El odio en Twitter y la sexualización en TikTok demuestran que Instagram no es la ún(ica red social dañina (13/10/2021).

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Instagram ha cumplido este miércoles once años y las últimas noticias que ha protagonizado no son buenas. Alrededor del 32% de las mujeres que usan Instagram se sienten peor con sus cuerpos. Fue la conclusión a la llegó hace unos días un informe interno de Facebook que hizo público The Wall Street Journal. Aún así, en esta larga década de vida, la red social ha crecido exponencialmente aglutinando a 1.221 millones de usuarios en todo el mundo y se ha posicionado como una de las más influyentes entre los millenials. Sin embargo, Instagram no es la única plataforma que genera polémicas, otras como Twitter, TikTok o el propio Facebook la siguen de cerca. 

Uno de los problemas principales de las redes sociales es precisamente su naturaleza online. "En la vida real sabemos que hay una serie de códigos de conducta que en redes no tenemos tan claros. Hay gente que piensa que todo vale, como es anónimo no se llega a ver como un espacio público", sostiene Laura Pérez Altable, doctora en Comunicación e investigadora de la Universitat Pompeu i Fabra. La falta de empatía, generada por esa ausencia física del receptor de los mensajes, también juega un papel fundamental en las plataformas.

En el caso de los más jóvenes, los problemas se agravan. Alfredo Oliva Delgado, profesor de Psicología Evolutiva en la Universidad de Sevilla, admite que la adolescencia es una edad en la que los jóvenes "son especialmente conformistas y dependientes de la aprobación del grupo, lo que lleva a chicos y chicas a buscar el like a toda costa". La adicción también es común entre los usuarios, especialmente entre los más jóvenes. Sus consecuencias, según este experto, "pueden ser la interferencia en la vida social, académica o laboral y un menor tiempo dedicado a la actividad física". Estas adicciones las alimentan diferentes mecanismos de las propias plataformas para que las personas pasen mucho tiempo en ellas. "Hacer visible el número de seguidores, de likes o de comentarios son incentivos para que prestemos más atención y nos volvamos adictos al afecto social. Haciendo un uso moderado de las redes no hay problema. Pero hay personas que hacen un uso desmedido de ellas", afirma Susana Pérez Soler, periodista y doctora de Comunicación Digital por la Universidad Ramon Llull.

Una de las medidas propuestas por Oliva Delgado para hacer un uso de las redes sociales responsable es permitir el acceso a ellas de forma autónoma y sin controles solo a partir de cierta edad, cuando el individuo ya sea lo suficientemente maduro. Él considera los 14 o 15 años la edad ideal para comenzar a usar este tipo de aplicaciones de forma "gradual y controlada". Precisamente porque son herramientas que acompañan a los jóvenes durante todas sus vidas, el profesor de la Universidad de Sevilla afirma que debería haber un aprendizaje para un uso responsable de las plataformas que debería llevarse a cabo en la familia, pero sobre todo en la escuela. Sin embargo, controlar el registro en plataformas de los más pequeños no resulta sencillo y en la práctica existen muchos vacíos.

TikTok, un espejo para los más jóvenes

La red social TikTok, que llegó para suceder a sus predecesoras Musicaly y Vine, es uno de los fenómenos mundiales entre los adolescentes. Aunque la edad mínima para registrarse son los 13 años es habitual ver a jóvenes en edades más tempranas hacer uso de ella. La aplicación sirve para compartir vídeos cortos con otros usuarios y, como otras redes sociales, tiene sus propias luces y sombras. María García tiene 18 años y es tiktoker. Afirma que con la aplicación los usuarios se divierten, "además hay gente que de verdad intentar ayudar contando sus historias o simplemente haciendo ver a otras personas que tienen cosas en común, como una forma de sentirse acompañados". Sin embargo, admite la dificultad de controlar el contenido que se publica, sobre todo "para los niños más pequeños que se influencian con más facilidad".

Susana Pérez Soler recuerda que las redes sociales tienen ciertos algoritmos que condicionan en gran medida el contenido que subimos: "Las mujeres sobre todo nos damos cuenta de que el contenido hipersexualizado recibe más comentarios y likes que una imagen diferente. Aquí hay dos problemas: el algoritmo y también las búsquedas que hacemos las personas". En esta línea, María García afirma que la sexualización no viene provocada solo por los usuarios y sus búsquedas sino también por el propio comportamiento de la red social. "TikTok borra videos porque una mujer enseña un poco de tripa, con esto nos intenta decir qué debemos enseñar y cuándo enseñamos más de la cuenta". 

Para hacer uso de TikTok se deben dar una serie de permisos y aprobar diferentes normativas que se aplican, precisamente, para garantizar un uso responsable de la aplicación. En este caso, según la normativa de la app, está prohibida la distribución de determinado contenido que incluya violencia (o incitación), ataques de odio, actividades delictivas, drogas, información privada (de terceros) o desnudos, entre muchos otros. Además la aplicación se reserva el derecho de eliminar publicaciones o cerrar las cuentas que infrinjan dichas normas. Aun así, María García admite que el bloqueo de las cuentas es, en muchos casos, arbitrario.

Twitter, la red social con más odio

Twitter es otra de las redes sociales con más usuarios y, en este caso, más popular entre personas adultas. "Alivia muchísimo la soledad y ayuda a sentirse acompañado cuando estás en entornos o momentos de tu vida en los que no tienes a tu alrededor a la gente que te gustaría", afirma Sara Riveiro, tuitera de 24 años. 

Aquí el contenido audiovisual pierde importancia frente a la palabra instantánea que es quien la gana. Según Azul Místico, tuitera, youtuber e instagrammer de 28 años, esto lo convierte en una red social más impersonal y, por tanto, todo el odio o las faltas de respeto a los creadores "nos afectan menos porque no estamos tan expuestos". Aun así, apunta a Twitter como la plataforma con "más hate de todas" y admite que le frustra que "haya gente que vaya siempre a la polémica y al drama". Y eso que su contenido no es especialmente polémico, "otros que hablan de temas más políticos se enfrentan a mucho más odio que yo".

Este odio provoca que de vez en cuando aparezcan personajes públicos que anuncian que abandonan Twitter. Una de las últimas ha sido la periodista Cristina Fallarás, que comunicaba su marcha de la red social en Público. Antes ya lo abandonaron James Rhodes, Javier Ambrossi o Dulceida, entre otros. Sara Riveiro también se ha planteado abandonar la red social "al menos una vez por semana": "Pero sé que a pesar de todo me aporta a personas muy importantes para mí y me gusta demasiado hablar con la gente y tener ese pequeño patio de vecinas. A veces fantaseo con un universo en el que soy completamente feliz en mi día a día y desaparezco para siempre de todas las redes sociales porque no las necesito".

"Todas han aprendido que la clave para que pasemos el máximo tiempo posible enganchadas a ellas es que nos provoquen emociones, buenas o malas —afirma Sara Riveiro—. La gente polémica o directamente bastante mala que se dedica a mentir y a cometer actos atroces le sale muy rentable porque genera clicks, tuits, retuits, citas, comentarios, hashtags, trending topics... En ese sentido no busca el encuentro moderado y reposado de ideas sino la confrontación polémica e irritante que nos obligue a participar y entrar en bucle".

Esta confrontación provoca a menudo polarización, otro de los comportamientos más comunes en Twitter. "Tanto políticos como asesores políticos han detectado que Twitter no permite el matiz. Contenidos que tienen muchos grises no venden, solo funcionan las consignas de blanco o negro, mensajes sencillos que quepan en pocos caracteres. Cuando esto se consigue los mensajes se viralizan, por eso hay tanto populismo: soluciones fáciles a temas muy complejos, poca precisión", afirma Susana Pérez Soler. En esta línea, Laura Pérez considera que la polarización no es exclusiva de esta plataforma sino que se retroalimenta con el uso de un debate también  polarizado por parte de algunos medios de comunicación.

En cualquier caso, Alfredo Oliva considera que la polarización se da principalmente cuando los usuarios tienen "un posicionamiento socio-político claro", entonces es común que "las discusiones y enfrentamientos tengan un efecto de radicalización". Continúa diciendo: "También es probable que el usuario participe en foros conformados por otros usuarios de ideología parecida que le impidan ver la realidad desde otras perspectivas. Sin embargo, también podemos pensar que entre adolescentes y jóvenes, cuya identidad aún no está formada, puede suponer un acceso a opiniones y puntos de vista más diversos y heterogéneos, que supongan un cierto enriquecimiento". 

En este sentido, Twitter es una de las plataformas que más libertad da a sus usuarios para publicar el contenido que deseen. Admiten no ratificar la precisión o fiabilidad de los contenidos y opiniones vertidas en la red y advierten de que es posible exponerse a contenido "ofensivo, dañino, inexacto o inapropiado". En cualquier caso, se reservan el derecho de retirar cualquier contenido que viole el Acuerdo de Usuario, aunque, según apunta Azul Místico, "a Twitter le faltan ciertas herramientas, el funcionamiento (de control de contenido) podría ser mejor".

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