“Quirón triunfa a costa de que la sanidad pública funcione lo peor posible” (25/01/2023).

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Guillermo López-Arranz, neumólogo en Cabueñes y ex trabajador de Quirónsalud analiza el desembarco del gigante sanitario.

El desembarco de Quirónsalud en Xixón ha traído consigo un auténtico reguero de reacciones políticas. Mientras el Ayuntamiento gijonés y el Gobierno del Principado, pretenden transmitir una imagen de progreso, concordia y complementariedad con los servicios públicos, Podemos e IU, la Federación de Asociaciones Vecinales de Gijón o la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública, así como el sindicato Corriente Sindical de Izquierda (CSI), han mostrado sus críticas a la llegada de la multinacional, al considerar que su negocio consistirá en parasitar recursos al sector público.

Guillermo López-Arranz es médico en el Hospital de Cabueñes, especialista en neumología desde el año 2010 y conocedor, de primera mano, del “método Quirón”. Su experiencia lejos de Xixón, primero como residente en el Hospital Universitario 12 de Octubre, en Madrid, y después, durante siete años, en el Hospital Universitario General de Villalba, propiedad de Quirónsalud, le convierten en testigo privilegiado de un cambio de paradigma en la sanidad madrileña: de los centros públicos a los conciertos privados. Bajo el paraguas de quien ha vivido en sus carnes la puesta de largo del modelo privatizador de Cifuentes y Ayuso, así como la lucha incansable de la conocida como ‘Marea Blanca’, López-Arranz relata su experiencia profesional a NORTES.

Has podido vivir, desde dentro, el terremoto privatizador sufrido por la sanidad madrileña en la última década…

Apenas llevo en Cabueñes un año, desde enero de 2022. Hasta entonces mi experiencia profesional se limita a lo vivido en Madrid, tanto en el 12 de Octubre como en el Hospital de Villalba, un centro público de gestión privada, donde trabajé durante siete años. Así que me ha tocado vivir el cambio de modelo que están intentando implantar allí y que tiene su origen en la Comunidad Valenciana. También las mareas blancas que han tratado de ponerle freno. Se trata, en definitiva, de centros públicos que la administración cede a entidades privadas para su gestión. Mi paso por Madrid me ha permitido comprobar cómo este modelo perjudica a la sanidad pública y también las condiciones en las que se trabaja en estos hospitales.

¿Y cuáles son esas condiciones?

El modelo Quirón en este tipo de hospitales se basa en ganar dinero y para ello se reducen recursos, sobre todo recursos humanos. Lo que hacen es ofrecer mayor estabilidad, a través de contratos indefinidos, a cambio de peores condiciones laborales. Sueldos mucho más bajos, menos permisos, mayor carga de trabajo y presión asistencial… Lo que buscan es hacer la misma actividad, pero partiendo de menos recursos. En el caso de los médicos, las condiciones todavía tenían un pase, pero la situación era mucho más crítica en el caso de enfermeras y auxiliares. Sus beneficios salen, en definitiva, de reducir el número de trabajadores necesarios, exprimirles todo lo posible y, además, recortar en sus condiciones laborales.

¿Qué podría suponer para la sanidad pública asturiana el desembarco de Quirón en Xixón?

Hay que tener en cuenta que su modelo de negocio triunfa a costa de que la sanidad pública funcione lo peor posible. Los que trabajamos en hospitales madrileños en la época de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes vimos cómo sus políticas se centraban en dotar de menos recursos a la sanidad pública para engrosar artificialmente las listas de espera y que los pacientes fueran derivados a centros privados y concertados, fundamentalmente de Quirón. Era todo un contubernio político. Es algo que los sindicatos médicos vienen denunciando desde hace años y que, para los que trabajábamos allí, era el día a día. 

Esto, aunque a mucha menor escala, también está ocurriendo ya en Gijón. Si hay mucha lista de espera para hacer una prueba complementaria se deriva al paciente a una clínica privada, previo pago por parte de la sanidad pública, lo que supone un importante sobrecoste. Si este modelo acaba calando y se instaura en Asturias irá, sin duda, en detrimento de la sanidad pública.

¿Podría provocar una ‘fuga de talentos’ hacia la concertada?

En Madrid esto ocurría fruto de la precariedad y la temporalidad del trabajo en el sector público. Yo mismo soy ejemplo de ello. Los contratos eran muy cortos y existía una enorme incertidumbre. Quirón se aprovechaba de ello, ofrecía contratos indefinidos y todos nos íbamos para allá buscando una mayor estabilidad. Si esta situación se repitiese en Asturias, con la enorme temporalidad que hay, claro que podría ocurrir lo mismo. No obstante, la situación es diferente. En Madrid la contratación pública no está regulada. Continúa siendo a dedo, lo que beneficia mucho a empresas como Quirón. Aquí tenemos bolsa de empleo, puntuaciones y méritos. Todo está mucho mejor regulado. El contexto es, por fortuna, muy diferente al que se daba entonces en Madrid. A priori, lo tienen más difícil que allí, pero también puede ser que ellos sepan cosas que nosotros desconocemos…

El consejero de Salud del Principado, Pablo Fernández Muñiz, ha insistido en que Quirón será únicamente un servicio “complementario” y que de ningún modo dañará a nuestra sanidad pública. Sin embargo, desde determinados sectores de la izquierda se ha llegado incluso a insinuar que el PSOE esté poniendo la “alfombra roja” a la entidad para que comience a operar en Asturies, lo que iría en detrimento de la pública. ¿Temes que el modelo de centros públicos de gestión privada, tal y como ha ocurrido en la Comunidad Valenciana o en Madrid, termine por consolidarse en nuestra tierra gracias al apoyo político? ¿Hay mimbres para ello?

Desde luego lo temo. He oído esas quejas y, habiéndolo visto en otros lugares, aunque fuese con un Gobierno del Partido Popular (PP), me creo y temo que pueda ser así. No me parece en absoluto descabellado. Sin embargo, no tengo bases para afirmar que vaya a ocurrir ni para asegurar que se estén dando pasos en esa dirección. Lo que sí puedo afirmar es que hay nicho de mercado para ello. Y esto es lo que da auténtico miedo. El nivel de las listas de espera es muy preocupante. Si Quirón llega a Asturias es porque ve que aquí puede hacer negocio. De instalarse, ese modelo va en detrimento de la asistencia de los pacientes y, en general, del sistema sanitario público. Como defensor de la sanidad pública, no puedo estar más en contra.

A tenor de las cifras, lo cierto es que la sanidad privada va ganando terreno y cada vez tiene más presencia en Asturies. En 2019, un total de 152.495 asturianos tenían un seguro privado, en 2020 eran ya 155.202 y en 2021 la cifra escaló hasta los 164.481…

Más allá de los números, la cuestión de los seguros privados es una realidad que nos encontramos en la práctica clínica. Cada vez más pacientes te dicen que, al ver que su cita para una prueba se alargaba demasiado, han optado por un seguro privado. Pese a ello, creo que en general la gente está bastante satisfecha con el servicio y la atención que ofrece la sanidad pública. El principal problema, insisto, son las listas de espera. Sobre todo, a raíz de la pandemia. En mi ámbito, la neumología, lo hemos notado sobremanera. Ha sido terrorífico. Muchísimos pacientes no han sido atendidos, lo que ha provocado que las listas se engrosaran aún más. La situación sigue siendo un tanto dramática y la gente recurre a otros sistemas que les dan mayor tranquilidad porque son más rápidos. Aun así, desde mi punto de vista, no dejan de ser deficitarios. Es cierto que ofrecen una atención rápida, pero luego presentan otras muchas deficiencias.

¿A qué deficiencias te refieres?

Es importante dejar claro que existen tres modelos diferenciados. Por un lado, la sanidad pública. Por otro, la privada. Y, finalmente, la concertada. Las deficiencias de las que adolece cada una son muy diferentes. En el sistema privado las deficiencias se relacionan con la falta de determinados recursos a la hora de llevar a cabo pruebas diagnósticas o tratar a pacientes graves. Muchas veces los seguros no cubren los tratamientos más caros. El déficit, en este caso, se relaciona con que su filosofía consiste en gastar lo menos posible. Es el método estadounidense que todos hemos visto en las películas.

En el caso de la concertada es algo diferente. Desde mi experiencia, no creo que la atención a los pacientes sea deficitaria en este sentido. La ética de trabajo, vinculada al sobresfuerzo del personal, es lo que permite que esto no sea así. Siendo conscientes de eso, saben que pueden lograr una atención similar a la pública con menos recursos humanos. Aún así, no buscan la mejor atención del paciente, sino la mejor calidad percibida. Que el paciente vaya, esté contento y les deje buenas críticas. Algo parecido a lo que ocurre, por ejemplo, con la hostelería. Es un cambio de paradigma con respecto a la pública que, inevitablemente, trae consigo consecuencias. Hablamos de deficiencias que muchas veces no son tan evidentes, porque en ocasiones la calidad percibida y la real se solapan, pero están ahí. Sobre todo, como decíamos, en relación con el personal. Siempre hay menos personal del necesario en planta, Urgencias, quirófanos… Y esto, a la larga, se traduce en un peor servicio.

Y tales limitaciones conducen, en los casos más graves, al traslado de pacientes no rentables a la pública…

Así es. Se trata de una realidad que conocemos todos los sanitarios, aunque se relaciona más bien con el modelo puramente privado. Cuando un paciente se complica, ya sea a nivel de tratamiento o de atención, se deriva a la pública. El clásico ejemplo es el paciente que acude a un centro privado a operarse, la intervención se complica, pasa a cuidados intensivos y acaba siendo derivado a un hospital público, asumiendo el sistema público todos los gastos. En la concertada esto no ocurre tanto.

Hablábamos antes de la inmediatez en la atención como una de las claves de las que se aprovecha el sector privado y concertado para atraer clientes. Tal vez otra de las cuestiones a tener en cuenta para que esto no ocurra sea la flexibilidad, la adaptación de las citas y los tiempos de espera a las circunstancias personales del paciente ¿Debe la sanidad pública, al igual que ocurre en el ámbito privado, evolucionar hacia modelos más flexibles?

En parte, sí. Es cierto que la sanidad pública nunca ha destacado por su flexibilidad y tal vez podría plantearse. No obstante, en el fondo de la cuestión, se encuentran, por lo general, los derechos laborales. Todos los médicos nos hemos encontrado con pacientes que dejan de acudir a consultas o a pruebas porque en el trabajo les ponen pegas o viven en una precariedad tal que prefieren no jugársela por temor a ser despedidos. Esto ocurre a diario y no puede ser así. Todo el mundo debería poder ausentarse de manera justificada de su puesto de trabajo para acudir al méd

Con todo lo expuesto hasta ahora, ¿podemos afirmar que la sanidad pública está en crisis?

No sé si en crisis, pero está claro que la sanidad pública en Asturias, al igual que en Gijón, es deficitaria. Puede parecer que lo que digo es recurrente, porque ya se ha hablado una y mil veces de las listas de espera, hasta el punto de haberles restado importancia, pero son el gran problema de nuestra sanidad. Y un problema que, además, ha ido a más a raíz de la pandemia. En mis 15 años de experiencia profesional nunca había vivido una situación como esta. En el origen de la cuestión se encuentra, sin duda, la falta de personal y, en ocasiones, la ausencia de determinados recursos técnicos.

Para tratar de paliar estas deficiencias, el Gobierno asturiano ha dotado al SESPA de 2.126 millones de euros en los Presupuestos de 2023, la mayor cuantía de la historia. ¿Es la inversión la vía para poner fin a los males de la sanidad pública asturiana o estos responden más bien un problema de gestión?

Ambas cuestiones están íntimamente relacionadas. El dinero es imprescindible, pero hay que usarlo bien. Para reducir las listas de espera hay que aumentar el personal porque la carga asistencial es enorme, sobre todo en enfermería. También se necesita renovar equipos, adquirir otros nuevos… Para todo ello se necesita dinero. Sin embargo, por sí sola, la asignación no garantiza que ese dinero vaya a ser invertido en lo verdaderamente necesario.

Siempre se ha criticado mucho que la sanidad pública está mal gestionada, que sus trabajadores vaguean mucho y que las entidades privadas y concertadas manejan mejor estas cuestiones. Esta es una visión liberal con la que yo no comulgo en absoluto. Los trabajadores de la pública se desviven por sus pacientes. Por tanto, la mejora en la gestión no puede pasar en ningún caso por exprimir aún más los recursos humanos disponibles, sino por aumentarlos.

La cuestión de las listas de espera ha surgido varias veces en la conversación. ¿Qué papel debe jugar la Atención Primaria en su reducción?

Pese a no haber trabajado nunca en Atención Primaria, soy un firme defensor suyo. Debería tener mucho más peso en nuestro sistema. En Madrid, por ejemplo, están haciendo todo lo contrario. Se la están cargando a una velocidad alarmante. Vemos como políticamente da mucho más rédito construir un nuevo hospital, pero el día a día de la gente pasa por un médico de Atención Primaria que pueda dar una respuesta eficaz a sus consultas. Con la carga de trabajo que tienen ahora mismo, eso es impensable. Simplemente no pueden.

Otra forma de resolver el problema de las listas de espera, efectivamente, sería contar con una Atención Primaria más resolutiva, que pudiese acceder a pruebas complementarias con mayor facilidad, y, sobre todo, que los profesionales tuvieran más tiempo para ver a sus pacientes. También serviría, por ejemplo, para evitar que las Urgencias se colapsen con tanta facilidad. Es tan sencillo como eso. La cantidad de pacientes que atienden ahora mismo los profesionales de la Primaria es completamente absurda desde el punto de vista clínico. Hacen todo lo que pueden y más, pero están sobrecargados. Por eso se derivan tantos pacientes al hospital, a las Urgencias, a los especialistas…

Hacíamos antes alusión a la falta de personal en enfermería. Precisamente en Cabueñes, el centro donde trabajas en la actualidad, se han producido movilizaciones para denunciar la sobrecarga de trabajo y exigir nuevas contrataciones…

Sus quejas están completamente justificadas. La enfermería siempre está muy sobrecargada de trabajo. Todo el mundo lo ve. El problema es, de nuevo, el rédito político que puede dar la contratación de más personal. Con vistas a unas elecciones, vende mucho más haber implementado un nuevo sistema diagnóstico o un tratamiento super moderno que aumentar las plantillas de los hospitales. Es el gran problema en la gestión política de la sanidad pública. Y la enfermería la gran perjudicada.

Siguiendo con Cabueñes, en los próximos meses se ejecutará una esperada ampliación si todo sigue el guion previsto… ¿Cómo acogéis esta decisión los profesionales del centro?

Cabueñes debe crecer en todos los sentidos. Tanto a nivel de infraestructura como, sobre todo, en complejidad. El edificio debe modernizarse porque hay zonas que han quedado completamente obsoletas. Este es un mal endémico de todos los hospitales del país. Además, tanto por infraestructura como por personal, Cabueñes debería abarcar más de lo que abarca en la actualidad y aumentar mucho su cartera de servicios. Su potencial es enorme y debería tener mucho más peso en la sanidad asturiana. Aunque entiendo que por el tamaño de Asturias y la dispersión de su población debe existir un hospital de referencia en Oviedo, considero que el modelo clásico de derivación de todos los centros periféricos hacia el HUCA se ha quedado antiguo. Sobre todo, porque no dan abasto. Cierta centralización es adecuada. De hecho, funciona muy bien, incluso a nivel estatal. Por ejemplo, en Inglaterra. No obstante, también creo la sanidad asturiana debería apoyarse mucho más en, al menos, dos o tres hospitales de mayor complejidad, como pueden ser Cabueñes y el San Agustín de Avilés. Debemos ser más ambiciosos en cuanto a la evolución de nuestros centros periféricos. De esta forma también damos un respiro al HUCA, que mejorará la atención a sus pacientes. Es irreal centralizar casi un millón de personas en un solo hospital.

Enlace relacionado Norte.es 20/01/2023.