La democracia a prueba en Londres: manifestaciones por refugiados, el Tribunal de Belmarsh y Julian Assange (21/10/2021).

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Los próximos días en Londres pueden ser fundamentales para el devenir de los acontecimientos a nivel global. El 20 de octubre tendrá lugar una manifestación a favor de los refugiados a consecuencia del proyecto de Ley propuesto por Priti Patel, Ministra del Interior del Reino Unido y miembro del Partido Conservador. Un par de días más tarde, se celebrará en Westminster el Tribunal de Belmarsh para someter a juicio la llamada “Guerra contra el Terrorismo” perpetrada por Estados Unidos. Emulando al tribunal popular Russell-Sartre celebrado en 1967 en Estocolmo y Copenhague, cuando se juzgó al país americano por sus acciones cometidas en Vietnam, en esta ocasión se denunciará al Gobierno estadounidense por su rol en Oriente Medio y las torturas de la Bahía de Guantánamo. En octubre de 2020 se celebró el Tribunal de Belmarsh de manera online y contó con la presencia de Yanis Varoufakis, Jennifer Robinson, Rafael Correa, Pamela Anderson, Tariq Ali, Jeremy Corbyn, Roger Waters y Slavoj Zyzek, entre otros activistas políticos. En esta ocasión, aunque se realice de manera presencial en Londres, se podrá acceder al Tribunal de Belmarsh a través de la página Progressive International.

Todo ello es un preludio del juicio de apelación que tendrá lugar los días 27 y 28 en el Tribunal Superior de Londres contra Julian Assange, quien fue juzgado el pasado 4 de enero en la capital británica. Pese a que el fundador de WikiLeaks no fue extraditado en aquella ocasión, no se debió a que fuese considerado inocente, sino al informe médico que declaró que su estado de salud físico y mental era tan vulnerable que estaba en riesgo de perder la vida. De hecho, la jueza Vanessa Baraitser rechazó la extradición de Assange alegando a su salud mental, ya que, si hubiese terminado en una prisión de máxima seguridad en suelo americano, la integridad del fundador de WikiLeaks no estaba asegurada. Desde que fuese expulsado de la Embajada de Ecuador en 2019, Assange ha estado preso en la Prisión de Belmarsh en una situación traumática. Según el testimonio de Nils Melzer de Naciones Unides, “Assange mostraba signos similares a víctimas de tortura psicológica”. Todo ello, debido a que “estuvo en confinamiento solitario durante más de un año”. Fidel Narváez, antiguo miembro de la Embajada ecuatoriana y que siempre ha mostrado un compromiso social con Assange, advirtió en Twitter tras el juicio del 4 de enero que “únicamente fue la terrible condición sufrida por Julian Assange lo que evitó que fuese extraditado”. Por ello, alegó que “los periodistas deberían estar alertas, ya que la libertad de expresión está amenazada”.

Los movimientos por los refugiados, el tribunal popular y el juicio contra Assange ocuparán un espacio fundamental en la esfera social durante los próximos días. Son eventos que confluyen y en los que están en juego aspectos democráticos esenciales como la libertad de expresión y la solidaridad internacional.

El Tribunal de Belmarsh: de Bertrand Russell y Jean Paul-Sartre hasta nuestros días

La década de 1960 estuvo caracterizada por un gran número de movimientos sociales alrededor del mundo. En Estados Unidos, México, Italia, Francia, Alemania, Egipto o Checoslovaquia, los estudiantes se manifestaron en masa para establecer una sociedad democrática. En aquellos años, los eventos internacionales produjeron sinergias sociales que fueron desencadenando movimientos en diferentes naciones. Es por ello que el historiador Eric Hobsbawm escribió en Age of Extremes que el Mayo francés de 1968 “se convirtió en el epicentro de los movimientos estudiantiles en el continente”. Pero si hubo un conflicto internacional que tensó el pulso entre las instituciones y los estudiantes, ese fue la Guerra de Vietnam. Especialmente en California, Londres, Berlín o París, la invasión americana fue uno de los desencadenantes de los movimientos masivos de protesta.

El Tribunal de Belmarsh reunirá a figurares importantes de la política internacional para exponer los crímenes de Estados Unidos revelados por WikiLeaks y el rol de Reino Unido en su persecución a Julian Assange

En esa coyuntura, se organizó el Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra en 1967, también conocido como el Tribunal Russell-Sartre. Organizado por los dos filósofos y celebrado en Estocolmo, fue una expresión del movimiento global contra la Guerra de Vietnam. En aquel juicio popular, asistieron ilustres miembros de la izquierda internacional como James Baldwin, Simone de Beauvoir, Lazaro Cardenas, David Dellinger, Stokely Carmichael, Peter Weiss, Isaac Deutscher, Amado Hernandes, Mahmud Ali Kasuri, Sara Lidman y Laurent Schwartz. Primero celebrado en Estocolmo y después en Copenhague, el Tribulan Russell-Sartre mostró solidaridad con el Tercer Mundo y denunció las acciones cometidas por los americanos en Vietnam.

La CIA y los planes para asesinar a Julian Assange

De manera similar, el Tribunal de Belmarsh reunirá a figurares importantes de la política internacional para exponer los crímenes de Estados Unidos revelados por WikiLeaks. También se denunciará el rol del Reino Unido en su persecución contra Julian Assange, un periodista cuyo crimen fue ofrecer al mundo una demostración de las atrocidades cometidas por los americanos. Este evento llega en un momento especialmente delicado, ya que las recientes revelaciones sobre los planes de la CIA para asesinar a Julian Assange han demostrado la implacable persecución hacia el fundador de WikiLeaks. Cómo ha declarado Jeremy Corbyn, el Tribunal de Belmarsh “pondrá al mundo en su sitio, juzgando los crímenes de guerra, la tortura, el secuestro y una serie de otros graves abusos de los derechos humanos.” El antiguo líder del Partido Laborista estará presente en Westminster junto a Tariq Ali, Apsana Begum, Selay Ghaffar, Yanis Varoufakis, Renata Ávila o Rafael Correa.

Como se indica en la página web de Progressive International, se trata de juzgar los crímenes cometidos en la “Guerra contra el Terrorismo” comenzada por George Bush tras el atentado del 11-S. En este sentido, el Tribunal de Belmarsh juzgará al gobierno americano “por las atrocidades cometidas en Irak o las torturas en la Bahía de Guantánamo y los programas de espionaje”. Teniendo en cuenta que el juicio contra Julian Assange puede ser decisivo para el futuro del periodismo, la libertad de expresión y la justicia democrática, los miembros del Tribunal de Belmarsh retan así a Estados Unidos para que responda ante sus acciones. Es una situación similar a la que sucedió en 1967 con el Tribunal Russell-Sartre, cuando ambos filósofos entendieron que el juicio se basaba en un dilema moral. Es cierto que no tenían la legitimidad estatal para realizar el juicio, como quedó evidenciado cuando De Gaulle rechazó la petición de Sartre de celebrar el Tribunal en París. En esta ocasión, el paralelismo es evidente: el Tribunal de Belmarsh se trata de un movimiento para crear conciencia a pesar de las restricciones institucionales de los países de Occidente.

La mirada al pasado: Vietnam y los movimientos sociales

En 1967, el filósofo Bertrand Russell organizó un juicio moral contra a Estados Unidos por sus acciones perpetradas en Vietnam. La idea surgió en 1966 cuando el británico propuso a Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir la creación de un tribunal democrático, horizontal y deliberativo para denunciar la intromisión de Estados Unidos en Vietnam. El filósofo británico era un prominente académico envuelto en los movimientos sociales y en aquellos años destacaban sus feroces críticas hacia Estados Unidos por su rol en Cuba o Vietnam. Russell nunca escondió sus ideales, declarando que “el Gobierno americano prosigue una política de genocidio”, y comparó la actitud de Estados Unidos en Vietnam con “la guerra llevada a cabo por la Alemania Nazi en Europa del Este y los japoneses en el sur de Asia”.

Uno de los estudiantes que estuvo en el Tribunal Russell-Sartre en 1967 fue Tariq Ali, quién participará en el Tribunal de Belmarsh celebrado el 22 de octubre. En su libro Street Fighting Years: An Autobiography of the Sixties (Verso Books, 2018), Ali detalla sus experiencias en los años 60 años en Vietnam, Alemania, Bolivia, Reino Unido, Checoslovaquia o Suecia. Su activismo estuvo muy marcado en aquella década, y desde entonces nunca cesó de estar envuelto en las causas sociales, como demuestra su compromiso con diferentes organizaciones como Stop the War Coalition, que surgió a consecuencia de las declaraciones de George W. Bush para legitimar las posteriores invasiones de Estados Unidos en Oriente Medio. En su libro, Ali recoge innumerables testimonios sobrecogedores acerca de la Guerra de Vietnam, admitiendo que el 30 de enero de 1967 fue el día más triste de su vida: “He visto escuelas y hospitales destruidos por bombas… en el pueblo costero de Hai Nan, todos los hogares han sido destruidos”. Aquel día, Nguyen Thi Tuyen, una niña de tan solo 12 años que había perdido una pierna, hizo una crónica escalofriante de lo sucedido: “Venía de la escuela e iba tomar un baño, cuando los aviones aparecieron por el mar. Descendieron y empezaron a lanzar bombas. Agarré a mi hermano pequeño y corrimos al refugio antiaéreo, pero no llegamos a tiempo. Un fragmento de explosivo atravesó el estómago de mi hermano, que murió en mis brazos. Perdí la pierna, nuestra casa fue destruida. ¿Puedes decirme por qué nos bombardean?”

Testimonios similares y descripción de parajes desolados por la destrucción americana colman las páginas del libro de Tariq Ali, quién meses después participó en el Tribunal Russell. Hablando en el juicio, explicó que los americanos no veían a los vietnamitas como humanos, remarcando el connato racista persistente en una sociedad que veía como el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King se fortalecía en el país mientras en Asia los americanos estaban abocados a una guerra infame.

En aquella ocasión se aludió a los Juicios de Nuremberg y a cómo los franceses masacraron a miles argelinos en Setif en 1945 para “crear un precedente”. La terrible paradoja entre el juicio a los nazis y la inevitable victoria de los Aliados ante el fascismo chocó de manera evidente con el hecho de que, como explica Tariq Ali de manera amarga, “los Juicios de Nuremberg no podían ser aplicados para ofrecer justicia a los pueblos del Tercer Mundo”, ya que estas personas “no eran considerados seres humanos”. Para Ali, una de las tragedias de los militares estadounidenses en Vietnam es que “podían llevar a cabo acciones genocidas y engañarse a ellos mismo diciendo que lo hacían por una buena causa”.

Para Tariq Ali, el Tribunal fue importante simplemente porque fue celebrado y tuvo resonancia mundial. Sirvió para crear conciencia, impulsar los movimientos sociales de la década, y unir a más personas a la causa frente al imperialismo. Precisamente, poco después el grupo Vietnam Solidarity Campaign tuvo su máximo apogeo en Londres, que agrupó a miles de estudiantes a través de las calles de la capital británica. El día clave fue la manifestación del 17 marzo de 1968, los discursos en Trafalgar Square, y la posterior marcha a través de Oxford Street hasta Grosvenor Square para protestar frente a la Embajada de Estados Unidos. 100.000 personas llegaron a confluir en Trafalgar Square, formando la manifestación más numerosa en la historia del Reino Unido hasta la fecha. Según Ali, que participó en aquellos movimientos, “queríamos un nuevo mundo sin guerra, sin opresión y sin explotación social de clase, un mundo basado en la camaradería y en un espíritu internacionalista”. Era un duelo frente a los bloques de la Guerra Fría: “Si queríamos implementar un socialismo exitoso, no solo Londres iba a verse sacudida, sino también los burócratas de Moscú, que estaban igualmente temerosos de un cambio desde abajo”. El optimismo era latente en aquellos años, existía “el sentimiento de que un cambio era posible”.

De Vietnam a Afganistán: refugiados y el tribunal popular

Entre el 20 y el 23 de octubre habrá dos manifestaciones en Londres, una a favor de los refugiados y otra exigiendo libertad para Julian Assange. Entre medias se celebrará el Tribunal de Belmarsh, y el 27 y 28 octubre concluirá con el juicio contra Assange. Son unos días que pueden hacer tambalear el sistema democrático en el país británico. En el caso del movimiento por los refugiados, el desencadenante ha sido geopolítico e institucional, tanto la retirada de las tropas occidentales del país asiático como el proyecto de Ley que se ha planteado para modificar la situación legal de los refugiados. Porque en los últimos meses se ha planteado la posibilidad de modificar la situación legal de los refugiados, un hecho que vulnera de manera prístina los derechos humanos de estas personas. De hecho, este intento de legislación ha sido denunciado por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) como un intento de “socavar la Convención de 1951 y el sistema de protección internacional.” En consonancia con este estamento, un grupo de abogados denunció este proyecto de Ley ante la amenaza de que puede “destruir leyes nacionales e internacionales”.

Entre el 20 y el 23 de octubre habrá dos manifestaciones en Londres, una a favor de los refugiados y otra exigiendo libertad para Julian Assange

Indudablemente, el paradigma de la situación en Afganistán ha de obligar a los países occidentales a acoger más refugiados. Como se ha demostrado en ocasiones anteriores, los ciudadanos tienen un rol fundamental para crear conciencia social y presionar a sus gobiernos. Por ello, hay que manifestarse antes las escasas medidas tomadas por los políticos para aceptar este flujo humanitario. Londres vivió jornadas masivas de protestas a favor de los refugiados en 2015 y 2016, y se espera otro gran movimiento el 20 de octubre.

Es indudable que la guerra en Afganistán ha cambiado la coyuntura internacional en las últimas décadas. Es el conflicto de mayor duración en el que ha estado envuelto Estados Unidos, superando a la Guerra de Vietnam. En aquellos años, Sartre escribió su artículo El Genocidio, a través del cual denunció la xenofobia de los americanos en el país asiático: “Desde 1965, el racismo de los soldados yanquis, desde Saigón hasta el paralelo 17, se exacerba: los jóvenes estadounidenses torturan, recurren sin repugnancia a la aplicación de descargas eléctricas con los teléfonos de campaña, disparan contra mujeres desarmadas por el puro placer de dar en la diana, patean a los heridos vietnamitas en los testículos, cortan las orejas a los muertos para usarlas como trofeos”.

La organización fundada por Assange demostró que en Afganistán hubo más de 300 casos de torturas y abusos perpetrados de manera secreta por las fuerzas americanas

Estas acciones violentas han tenido su eco en Afganistán, cómo demostró Julian Assange hace una década a través de WikiLeaks. A través de la exposición de más de 400,000 documentos, la organización internacional fundada por Assange demostró que en Afganistán hubo más de 300 casos de torturas y abusos perpetrados de manera secreta por las fuerzas americanas, 130,000 muertes se mantuvieron en secreto, y se encarceló a 180,000 iraquíes.

¿Se repite la historia?

Se atribuye a Mark Twain la frase de que “la historia no se repite, pero rima”, y en ese sentido, los paralelismos entre 1967-1968 y 2021 son evidentes. En ambas épocas confluyen factores similares como el juicio popular ante Estados Unidos, las manifestaciones en Londres y la intervención americana en Asia. Incluso en ambas épocas ha existido la figura simbólica del escritor encarcelado: Regis Debray fue prisionero en Bolivia por su asociación con Ernesto Che Guevara, el epítome de la revolución en los años 60, mientras Assange lleva prácticamente una década siendo perseguidos por Estados Unidos y aguarda el juicio de finales de octubre.

Una extradición de Julian Assange al país americano enviaría un mensaje terrible al mundo: la libre información y la democracia real están en peligro

Una extradición de Julian Assange al país americano enviaría un mensaje terrible al mundo: la libre información y la democracia real están en peligro. Al mismo tiempo, un cambio en la legislación para acoger a los refugiados en el Reino Unido puede socavar los ideales humanistas que deberían ser fundamentales en una sociedad igualitaria. Por ello, el movimiento social que comenzará en Parliament Square, y que dos días después tendrá su eco en Convocation Hall, son esenciales para seguir caminando hacia un sistema de libertad y solidaridad internacional. Resulta curioso que tres de los eventos esenciales que pueden marcar el futuro global tengan lugar en apenas dos semanas y que sean organizados en un radio de pocos metros cuadrados. El Tribunal de Belmarsh en Convocation Hall, el juicio a Julian Assange en el Tribunal Superior y la marcha por los refugiados en Parliament Square tendrán lugar en Westminster. Si finalmente el proyecto de Ley es rechazado, se acogen a más refugiados, Julian Assange es puesto en libertad y se obliga al gobierno de Estados Unidos a responder por sus acciones cometidas en Oriente Medio, la democracia habrá obtenido una victoria fundamental. Pero son demasiados condicionantes, y la historia nos ha enseñado a ser pesimistas en las predicciones de futuro.

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