El gasto militar mundial se desboca en el último lustro y entra en una espiral de rearme con la guerra en Ucrania (22/03/2022).

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El mundo no ceja en su empeño de armarse hasta los dientes. Como si la doctrina de la disuasión fuese el único argumento diplomático para evitar guerras que, en el caso de la invasión de Ucrania, revelan errores de cálculo manifiestos. Porque uno de los mayores ejércitos del planeta no ha tenido compasión a la hora de destruir a su vecino, en otra demostración histórica más de que el poderío militar es el factor más determinante de los estallidos de conflictos bélicos. Y las más poderosas potencias del planeta han alimentado con inusitadas energías sus fuerzas armadas, a juzgar por el ingente gasto desplegado desde la crisis financiera de 2008: nada menos que 26,2 billones de dólares hasta el presente ejercicio 2022. Esta cantidad, facilitada por Statista, resulta similar a la suma de los PIB de EEUU, Japón y España, el primero, tercero y decimocuarto del planeta.

La fiebre por la modernización, la adaptación tecnológica y la inclusión de armas y prototipos de última generación en los Ejércitos se ha intensificado en el último lustro. Desde 2017. Después de una ralentización, con leve tendencia a la baja, de otros cinco años que, en Europa, coincide con la larga travesía de la crisis de la deuda en la que estuvo en juego, incluso, la supervivencia del euro. Aunque desde el International Institute for Strategic Studies (IISS), think tank de temas de Seguridad, se matiza que los 1,92 billones de dólares desembolsados en 2021 y que elevaron en un 3,4% el presupuesto militar del mundo en comparación al primer año de la gran pandemia supuso, en términos reales, descontada la inflación, un recorte del 1,8%. "La escalada de precios tiraron al alza los costes energéticos y las disrupciones en las cadenas de valor y en el comercio generaron presiones adicionales a las partidas de Defensa", señala el IISS.

EEUU lideró los desembolsos en el último bienio, si bien redujo en un 6%, ajustado a la inflación, los recursos asignados al Pentágono el pasado ejercicio. De los 775.000 millones de dólares a los 754.000 millones, en los que se incluyen también las operaciones y maniobras en el exterior. El argumento inflacionista sirve al IISS para certificar contracciones del gasto en América Latina, el África subsahariana, Rusia y los países de Eurasia. Al igual que en Oriente Próximo y el Magreb. Pese a que nominalmente subieran sus presupuestos. Una doble medición que explica de forma más elocuente al analizar los fondos militares de Rusia, que ha venido suministrando mayores cantidades desde 2017 en rublos, pero cuyos registros certifican rebajas en el último lustro en sus aportaciones anuales cuando su valor se traduce a dólares.

Aun así, el Programa Estatal de Armamento 2011-20 del Kremlin, dirigido a modernizar sus arsenales e incorporar innovación armamentística, se ha cumplido en su totalidad. Motivo por el que el pasado fue un ejercicio de un crecimiento más moderado que, sin embargo, llegó a movilizar partidas por una cifra similar al 3,8% de su PIB, que el FMI valora en 1,64 billones de dólares.

Precisamente, por porcentaje de cada PIB nacional -el baremo que la OTAN ha establecido como aportación mínima del gasto militar entre sus aliados europeos, y que se sitúa en el 2%-, el país con un presupuesto más generoso destinado a Defensa es Arabia Saudí, con el 8,4% del tamaño de su economía. El régimen de Riad está enfrascado en la financiación de la guerra de Yemen y en su conflicto armado desde marzo de 2015. Le siguen Israel, con un 5,6%, y Rusia, con un 4,3%, con datos de 2020.

James Hackett, analista del IISS, reconoce que la crisis sanitaria de la covid-19 no ha menguado las perspectivas de militarización ni los recursos estatales para modernizar los Ejércitos. Más bien al contrario. Como tampoco hubo en 2020 una disminución de confrontaciones armadas. Ni se redujo la percepción entre las principales potencias de estar participando en una carrera competitiva con planificaciones plurianuales precisas e importantes recursos públicos.

"Los conflictos armados se mantuvieron sin resolver". En África, por ejemplo, Francia redobló sus contingentes en el Sahel, focalizando sus fuerzas en misiones contraterroristas, mientras la guerra en Etiopía y la insurgencia en Mozambique siguieron en activo. Como en Oriente Próximo las confrontaciones bélicas de Libia, Siria y Yemen, pese a las tentativas de desescalada.

La guerra en Ucrania eleva el ritmo del rearme

Con la invasión de Ucrania las cuentas económicas nacionales han abierto huecos para mayores gastos militares. Y no sólo Rusia o los socios de la Alianza Atlántica, que han reanudado la meta de desembolsar, al menos, el 2% de cada PIB aliado. China, por ejemplo, lo va a incrementar en 2022 en un 7,1%, debido a "la compleja situación global"; hasta los 230.000 millones de dólares.

Una cota y decisión "razonable" en un periodo "crucial" en el que China "necesita salvaguardar su soberanía nacional y modernizar sus capacidades militares por las severas amenazas externas y la inestable atmósfera de seguridad", explican portavoces del Gobierno de Pekín. Desde Global FirePower, firma de investigación del mercado y la industria militar global, avisan de que, según sus estimaciones, la factura de Defensa de China alcanzará el cuarto de billón de dólares. Aunque la estadística oficial incide en que será el séptimo ejercicio fiscal consecutivo -desde 2016- en el que ha registrado crecimientos de un solo dígito y admite que rebasa la ratio del bienio de gran pandemia: un 6,8% en 2021 y un 6,6% en 2020.

Alemania también ha reaccionado de forma contundente con la guerra abierta por el Kremlin. En el orden militar y en la dependencia energética de Rusia. Dos medidas fulgurantes anti-Putin. La primera compromete al Gobierno del canciller Olaf Scholz a que el 100% de la electricidad se genere exclusivamente de fuentes renovables en 2035; anunciada junto a la cancelación, sine die, del Nord-Steam 2 con la que se inició las sanciones europeas, británicas y estadounidenses hacia Moscú.

La segunda, devuelve a Berlín a la militarización al asumir desembolsos superiores al 2% del PIB en Defensa en una maniobra que Jeff Rathke, presidente de American Institute for Contemporary German Studies, calificaba en Foreign Policy como la "revolución de la diplomacia y la política de seguridad" alemana, en alusión al "final del sueño de la post-Guerra Fría de evitar una confrontación con Rusia debido a una escalada de la capacidad militar" entre ambos países.

De paso, la mayor potencia económica europea se replantea de forma crítica el alto grado de dependencia energética del Kremlin durante los largos años de Angela Merkel como canciller. "Tendremos que invertir más en la seguridad de nuestra nación para proteger así la libertad y la democracia", justificó Scholz el rearme germano en una sesión extraordinaria en el Bundestag.

El pistoletazo del gobierno semáforo de Berlín -entre socialdemócratas, liberales y verdes- se ha dejado sentir en el resto de capitales comunitarias. Entre ellas, España, cuyo Gobierno ha puesto en marcha, no sin discrepancias internas, los mecanismos para encauzar este nivel de gasto en futuros presupuestos, lo que implicará aumentar al menos en un 20% las partidas militares en dos años. La promesa del presidente Pedro Sánchez de llegar al 1,22% del PIB habría supuesto 2.500 millones más si se hubiera aplicado en 2021. Un cheque que se quedó en blanco por los rigores de la covid-19.

Según la OTAN, Alemania destinó el 1,53% de su PIB en 2021 a dotaciones de carácter militar, dentro de un clima generalizado de aumento presupuestario. El IISS cataloga, de hecho, como "intenso y fuerte" el repunte de los recursos militares en Europa. El pasado año fue el séptimo ejercicio consecutivo de incrementos del gasto regional. En un 4,8% en términos reales, una tasa más elevada que en cualquier otra latitud del planeta. Bajo el dominio, eso sí, de Reino Unido y su pertinente programa de modernización e innovación de las Fuerzas Armadas para el que este año no había previsto, inicialmente, antes de la guerra de Ucrania, ningún repunte de fondos.

Suecia, país ajeno a la OTAN pero con cada vez más colaboración permanente en la Alianza y en debate permanente -como Finlandia- para la convocatoria de un referéndum de acceso al club del Atlántico Norte con las encuestas presagiando desde hace años un holgado respaldo social, también ha movido ficha. Su primera ministra, Magdalena Andersson, ha avanzado que cumplirá con el 2% de gasto militar, después de años de rearme de una de las naciones más destacadas del movimiento de los no alineados. La economía escandinava de mayor calado había reservado el 1,3% de su PIB para su Ejército en 2021, tras un lustro de incrementos graduales. Mientras, ha implorado a los socios de la OTAN poder invocar el artículo 5 del tratado militar conjunto por el que se activa la defensa colectiva de la alianza. Ante un supuesto ataque ruso que Moscú no ha descartado en su retórico belicista. "Es un paso decisivo y crucial para nuestro país", recalca la dirigente socialdemócrata.

Francia, país que se abstuvo de ser miembro de pleno derecho de la estructura armada de la OTAN desde 1966, por decisión del General Charles De Gaulle -entonces su jefe de Estado-, hasta 2009, desplegó 39.900 millones de dólares en 2021. Global FirePowell le otorga un gasto inicial para este año -sin prever las secuelas de la guerra en Ucrania- de 40.900 millones, el undécimo puesto de su ranking internacional, en el que España ocupa el vigésimo primer peldaño de una clasificación que encabezan, en términos cuantitativos, EEUU, China y Rusia, que anteceden al Reino Unido, a Alemania e India. Y cuyo top ten culminan Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí y Australia. París ha convertido los 40.900 millones de dólares en euros en el actual presupuesto en vigor, aprobado a finales del pasado año, que incluye perspectivas financieras para acelerar inversiones en Defensa "en innovación tecnológica de nueva generación".

Más madera financiera para la unidad de Europa

La Comisión Europea, en una de las medidas sobre las que delibera su colegio de comisarios tras el estallido del conflicto bélico en Ucrania, sopesa la emisión de bonos conjunta para configurar un fondo dirigido a sufragar gastos en Energía y Defensa. Iniciativa que modela el vicepresidente Frans Timmermans y que fue puesta en conocimiento de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en la reciente cumbre de Versalles.

Sería otra pica más en la mutualización de la deuda como la que se fraguó para sufragar los desembolsos asociados a la crisis sanitaria del coronavirus en el que la prima de riesgo entre el bund alemán y el bono italiano a diez años apenas saltó en 11 puntos, hasta los 150 de diferencial, durante la parte más compleja de la epidemia, en 2020. "Estoy completamente seguro que el mayor peligro sobre la seguridad europea desde la Segunda Guerra Mundial acabará recibiendo apoyo de nuestros líderes, que asumirán como necesaria la adopción de nuevas vías de financiación que refuercen la transición energética y la revisión de las estrategias defensivas del continente", dijo Timmermans a Bloomberg Televisión.

El contexto coyuntural es cada vez más urgente. Con una mayor factura de pago del gas licuado procedente de EEUU para consumo inminente, pero también para hacer acopio de inventarios, y que podría elevar el cheque emitido por Europa hasta los 70.000 millones de euros. Un fuerte incremento si se compara con los 10.000 millones de los años precedentes, explican en Bruegel. Mientras, Alec Phillips, de Goldman Sachs, incide en que los dirigentes europeos deberían cerrar iniciativas para asegurar el abastecimiento energético y la seguridad de sus fronteras que eviten una caída en una recesión profunda en el segundo trimestre bajo una espiral inflacionista.

Estas dos premisas han sido enfatizadas por el ministro de Finanzas eslovaco, Igor Matovic, para quien se requieren "varias decenas de miles de millones de euros para fortalecer la Defensa europea y ser energéticamente autosuficiente respecto a EEUU y totalmente independiente frente a Rusia". A su juicio, la emisión de bonos conjuntos de la UE "va en la dirección correcta" y resulta ser un mecanismo de "cooperación y de transferencia de ayudas entre socios con más y menos poder económico y financiero".

Una consolidación de fuerzas que Thomas de Maizière, ministro de Interior y Defensa durante el amplio periplo de Merkel en la cancillería alemana, también apunta en el orden geopolítico. Porque -señala Maizière en Foreign Policy- la afrenta belicista de Putin "ha unido a Occidente en torno a la OTAN" y alrededor de una "nueva y más intensa política de Defensa en el seno de la UE". Para parar a Putin y su guerra -matiza- los países aliados más tarde o más temprano deben dejar de comprar petróleo y gas a Rusia "aunque suponga un perjuicio enorme", ya que Europa adquiere unos tres millones de barriles rusos diarios, y EEUU, otros 700.000. "Y revertir estos flujos traerá, a buen seguro, inflación y recesión cuando nuestras economías y sociedades despegaban con fuerza en el ciclo de negocios post-covid".

Enlace relacionado Publico.es (21/03/2022).