Mame Cheikh Mbaye: “África entera está en duelo. Cada familia o cada pueblo conoce a alguien que ha desaparecido en el mar” (14/02/2021).

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Muy crítico con las políticas migratorias, el presidente de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias explica cómo esta organización concentra sus esfuerzos en acompañar a quienes arriban al archipiélago.

Mame Cheikh Mbaye es, desde el año 2018, presidente de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC), plataforma cuyo objetivo es promover, orientar e impulsar actividades que fomenten las relaciones y el desarrollo cultural y socio-económico entre la Comunidad Canaria y el Continente Africano. La Federación se fundó en 2006 ante la necesidad de aunar las múltiples asociaciones de más de diez países africanos, sobre todo de África Occidental, que existían en Canarias.

Quince años después, la FAAC sirve de puente entre la ciudadanía y las entidades públicas: “tenemos dos patas —dice su presidente— una está en África, con los proyectos de cooperación. y otra en Canarias, donde se recibe a las personas migrantes y se atiende a las necesidades tanto de las personas que llevan más tiempo aquí como las que acaban de llegar”.

A Mame Cheik le gusta destacar que durante los primeros meses de pandemia se creó un Banco de Alimentos, impulsado por la Federación y con la colaboración del Ayuntamiento que está llegando a más de 500 familias. Sin embargo cada día les llegan problemas diferentes; problemas con la documentación, dificultades para la reagrupación familiar, cuestiones relacionadas con la integración, etc.

En ese sentido, el papel que, durante estos meses, ha jugado la Federación, ha sido, en comparación con otras entidades más grandes, fundamental y un gran apoyo además para estas. El equipo de la Federación se ha desplazado a los lugares de llegada y a los centros dónde se encuentran las personas que arriban a Canarias para explicarles, con mucha más cercanía y en su propio idioma, la situación.

La postura de la FAAC durante estos meses ha sido crítica, mostrando su desacuerdo en la gestión de la situación e incluso de los propios centros, pero apoyando para poder trabajar con los países de origen, viendo cuáles serían las mejores soluciones y mejorando las condiciones de quienes llegan.

El 24 de octubre decenas de jóvenes desaparecieron al incendiarse el cayuco en el que viajaban cerca de la costa de Mbour. En Senegal los movimientos sociales convocaron una jornada de duelo nacional por las 480 personas que fallecieron en tan solo una semana. A raíz de esto surgió el colectivo #480. ¿Qué influencia pueden tener este tipo de colectivos tanto en los movimientos migratorios como en las políticas con las que se abordan?

Fue una reacción natural ante algo que lleva años pasando. Desde 1994, cuando llegó la primera patera, hasta ahora, Canarias debería haber aprendido con la experiencia de todos estos años. Sin embargo, y a pesar de haberse realizado sensibilizaciones constantes sobre la cuestión, no ha habido mucha reacción por parte de la población. Incluso cuando prendió fuego aquella patera y tras las imágenes que se difundieron.

Personalmente, desde 2019 digo que África entera está en duelo. Cada familia o cada pueblo conoce a alguien que ha fallecido o desaparecido en el mar. Sin embargo hasta hace poco, se ha vivido de una manera individual y en los últimos años se han visto más movimientos colectivos. Con lo que ocurrió hace unos meses se movió algo más que, en esta ocasión, llevó a los jóvenes a organizarse para hacer algo más.

Esta situación, sumada a la falta de expectativas por el covid19 y la falta de trabajo, ha hecho que se genere un movimiento con el objetivo de exigirle al Gobierno que reaccione y haga algo para cambiar las cosas. Este movimiento trata de trasmitirle a la juventud que no merece la pena coger la patera y morir pero también, y esto es lo más importante, decirle a los dirigentes que tienen que hacer algo para que no sigan arriesgando sus vidas.

Los jóvenes no están saliendo por placer. Están obligados por varias razones como la falta de expectativas que se da en países como Senegal. Entonces piensan “puedo tener suerte. Si no tengo suerte muero pero ¿y si la tengo?”. De momento este movimiento ha tenido un éxito relativo, pero es el momento de apoyar este tipo de mensajes y movimientos.

A nivel de España, se están visibilizando los muertos, pero no solo. También se está consiguiendo que se vea lo que está ocurriendo en África. Y lo que está ocurriendo cuándo llegan aquí, la mala gestión en la llegada y la acogida, la vulneración de derechos constante, etc. Las condiciones en que estaban los chicos que llegaron a Arguineguín. Y se organizan para denunciar eso.

Estamos en un mundo globalizado en el que todos y todas directa o indirectamente somos responsables de lo que está pasando. Aunque algunos partidos lo estén usando para ganar votos, algo que no se había dado de la misma manera en España que en otros países.

Según declaraba Teo Bondyale (secretario de la FAAC) este movimiento de la juventud se podría parecer a la primavera árabe ¿crees que, movimientos como #Movimiento480 puede prender la mecha en otros países africanos y extenderse una suerte de revolución de la juventud africana?

Definitivamente, sí. Los jóvenes africanos, especialmente los jóvenes con más formación, están regresando a sus países de origen y comunicando directamente todas estas cuestiones a sus hermanos, hermanas y familiares para decirles que hay que despertarse. Porque África es nuestra África y no hay que esperar a nadie. Europa no nos va a salvar.

Las personas que están migrando son precisamente las que están en contacto con unos y otros y se están creando muchos grupos que están trabajando en ese sentido. Al menos en África Occidental, Senegal y Mali, que podrían considerarse países con pueblos hermanos entre los que si algo pasa en un país, no tardará en pasar en otro.

Todo este movimiento salió de Mali, dónde surgió un movimiento contra la dictadura y de ahí, pasó a Senegal. Una vez se comienza a extender, podría prender fácilmente también en Gambia, por ejemplo. Los problemas son parecidos y pareciera que la solución es salir de África pero la solución pasa precisamente por estos movimientos de la juventud para solucionar los problemas de África y cambiar la visión que tenemos actualmente en el continente.

La crisis del covid provocó que muchas personas, jóvenes especialmente, se decidieran a migrar, ante la falta de perspectivas. No se trata de una situación derivada solo de la crisis sanitaria, que sí ha afectado al turismo, sino que desde hace ya algunos años, en determinadas zonas de Senegal, dedicadas sobre todo a la pesca, muchas personas han tenido que salir del país ante la escasez de recursos. ¿Qué se podría hacer para revertir o al menos frenar esta situación? 

Efectivamente, la falta de turismo ha repercutido en otros muchos sectores, la economía informal se ha parado pero cabe destacar la pesca que se encontraba ya en muy mala situación debido a los acuerdos con la Unión Europea y otros países. Actualmente estamos denunciando estos acuerdos, tanto con la pesca como con otras cuestiones ya que, a pesar de que no estamos en el siglo de la colonización seguimos con ella.

La situación económica de África es consecuencia de la explotación por parte de los países europeos principalmente, en todos los sectores. Por ejemplo, en Senegal dónde no hay guerra ni conflicto, sigue habiendo una falta de expectativa total por esta cuestión. Hace unos meses la UE renovó el Acuerdo de pesca con Senegal para que países como Francia, España o Portugal pudieran segur explotando los recursos del país.

Durante estos meses, las personas que han estado llegando han sido las que trabajaban principalmente en los sectores pesquero y turístico. Y en plena pandemia y con esta situación, la Unión Europea, en lugar de buscar soluciones ante la situación, está renovando estos acuerdos. Parece mentira que no se estén teniendo en cuenta los problemas para la toma de decisiones.

Mientras, la gente te decía “he salido durante dos meses a pescar y no he conseguido nada” y ante la imposibilidad de llevar nada a casa, han decidido embarcarse. Si bien antes podían pescar no solo para comer sino también para vender, ahora hay grandes barcos de China o la Unión Europea que están vulnerando todos los derechos y están explotando los recursos.

El problema es la injusticia social. Si África sigue así como está sin posibilidades para que los jóvenes tengan un trabajo o una mínima esperanza, van a seguir saliendo, como ha ocurrido aquí en España durante los años de la crisis. Que dejen a África tener un buen nivel socioeconómico para que a los jóvenes les merezca la pena quedarse y no tener que arriesgar sus vidas. Ayudar y cooperar para general condiciones para que los jóvenes puedan seguir en sus países y tener expectativas de vida.

Los africanos tenemos que hacer esto por nosotros mismos pero también es necesario que los europeos nos dejen a los africanos hacerlo. La cooperación internacional es muy bonita pero es una mentira para seguir explotando África. Lo que llega es mucho menos de lo que sale. Hay que equilibrar eso pensando en el interés de África y de los africanos.

Nadie quiere dejar su familia y salir simplemente por salir. Nadie deja a su madre, sus hermanos, sus hijos o su mujer si no es por necesidad. Ya no por ellos mismos, sino por su familia.

¿Cuál es la responsabilidad que tiene el Gobierno de Senegal en esto y cuánta es la parte de responsabilidad que tienen los Gobiernos de la Unión Europea? 

¿Qué capacidad de negociación tienen los Gobiernos de los países africanos a la hora de negociar con la UE por ejemplo un acuerdo condicionado? La dependencia de África con respecto a Europa es muy grande. Aunque el gobierno vea que no es positivo para el país, es cierto que se aceptan muchos acuerdos. Por ejemplo, con la negociación que se hizo en la última visita de la Ministra de Exteriores española a Senegal, se negociaron los retornos de personas en situación irregular a cambio de que se pudieran reportar los derechos de pensión de los ciudadanos senegaleses.

África siempre sale perdiendo, no es una negociación equilibrada pero los Gobiernos tienen efectivamente responsabilidad también. Sin embargo, esto va cambiando poco a poco con la aparición de líderes jóvenes que tienen claro qué pueden hacer por sus países. Y va a seguir cambiando aunque sea de manera muy lenta.

¿Qué papel juegan países como China o Turquía en toda esta situación?

El objetivo común es explotar África aunque al menos, al entrar otros países en juego, tenemos más opciones. No será ya solo Europa la que explote a África sino que en base a eso se pueden negociar de otra manera las condiciones. Que al menos la presencia de estos países sea menos violenta. Por ejemplo China o Arabia Saudí están construyendo autopistas en países africanos. Al menos son infraestructuras que se están quedando en los países.

La Mi­nistra de Asuntos Exteriores, Arancha Gonzalez Laya, en la visita a Dakar que mencionabas, anunció la reactivación de las deportaciones para expulsar, en sus propias palabras, “a todas las persona que entren de forma irregular, ¿qué piensas ante estas afirmaciones?

Ya sabemos que es imposible que se hagan efectivas los retornos porque además las personas que están aquí son principalmente las que han entrado legalmente. El 80% de las personas que están en el país han entrado legalmente. Si ahora dicen que van a retornar es simplemente una cuestión política porque no se puede, efectivamente, retornar ni a la mitad de la población.

Lo único que sirve para vigilar a quiénes vas a retornar son los CIE y en la situación actual, con los cierres de centros que ha habido, la reducción del número de plazas y otras cuestiones relacionadas con el covid, no se puede controlar de ninguna manera. La propia maquinaria para deportar es ineficiente por lo que los retornos son tan solo una utopía para los gobiernos.

Deberían priorizar la acogida de manera humana de las personas que están llegando. Intentar que los jóvenes que lleguen lo hagan de manera segura y legal y dejarles ir dónde deseen, pues su deseo no es quedarse aquí. Los jóvenes que están ahí tienen la idea de que Europa es el paraíso y si sigue habiendo tantas trabas para entrar, se seguirá reforzando esa idea.

La posición que Canarias tiene con respecto a los dos continentes la colocan en un lugar privilegiado para, no solo entender las idiosincrasias de ambos sino para facilitar también otro tipo de políticas. Sin embargo, se están usando las islas como una suerte de cárcel para inmigrantes. ¿No debería Canarias formar parte de las mesas de negociación que se tienen con países como Marruecos, Senegal o Mauritania?

En primer lugar, yo estoy en contra de lo que está haciendo España; visitar Marruecos, Mauritania o Senegal. No debería ser así porque el problema no es de Senegal, ni de Mauritania, ni de Canarias, ni de España. Es un problema global. Porque las personas que salen de África no sólo salen de Mauritania, de Senegal o de Marruecos. La inmigración dentro de África es mucho más grande que la que llega a España.

Los jóvenes que llegan a Canarias, no quieren estar en Canarias. Llegan a Canarias porque estratégicamente y geográficamente Canarias es África. Se tarda menos en llegar a Senegal que en llegar a Madrid desde Canarias. Canarias es puerta de entrada a España y a Europa. Porque muchos quieren ir a Madrid o Barcelona, pero la mayoría quieren seguir hasta Francia, Inglaterra o Alemania.

La Unión Europea debería sentarse con la Unión Africana para crear políticas. África es un continente de 54 países de culturas totalmente diferentes. Lo que pasa en cada país es muy distinto y además hay conflictos entre muchos de los países por lo que las conversaciones bilaterales no generan más que conflictos y eso hace que Mauritania por ejemplo acepte los retornos de personas negras, dónde sufren mucho más racismo que en cualquier otro sitio.

Canarias debería hacer algo pero no depender de España. De la misma manera que Canarias puede tener proyectos de cooperación directamente con países africanos, debería también hacer algo en este sentido. Han pasado 26 años desde que en 1994 llegara la primera patera y Canarias debería estar preparada ante esta situación. Sobre todo ante el cierre de otras rutas. Porque si cierran las rutas del norte de África, las personas que migran buscan alternativa. Canarias debería poner en marcha toda su política de acogida e integración.

La solución está en cada uno de nosotros. Si cada uno de nosotros lucha contra la injusticia, podemos conseguir algo. Empezando desde África. Y sin depender de los gobiernos  ni de España ni de la Unión Europea. Las soluciones que salen desde abajo pueden ir creciendo hasta arriba.

Desde su experiencia y conocimiento de la acogida a través de su trabajo tanto en la REDCAA (Red Canaria de Acogida) y en su propia ONG, Fifamé, ¿qué elementos del sistema de acogida están fallando en esta crisis? 

Colaboramos con las entidades que tienen recursos para aportar lo que sea necesario. Siempre hemos creído que hay que trabajar en equipo para ser más y más fuertes. Pero hay muy mala coordinación. Algunas entidades son especialistas en acogida de emergencia, que no debería ser más de tres meses, pero sin embargo esos recursos se alargan por casi un año y esto genera que se desborde.

Las personas que se encuentran en ellos deben seguir un proyecto de integración con otras entidades que estén especializadas en este ámbito, pero no deberían ser recursos estancos porque ahora mismo, para las personas que están en los centros de acogida de emergencia, al no haber ningún proyecto ni itinerario de integración no tienen nada que hacer más allá de comer y dormir y eso genera malestar en quienes se encuentran en esa situación. Hay que gestionarlo bien.

Son muchas las familias de las personas fallecidas y desaparecidas en su tránsito hacia a Europa las que reivindican la necesidad de justicia y reparación ante estas muertes. ¿Qué repercusiones debería tener a nivel político en los países de origen un movimiento como este? ¿Qué cabría exigirles a los países de destino a fin de contribuir a la construcción de esa memoria?

Una cuestión importante y fundamental en el mundo entero, pero especialmente para los países africanos y para los africanos, es la cultura y los rituales. Las familias tienen que saber si sus familiares han fallecido o no para poder hacer los rituales que les permitan quedar tranquilos y en paz. Porque hasta que no se hace ese ritual, no se cierra esa herida. En ese sentido, aunque estén diez años sin noticias de sus familiares, tienen esperanza de que les vayan a llamar para decirles que están bien. Porque no se pierde la esperanza. Hay que valorar y aliviar un poco a esas familias.

Algunas organizaciones como Caminando fronteras o el Centro Internacional Para la Identificación de Migrantes Desaparecidos (CIPIMD) [al que Cheikh Mbaye pertenece] están haciendo su trabajo a través de las redes de apoyo que se encargan de avisar a las familias. Pero lo que nos encontramos es que no hay un lugar al que contactar para pedir información sobre las personas desaparecidas. Ni la Guardia Civil ni la Cruz Roja dan información de este tipo y eso no debería ser complicado.

El objetivo sería un banco de ADN, pero siendo eso un proyecto de mayor magnitud, se debería empezar al menos con una base de datos donde poder consultar los datos de salidas y de aquellas personas en tránsito que no han llegado. Alguna información para que las familias puedan seguir sus vidas o dejar de esperar una llamada. Y las organizaciones que hacen de intermediarias también podrían acceder a esta información para poder ayudar a las familias. Los movimientos que han surgido en los últimos años precisamente reivindican este tipo de cuestiones.

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