Iberdrola y los ‘honoris causa’ (10/10/2021).

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El 2 de diciembre de 2011 era prácticamente imposible acceder al Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Fuera del edificio, una banda de música hacía sonar sus instrumentos mientras caminaba hacia la puerta de entrada. Detrás, un importante cortejo de profesores universitarios perfectamente ataviados con toga, puñetas, muceta y birrete seguían sus pasos. Y, por fin, aparecía el protagonista de la jornada: el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán.

El empresario salmantino iba a recibir, en su tierra, el título de doctor honoris causa por sus “méritos en el ámbito de la economía de la empresa y de la ingeniería”, según destacó en la laudatio inicial el decano de la Facultad de Economía de la USAL, Alberto de Miguel. Asimismo, el decano señaló que era “una de las compañías con menores emisiones” gracias a su apuesta por las renovables. Actualmente, es una de las más contaminantes.

El decano también destacó su papel en el «mecenazgo». Y el por entonces rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, hizo referencia a la Cátedra Iberdrola para el fomento de la investigación que la compañía financiaba en la institución universitaria. Esperaban, además, que el nuevo título otorgado al empresario sirviese para “incrementar la intensidad de su colaboración en aquellas áreas de la comunidad científica» que así lo demandaran.

La petición dio sus frutos y, cinco años después del nombramiento de Sánchez Galán como doctor honoris causa, Iberdrola volvió a aportar financiación directa –1,5 millones de euros– para impulsar la Cátedra Iberdrola VIII Centenario de la Universidad de Salamanca.

El profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y fundador de Ecooo, Mario Sánchez-Herrero, explica que la figura del honoris causa se utiliza para valorar el aporte de una persona a la construcción científica. “Aquí se incluye, por ejemplo, a los mecenas; y Sánchez Galán, indirectamente como presidente de Iberdrola, lo sería”, explica el profesor. Aunque Sánchez-Herrero no niega que este título pueda ser “una contraprestación” a la aportación económica, defiende que podrían habérselo otorgado en otras condiciones: “Puede ser que crean que Iberdrola es una empresa líder en sostenibilidad y eso justificaría darle el título a su presidente”.

Sin embargo, no es la primera vez que se produce este mismo intercambio entre una institución académica y Sánchez Galán. En 2013, la Universidad de Strathclyde (Glasgow) también nombró doctor honoris causa al presidente de Iberdrola. Escocia es un país en el que la energética tiene una importante implantación a través de ScottishPower. Asimismo, la relación de la compañía con la universidad viene de lejos, ya que el grupo es el impulsor de la Cátedra ScottishPower de Redes Inteligentes en la Universidad de Strathclyde desde 2007, además de contar con otros acuerdos “para abordar algunos desafíos del sector energético y para desarrollar proyectos de I+D como el Centro de Innovación Tecnológica y el Centro de Pruebas de Redes Eléctricas.

“Les encantan los honoris causa, les encanta tener esa etiqueta porque les da respetabilidad e importancia. Ahí está el ejemplo de Rodrigo Rato”, explican desde UniversidadxClima, un colectivo de activistas por el clima desde la universidad compuesto por profesores universitarios, técnicos, investigadores y estudiantes. “Está claro que es un intercambio de favores. Están cerca del poder y se convierten en lobbies económicos no declarados y eso les da acceso a lugares a los que la mayoría no puede llegar”, añaden.

Pero no solo se ha valido Sánchez Galán de los doctorados por causa de honor a título personal en algunas universidades en las que Iberdrola financia proyectos, sino que ha llegado a impartir docencia en ellos y a participar en algunos de sus órganos. Según su biografía oficial, ha sido profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ICAI) de la Universidad Pontificia de Comillas; profesor visitante de la Universidad de Strathclyde; presidente del Consejo Social de la Universidad de Salamanca y miembro del Consejo Asesor Presidencial del Massachusets Institute of Technology (MIT).

Con todas esas instituciones, Iberdrola tiene algún tipo de relación: así, además de los casos ya expuestos de Strathclyde y Salamanca, la energética vasca financia la Cátedra Iberdrola-Avangrid del MIT y hasta tres cátedras en Comillas: la Cátedra Iberdrola de Energía e Innovación, la Cátedra Iberdrola de Ética Económica y Empresarial y la Cátedra Mujer STEM Sostenibilidad Movilidad (junto a la Empresa Municipal de Transporte de Madrid).

La Universidad de Comillas es especialmente relevante para Sánchez Galán ya que fue el lugar en el que cursó sus estudios de Ingeniería industrial y su diplomatura en Administración de Empresas y Comercio Exterior. Fuentes universitarias apuntan hacia la Universidad de Comillas como un importante centro de poder en el ámbito de la ingeniería que sirve a sus estudiantes para acabar llegando a puestos de relevancia en el mundo de la empresa.

La financiación de cátedras y los acuerdos universitarios se han convertido en líneas de actuación para Iberdrola, enmarcados dentro del Programa de Universidades de la energética, que “centra sus esfuerzos en reforzar el vínculo de la compañía con el mundo académico” para, aseguran, “atraer talento, transferir conocimiento y contribuir a nuestra sociedad”. Según los datos de su Informe de Innovación 2016-2018, tiene un alcance de cerca de 200.000 alumnos, 20.000 profesores y 1.500 becarios.

Además de las actividades ya mencionadas, la multinacional ha financiado la Cátedra Iberdrola México en el Tecnológico de Monterrey, la Cátedra Iberdrola Manuel Marín en el Colegio Europa, la Cátedra Iberdrola-UPM para los objetivos de desarrollo sostenible en la Universidad Politécnica de Madrid o la Cátedra Rey Felipe VI en Tecnologías de la Información y sus aplicaciones en la Universidad de Nuevo México. Además, ha participado como patrono en la Cátedra Orkestra energía del Instituto vasco de Competitividad y Iberdrola pertenece al consejo asesor del Máster Universitario en Sector Eléctrico junto a Endesa o Naturgy.

“El problema de esto es que permite a las empresas tener un fácil acceso a los estudiantes organizando conferencias o directamente incluyendo a sus propios profesores en las cátedras y acaba provocando que los estudiantes quieran acabar trabajando en esas empresas sin ningún tipo de sentido crítico. Están sembrando para después recoger”, se queja Carlos Pérez, graduado en Ingeniería aeroespacial en la UPM. En 2017, esta institución universitaria reconoció a Iberdrola con el Premio UPM Cooperación Internacional en Investigación para el Desarrollo “por la labor que desarrolla a través de su Cátedra en el Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano” vigente desde 2014.

Ética empresarial

Mientras rectores y decanos alababan la trayectoria de Sánchez Galán y la contribución de Iberdrola en eventos académicos, la eléctrica habría estado supuestamente contratando los servicios del por entonces comisario José Manuel Villarejo, la cabeza visible de una de las mayores tramas de corrupción de la historia de España.

Así se desprende de la investigación llevada a cabo por el juez Manuel García-Castellón en el marco del caso Tándem. El pasado verano, a petición de la Fiscalía Anticorrupción, decidió imputar en la operación a Sánchez Galán y a la filial Iberdrola Renovables. En el auto se especificaba que en la contabilidad de la eléctrica se habrían encontrado hasta 15 facturas a Villarejo –estando este todavía en activo– por un valor que superaba el millón de euros. Según García-Castellón, el presidente de Iberdrola tenía “conocimiento exclusivo” de todo.

Entre los encargos, uno de los proyectos tenía el objetivo de acabar con la oposición local a la central que pretendían instalar en Arcos de la Frontera (Cádiz). Otro de ellos consistía en conseguir información que pudiese comprometer al empresario Manuel Pizarro, en esos momentos presidente del gran competidor de Iberdrola: Endesa. No fue Pizarro el único magnate empresarial espiado según la investigación judicial: Florentino Pérez, presidente de ACS, también habría sido seguido para evitar que la constructora se hiciera con el Consejo de Administración de la eléctrica en 2009.

Justo un año después de que, según el juez, terminaran los encargos a Villarejo –2017– por parte de la eléctrica vasca, Iberdrola decidió patrocinar la Cátedra de Ética Empresarial y Económica en la Universidad Pontificia de Comillas, que ya contaba con 15 años de actividad. Durante la presentación, en noviembre de 2018, se anunció que al frente de la misma se iba a mantener José Luis Fernández, profesor del Departamento de Gestión Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Además, en ella participarían dos directivos de Iberdrola: Dolores Herrera, directora de Cumplimiento, y Agustín Delgado, director de Innovación, Sostenibilidad y Calidad. El objetivo era “promover una gestión ética y socialmente responsable de la empresa, a través de la investigación, el debate y la reflexión conjunta desde la actividad universitaria hacia la empresa en el contexto competitivo”.

Ni Iberdrola ni la Universidad de Comillas han respondido a las cuestiones enviadas por este medio.

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