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La crisis ahoga a las familias numerosas: "Les pedimos duchas rapiditas y que usen la linterna del móvil en vez de dar tantas luces" (28/09/2022).

Raquel tiene doce hijos, vive con diez de ellos, y buscan el modo de no despilfarrar.

Nada más traspasar el umbral del edificio donde viven los Bueno Suárez, en el madrileño barrio de Ventas, ya se escucha el bullicio procedente de la primera planta. La algarabía se adueña de la escalera incluso antes de abrir la puerta del piso de 75 metros cuadrados y cuatro habitaciones en el que residen Jesús y Raquel con diez de sus doce hijos, reunidos de manera excepcional para despedir a una de ellos, Noelia, antes de su partida a Brasil para realizar unas prácticas. Celebran, pero en el subconsciente sobrevuela la crisis económica que castiga al país y, con especial saña, a las familias numerosas.

"No siempre hay este jaleo", reconocen, pues rara vez coinciden tantos miembros de la familia al mismo tiempo en casa salvo para dormir. Con edades comprendidas entre los 12 y los 26 años, los hijos de este matrimonio que todavía viven con sus padres tienen sus propios ritmos, pero todos ellos han aprendido, con el paso del tiempo, la importancia de la organización y el valor del dinero. Ahora, con la inflación disparada al 10,5% en agosto y el precio de la electricidad por las nubes, Raquel, Jesús y toda su prole se afanan en esquivar el despilfarro y amortizar los recursos todavía más.

Con catorce personas en casa en los momentos en que convivían todos juntos, esta gran familia dispone de sus propios trucos y, en estas circunstancias, se esmera incluso más en ponerlos en práctica. "Con tantos hijos, siempre hemos hecho muchos pucheros para comer porque les gustan y es una comida contundente. Ahora todavía más. Si estamos siete u ocho, hacemos una bandeja con arroz y un buen cocido", explica Raquel, que recuerda que antes, cuando los niños era más pequeños, podían beneficiarse de becas de comedor y eso suponía un cierto ahorro. 

Sin embargo, aunque la comida representa el mayor desembolso para este matrimonio y han sufrido con resignación la subida de los precios, no es el único incremento al que tienen que hacer frente. "La luz y el gas están carísimos y, para reducir gastos, usamos la lavadora por la noche y los fines de semana. Le decimos al último que se acuesta que se encargue él de ponerla. Cuanto más tarde, mejor. También les pedimos a los chicos que las duchas sean cortitas, en vez de muy abundantes. Así vamos minimizando todo", relata.

"En estos momentos, les recalcamos que hay que controlar mucho las luces, que no pueden llegar por la noche y darlas todas. Los chicos tienen esta manía de encender y encender. Yo ya les dije que no iba a ser la 'apagaluces' de nadie y que no puedo pagar en esto más de lo que ya pago, así que me planté y les pedí que cogieran sus móviles y usaran la linterna, que iban a manejarse perfectamente. Cuando los veo por ahí con el teléfono y parecen fantasmas, me hacen mucha gracia, pero ellos han interiorizado el mensaje", abunda.

No obstante, hay cosas a las que Raquel y Jesús se niegan a renunciar. "Para desayunar y cuando vuelven del cole, los chicos toman leche con Cola-cao y cereales o galletas. Algunos incluso se beben un vaso por la noche. A mí me encantaría comprar Pascual, pero es la más cara, y cojo la que está en oferta. Lo que no voy a hacer es quitársela a los chiquillos si les gusta, porque no me da la gana", afirma.

Todos estos gastos extra reducen al mínimo la cantidad disponible para ocio, apunta Raquel: "¿Qué hacemos los fines de semana? Damos una vuelta por el barrio, por ejemplo, pero nada de irnos al cine. Si fuéramos mis cuatro hijos pequeños, mi marido y yo, sería una pasta. Los invitas a una Coca-cola o lo que sea y ya está", dice.

Menos facturación en el trabajo

A los Bueno Suárez, la actual crisis económica no les ha afectado únicamente por el aumento de los precios, sino también por la disminución en la facturación de su propio negocio. Cuando hace unos años Jesús fue estafado y perdió su empresa de importación de bacalao procedente de Islandia, la familia se arruinó y tuvo que reinventarse. Entonces nació Doce peces, dedicada al reparto de comida a domicilio: compran la mercancía en Mercamadrid por la mañana y la reparten puerta a puerta tras recibir los pedidos a través de WhatsApp. En la coyuntura actual, han visto mermados sus ingresos.

"Doce peces ha caído muchísimo, la facturación ha bajado de 7.000 a 2.000 euros a la semana. Muchas clientas han dejado de hacer encargos porque también ellas han notado la subida del coste de la vida. Hay algunas que tienen un nivel más alto y siguen pidiendo, pero otras no. Es normal porque, aunque el producto que ofrecemos es muy bueno, les va a salir más caro", detalla Raquel, que trabaja en Doce peces con su marido, pero lo compagina con un empleo en una tienda de ropa.

Para maximizar las ganancias, Jesús y Raquel intentan reducir los costes también en el ámbito empresarial y lo hacen tratando de recortar en gasolina. "Cuando Jesús tiene que llevar los pedidos en la furgoneta, los aglutina para repartirlos en uno o dos días. No podemos ir toda la semana con el coche para arriba y para abajo y salir una mañana para entregar solo un paquete", destaca.

Nueve en casa

También en casa de María, en el área residencial madrileña de Montecarmelo, han comenzado a ajustar los gastos y a variar sus hábitos ante el alza de los precios. Madre de siete hijos, con la mayor a punto de entrar en la Universidad y la pequeña en primero de infantil, ha visto cómo la inflación "casi ha duplicado" el precio de la cesta de la compra. "Me ha hecho cambiar completamente la forma de hacer las cosas", reconoce.

Entre las costumbres modificadas en el seno de esta familia, se encuentran las relacionadas con el consumo y la adquisición de alimentos. "Antes hacía una compra mensual y otra cada diez días, siempre online. Ahora he decidido realizarla cada semana y presencialmente, porque las ofertas son distintas en el supermercado y en la web. Así, no hay tanta comida almacenada y disminuye el desperdicio", señala María, el rostro tras la cuenta de Instagram @nuevencasa, dedicada a consejos sobre el orden en el hogar y la organización doméstica.

El incremento de los precios en las cadenas de distribución ha llevado a esta madre, empleada en el departamento de calidad de una empresa de alimentación, a elaborar el menú de la semana en función de los productos disponibles y no al revés, como hacía antes. "Depende de lo que encuentro en el supermercado. Compro la fruta que está de oferta y hago lo mismo con los yogures. Antes, igual cogía de cuatro tipos, todos los que le gustaban a mis hijos. En esta situación, solo me llevo de una clase. Al que no le apetezca de ese sabor, que tome leche, y a ver si la semana siguiente tiene suerte y su preferido está rebajado", ahonda.

Ahora bien, como Raquel y Jesús, también en el hogar de María se permiten ciertas licencias. "Hay algunas cosas con las que no soy tan estricta y lo adaptamos un poco. Yo me dedico a la alimentación y pienso que la comida está para disfrutarla, no solo para llenar el estómago; así que de algunas cosas prescindimos, pero de otras seguramente no haga falta", subraya.

Aumento en la factura de la luz

Sin embargo, las estrategias para reducir el desembolso no termina en el supermercado. Una vez fuera de los lineales y de las cámaras frigoríficas, los productos hay que prepararlos y ese proceso involucra otro de los bienes más afectados por la subida de los precios: la electricidad. Las facturas de la luz llevan al alza año y medio y, para amortiguar sus consecuencias, María y su familia también han tomado medidas, como utilizar el horno o la plancha cuando no es un uso puntual.

"En estas circunstancias, no encendemos el horno si no es para hacer más de una pizza o, ya que lo pongo en marcha, aprovecho para preparar también la comida del día siguiente. Lo mismo con la plancha, no la saco para una camisa, tiene que haber como mínimo cinco. Con la lavadora, parecido, y se lo enseñamos a los niños. No se mete un jersey que te has puesto media hora para salir con tus amigos y está impoluto o el vaquero porque te apetece que esté más apretadito", narra.

Todas estas herramientas resultan "fundamentales" en hogares con tantos miembros para no despilfarrar e incluso lograr ahorrar en la coyuntura de crisis económica global. Para implementarlos, estas dos madres coinciden en un punto: no solo es necesario cambiar de costumbres para ahorrar, sino que es fundamental involucrar a todos los integrantes del hogar. "Debe ser una cuestión de la familia al completo porque, al ser tantos, todo suma", resume María.

Enlace relacionado 20Minutos.es 26/09/2022.

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