y desde diciembre de 2020 tiene un código en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), el INSS sigue sin tenerla en su listado.

En este sentido, El 2 de febrero de 2021 el Consejo de Ministros aprobó que el contagio por covid fuera considerado una enfermedad laboral entre el personal sanitario y sociosanitario. Esta medida, aprobada con carácter retroactivo para todos los contagiados desde el inicio de la pandemia, posibilitaba que la cobertura por parte de la Seguridad Social alcance toda la vida del trabajador. Sin embargo, en la práctica no se está aplicando de oficio para todos los casos y los profesionales han de recurrir a los tribunales para obtener este reconocimiento. Y es el INSS de nuevo el que actúa como muro de contención.

Los profesionales han de recurrir a los tribunales para obtener el reconocimiento de enfermedad profesional y es el INSS de nuevo el que actúa como muro de contención

Pau Estévez, abogado del col.lectiu de Ronda, afirma que tienen más de 25 juicios pendientes para conseguir el paso de contingencia por enfermedad común a enfermedad laboral y ya cuentan con una sentencia favorable en el caso de una trabajadora de una residencia. En palabras de este abogado, las diferencias en cuanto a cobertura son notables, porque, entre otras cosas, “permite que el trabajador denuncie a Inspección de Trabajo para que se investigue si la empresa cumplió con toda la preventiva de riesgos laborales. Y en caso de que se es estime que se incumplió se pueden incrementar tus prestaciones entre un 30 y un 50% más a cargo de la empresa y tendrás posibilidad de conseguir que te indemnicen con el mismo sistema”, expresa.

Estévez añade que el real decreto aprobado por el Gobierno, que de facto no está sirviendo para mejorar las condiciones del personal sanitario y sociosanitario, no ha venido a añadir nada nuevo. “No hacía falta esta regulación porque ya desde 2006 el Real Decreto 1299/ 2006 recoge que la exposición a enfermedades infecciosas son un factor de riesgo laboral entre el personal de las residencias y otros. Ya existía normativa suficiente”, señala. Con este argumento han conseguido el triunfo en el juzgado de lo Social número 3 de Barcelona.

Poco a poco van goteando sentencias a favor del reconocimiento como enfermedad profesional entre el personal sanitario e incluso el no sanitario. El pasado 28 de mayo se publicaba la primera sentencia, en Talavera de la Reina, a favor de un auxiliar administrativo que trabajaba en un mostrador del hospital y que se contagió, sufriendo secuelas respiratorias. “Y tenemos que llegar a los juzgados porque esto es lo que el INSS está negando hasta el infinito. Las sentencias son del juzgado de lo social y ellos van a seguir recurriendo hasta llegar al Supremo. Es una carrera de obstáculos y de fondo”, explica la representante de CCOO, cuyo sindicato también batalla en estos procesos. “Mientras —añade— estamos esperando que se vaya generando en otros países el reconocimiento de enfermedad profesional para que desde la UE le llegue a España esta posibilidad”.

“No me hicieron seguimiento, pedí un cambio de hospital porque cada vez me iba encontrando peor. Solo recibí seguimiento por parte de la psicóloga. El neurólogo me diagnosticó déficit de atención porque estoy sugestionada por lo que sale en la tele”

Pero las enfermas se quejan de que tienen demasiados frentes abiertos hasta que el covid persistente sea reconocido como una afección por todo el mundo. “En mi caso sí lo reconocieron como enfermedad profesional. Pero no me ha servido para nada”, se queja Merche Sánchez. Ella tuvo que luchar contra el “negacionismo” de su hospital de referencia, el madrileño 12 de Octubre. “No me hicieron seguimiento, pedí un cambio de hospital porque cada vez me iba encontrando peor y no me hacían nada. Solo recibí seguimiento por parte de la psicóloga. El neurólogo me diagnosticó déficit de atención porque estoy sugestionada por todo lo que veo en la tele y me tengo que centrar”, explica con una mezcla entre sorna y rabia.

Ahora, tras aceptarse su prórroga de seis meses de baja, se encuentra a la espera de lo que pasará mientras lucha por recuperarse. Solo pide no tener que volver a pasar por el infierno. Verse de alta en esas condiciones lo fue.

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