A la tercera ola va la vencida: los expertos piden confinar España durante más de 15 días aunque discrepan en el alcance (13/01/2021).

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Los epidemiólogos consultados disienten de Fernando Simón: hacen falta medidas para todo el país y más duras que las que permitieron doblegar parcialmente la curva entre agosto y diciembre.

- Sin embargo, unos opinan que no es necesario cerrar colegios e impedir los paseos y otros piden volver a marzo.

- Los países de nuestro entorno con los mejores datos son los que aplicaron medidas duras en todo el territorio antes de la Navidad.

Se veía venir. Los efectos de la larga Navidad española, con varias fechas señaladas en la que se producen reencuentros, comidas y cenas familiares, han disparado los contagios de covid-19 a pesar de las recomendaciones de los expertos y las autoridades, que pese a todo permitieron movilidad y desplazamientos en casi todas las autonomías. La posibilidad de la vuelta de un confinamiento parecido al que se inició en marzo, con el primer estado de alarma, lleva planeando meses en el debate público español: sin embargo, y a la vista de las cifras y de la situación de otros países, hay más motivos que nunca desde la llegada de la primera ola. Sin embargo, y aunque los epidemiólogos consultados coinciden en endurecer las medidas para lograr que la mayoría se quede en casa el máximo tiempo posible, discrepan en su alcance: hay quien cancelaría las clases presenciales y quien esperaría un poco más: quien cree que, en un primer momento, se puede empezar con cerrar los comercios no esenciales pero permitiendo movilidad, y quien opina que la única salida posible es volver a la trágica primavera de 2020 en cuanto a decisiones políticas. 

En realidad, desde el verano, los datos del avance del covid-19 en España nunca han sido buenos. No se ha vuelto a bajar de los 25/50 casos de coronavirus por 100.000 habitantes en los últimos 14 días (la llamada incidencia acumulada), el baremo que barajan los organismos internacionales para calificar una situación como "controlada" en una epidemia. Pero el ritmo de los últimos días asusta. El Ministerio de Sanidad notificó el pasado lunes 61.422 casos frente a los 30.579 del lunes anterior, que incluían cuatro días de recuento dado que el 1 fue festivo. Además, probablemente se trata de una infranotificación: los efectos de Filomena hacen que muchos no se puedan desplazar hacia su centro de salud por la acumulación insólita de nieve. La cifra de hospitalizados, pese a la dificultad de movilizar ambulancias, ha subido un 24,77% en una semana. Y la gran mayoría de regiones se encuentran de nuevo en un nivel de riesgo "extremo", según el semáforo que se aprobó en el Consejo Interterritorial de Salud. Si pasamos los números a un gráfico podemos comprobar que la curva se empina a un nivel pocas veces visto desde la aparición del SARS-CoV2 en nuestro país.

Y ahora, ¿qué hacemos? Todos los expertos coinciden en que hay que endurecer medidas desde un punto de vista más generalizado y centralista que el que se aplicó durante la segunda ola, donde cada comunidad autónoma vivía evoluciones distintas. Hay excepciones: Asturias, por ejemplo, está de celebración al ser de nuevo la región con menos incidencia acumulada y la que ha conseguido un ritmo más alto de vacunación, comparable a los países punteros de Europa en este ámbito. "La cosa está muy mal, está bastante complicada", asegura el epidemiólogo Pedro Gullón. "No es como en la segunda ola, cuando el ritmo era desigual. Ahora se está complicando bastante en todos lados", lo que, a su juicio, requiere de "medidas más coordinadas". Coincide el portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap) Fernando García: "En la segunda ola, las medidas que se tomaron fueron poco contundentes y como consecuencia bajó poco la incidencia. Se produjo cierta reducción, pero nunca bajó demasiado. Esta situación es muy peligrosa", asegura, porque con estos números "no podemos estar conviviendo con el virus". España registró este martes 408 muertos en las últimas 24 horas

La opinión del ministro de Sanidad, Salvador Illa, y del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, así como la de otros altos cargos del Gobierno, es distinta. Creen que las medidas de la segunda ola serán suficientes para doblegar a la tercera, y que se logró reducir la incidencia lo suficiente. Aunque con un matiz: "de momento". "Ya sabemos lo que hay que hacer para volver a controlar el incremento de casos, que es lo que ya hicimos en la segunda ola. El conjunto de medidas que están recogidas en la estrategia que acordamos con las comunidades autónomas son las que hay que aplicar y por eso de momento pensamos que no hay que dar ningún paso más y descartamos un confinamiento domiciliario", declaró Illa este martes. 

"No estamos en una situación similar a la de la primera ola, creo que podemos conseguir controlar esta tercera ola sin necesidad de un confinamiento domiciliario estricto como ocurrió en marzo", afirmó, por su parte, Simón en su comparecencia de este lunes, sumándose a la tesis que defendió la número dos del Ministerio, Silvia Calzón, una semana antes: no es necesario, por ahora. Pero otros especialistas creen que las diferencias con la segunda ola son palmarias: ha habido un evento de riesgo duradero en el tiempo, como la Navidad: la evolución es ascendente en la mayoría de las comunidades; y el ritmo es demasiado alto.

Dos colegios de médicos regionales se han sumado a la petición de confinamiento. El de Murcia aseguró este martes que, si bien "conlleva una privación de derechos no deseada por ningún ciudadano o institución, la grave realidad epidemiológica en la región requieren de la toma de decisiones efectivas". El de Castellón, por su parte, señaló que la saturación y el cansancio de los profesionales sanitarios lo hacen imprescindible. 

Pero... ¿qué es un confinamiento?

Tras marzo, el término, opinan varios expertos, se ha devaluado. Muchas veces se utiliza para definir realidades muy distintas. Y los especialistas consultados difieren sobre qué es, en este momento, lo necesario. Gullón sentencia: "podemos llamarlo confinamiento o no, como queramos" pero lo principal es cerrar la actividad no esencial. Eso sí: durante más de 15 días. "Toda medida que tomemos va a tener que durar más tiempo", asegura. Defiende mantener los paseos y el deporte al aire libre ("paseando no se contagia nadie", asegura) y cree que el cierre de los colegios, dado el bajo nivel de transmisión entre los niños, "es lo más extremo del mundo" y por ahora no tiene por qué ponerse sobre la mesa, teniendo en cuenta sus impactos sobre la sociabilidad de los chicos y la conciliación de los padres. 

El exdirigente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Rafael Bengoa cree, sin embargo, que hay que volver a marzo en todos los aspectos. "Más bien de tres semanas y hacerlo compatible con que la gente pueda ir a vacunarse", considera. Es taxativo: "Sin colegios. El virus nos dice que no hay refugio. Las medidas a medias son respetables, pero no está funcionando. Es como si le dieras a un paciente con una infección bacteriana grave solo media dosis de antibiótico a sabiendas, a ver lo que pasa. O a un paciente con cáncer la mitad de la quimioterapia". 

El virólogo Carlos Pereira, entrevistado por Nius Diario, ha ido más allá: apuesta por dos meses de encierro. "Exactamente igual que el de marzo, combinado con unas medidas de desescalada más estrictas que las que tuvimos a partir de mayo". Asegura que "solo así conseguiremos, además de doblegar la curva de contagios, vencer al virus", teniendo en cuenta la campaña de vacunación. Otros especialistas, sin embargo, consideran que, dado lo que sabemos del patógeno, ni la prohibición de pasear ni la clausura de los colegios son esenciales para reducir la transmisión: así lo han entendido varios países vecinos. 

¿Qué está pasando en Europa?

Multitud de países de nuestro entorno, que fueron golpeados severamente por la primera ola y sufrieron la segunda ola algo más tarde que España, están tomando medidas ante el aumento de casos tras la Navidad. Portugal cerrará durante un mes todos los comercios no esenciales, aunque mantendrá abiertas las escuelas y permitirá el servicio a domicilio. Aún están estudiando qué hacer con los cursos más altos, toda vez que los menores de 12 años seguirán yendo a clase. Su crecimiento se ha disparado durante los últimos días, más que en España pero sin llegar a los desbocados niveles de Reino Unido, país donde se ha detectado la nueva variante del SARS-CoV2. El Ejecutivo de Boris Johnson ha impuesto el cierre más estricto de todos: solo se permite la salida del hogar por un "motivo esencial", entre los que se incluye pasear, hacer ejercicio, labores de cuidados o la imposibilidad de mantener la convivencia debido a una pelea o a situaciones de violencia. 

Los países con los mejores datos (dentro de la emergencia generalizada) son los que aplicaron medidas duras en todo el territorio antes de la Navidad. En Francia estuvieron con todos los establecimientos cerrados durante noviembre y parte de diciembre, y aún siguen clausurados bares y restaurantes, por lo que hay pocos espacios públicos donde pueda multiplicarse la transmisión. En similar situación se encuentra Alemania, cuyo crecimiento de casos post-Navidad parece haberse frenado en los últimos días tras cerrarlo todo en mediados de diciembre. Seguirán así, al menos, hasta el 31 de enero. La semana pasada pasaron de permitir reuniones de máximo cinco personas de dos hogares a dejar solo a una persona por visita. Los colegios han cerrado. Por su parte, Italia, al contrario que España, endureció las restricciones con motivo de las fiestas, impidiendo tanto el viaje entre provincias como el desplazamiento a otros hogares durante las fechas más señaladas. Han notado un crecimiento en los últimos días, pero no demasiado pronunciado. 

¿Y qué pasa con la nueva variante?

Siguen las dudas sobre la nueva variante del covid-19 tras la alarma generalizada antes de la Navidad. En un primer momento se apuntó a que era un 70% más transmisible, pero nuevos estudios han rebajado la cifra. "Se están peleando entre el 30% y el 50%", confirma Gullón. Este lunes saltó la polémica por unas supuestas predicciones de Fernando Simón, en las que parecía pronosticar que la mutación no tendrá demasiado impacto en España. Sin embargo, como explica Maldito Bulo, se refería a los datos actuales de la evolución del coronavirus, no de los futuros. 

Los expertos coinciden en asegurar que la variante podría complicar la lucha contra la pandemia, pero que no es ni el único factor ni el más determinante. Aunque avisan: en España falta capacidad de diagnóstico para saber si la variante circula con asiduidad. "No estamos haciendo una vigilancia estricta de la variante, creo que tenemos que mejorar en estas semanas", asegura Gullón. García le pone cifras: en Dinamarca, el 20% de las muestras recogidas incluyen un análisis del genoma. En Reino Unido es del 10% y en España está por debajo del 10%. Advierte: "mientras no se tomen medidas drásticas, al transmitirse más fácilmente se convierte en la variante predominante porque va desplazando al resto. Al final, si se convierte en la predominante, significa que va a haber muchos más casos", es decir, más hospitalizados y más muertos, aunque no aumente su letalidad. 

En todo caso, Gullón llama a no utilizar la nueva variante para esquivar responsabilidades. Es un factor de muchos. Podemos seguir frenando la transmisión del virus: no se ha convertido en imposible. "Es un elemento más que no hay que ignorar ni despreciar, pero tampoco convertirlo en un eje central". 

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