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Las vacunas españolas contra el coronavirus que avanzan en la sombra (01/02/2021).

Las vacunas españolas son más efectivas, más estables y buscan una mayor inmunidad, pero cuentan con equipos más reducidos y menos financiación. Sin embargo son un antídoto para no depender de las multinacionales.

En el equipo de Isabel Sola, codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabajan 14 personas en busca de la vacuna contra el coronavirus. De esas 14 solo cuatro cuentan con plaza fija estable. “Tenemos a gente con 20 años de experiencia con contratos temporales”, explica. En el equipo de Vicente Larraga, profesor de investigación en el CSIC que prepara la vacuna en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, son seis personas, más otros nueve apoyos externos. “Yo soy el único en plantilla, pero estoy jubilado”, advierte. El investigador Juan García Arriaza, del equipo liderado por el virólogo Mariano Esteban, dibuja una situación parecida. “Somos 11 personas en el laboratorio, todos tenemos contratos asociados a proyectos. Y esta es la situación característica de los científicos en España, contratos inestables y temporales”.

Estos tres equipos trabajan con ahínco para conseguir la vacuna española en el CSIC. Vacunas que buscan una mayor efectividad que las que actualmente hay en el mercado —la de Pfizer presenta un 95% y la de Moderna ronda el 94%—, mayor inmunidad y más estabilidad en el transporte. Alguna lleva el mismo tiempo en estudio que las de las multinacionales. Sin embargo, cuentan con equipos más reducidos y menos financiación, especialmente tras la fase preclínica.

“Nuestros laboratorios están bien financiados para el descubrimiento, la fase preclínica. Pero las siguientes fases son muchísimo más caras. No estamos preparados en España para la fase del desarrollo. Por ejemplo, cualquier empresa que está desarrollando ya la vacuna ha recibido en torno a 2.000 millones de euros para abordar la demanda económica del proyecto. En nuestro caso, uno o dos millones. La diferencia es muy grande”, explicaba el virólogo Luis Enjuanes, que lidera el equipo de Isabel Sola, durante su intervención en el webinar ¿Hay ya vacuna? El reto de 2021, organizado por la Fundación Alternativas.

“Los candidatos a vacunas en España no tienen nada que envidiar a otros candidatos. Somos eslabones de una cadena que necesita otros elementos. Hace falta tejido productivo, no hay muchas empresas farmacéuticas nacionales. Se necesitarían más compañías que trabajaran en el sector de la salud”, explica Sola, mientras valora que la existencia de una farmacia pública podría ser algo a estudiar. “Cualquier fórmula que funcione es bienvenida. Hay un buen nivel a pequeña escala, hay que ampliarlo y desarrollarlo”.

Vacuna con replicones de ARN

En el laboratorio de Sola se trabaja con replicones de ARN, fabricando el virus del SARS-CoV-2 de manera artificial. “En los mamíferos nuestra información está en el ADN, que se encuentra en el núcleo celular. Desde el núcleo se produce un mensajero, que es el ARN mensajero, este se va al citoplasma y ahí es dónde se producen las proteínas. Los virus son organismos muy simples y su información está en forma de ARN. Las vacunas de Pfizer y Moderna inoculan ARN mensajero del virus que expresa una proteína S, la de la espícula (cubierta), que es la llave que permite la entrada del coronavirus en las células humanas. Nuestro replicón lleva esa proteína S y otras más, que contribuyen a dar una respuesta más completa. Además, la nuestra tiene capacidad para replicarse, la dosis que es necesaria administrar es mucho más pequeña”, explica de manera didáctica Isabel Sola. Tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna requieren de dos dosis de administración y, además, han de ser conservadas con temperaturas bajas (-80 y -20 grados respectivamente).

Su laboratorio lleva trabajando 35 años en el mundo de los coronavirus. Con esta técnica consiguieron una vacuna para el síndrome respiratorio de Oriente Medio, el MERS, con un 100% de eficacia. “Conseguimos inmunidad esterilizante que impide que el virus llegue a infectar”, anuncia. “Las vacunas que ya están en el mercado son unas moléculas muy sencillas. Nuestro desarrollo es más complejo, es autorreplicativo, cuesta más generarlo mediante ingeniería genética. De ahí que nos haya llevado también más tiempo”, explica.

Sola asegura que esperan resultados igual de esperanzadores en la fase de experimentación que empezarán de manera inminente con animales. Tras esto habría que hacer el ensayo clínico en humanos, que consta de tres fases. “Y esto va a asociado a que tengas a una compañía que ya pueda producir la vacuna. Ya estamos estableciendo contactos para poder hacerlo a lo largo de 2021, esperemos que nuestra candidata se confirme como una posible vacuna durante este año”, vaticina.

Con una molécula sintética de ADN

Vicente Larraga y su equipo preparan otra vacuna basada en una molécula sintética de ADN en la que se introduce el gen de la proteína S. “La idea es que la molécula se introduzca en el ADN del núcleo celular y se exprese para que se produzca la proteína del virus, el cuerpo la reconozca como extraña y se genere una respuesta de inmunidad. El mecanismo es el mismo que con ARN pero empezamos en un paso anterior. Usamos ADN porque, mientras el ARN es una molécula muy lábil y se rompe fácilmente, por lo que necesita temperaturas muy bajas de conservación, la nuestra es estable a temperatura ambiente, lo que facilita su transporte”, explica el integrante de este equipo. Su laboratorio lleva 30 años investigando y han conseguido ya una vacuna contra la leishmaniosis basada en la misma técnica.

Llevan desde principios de abril con este desarrollo y asegura que, tras las primeras pruebas en animales, han conseguido resultados muy prometedores, “mejores que los que hay ahora en el mercado”, adelanta. Y ya cuentan con una empresa para empezar a producir de cara al inicio de las fases de experimentación, la gallega Biofabri.

“Estamos preparando con la empresa el inicio de las fases I y II en febrero o a primeros de marzo. Para la fase III hay que ponerse de acuerdo con una organización que tenga capacidad y que la financie. Para una fase III pequeña son necesarios unos 20 millones de euros. Para esto necesitaremos a una empresa más grande, lo más probable es que Biofabri se ponga en contacto con una multinacional. En España hay muy pocas empresas que lo pueden hacer”, confirma este investigador, quien también ansía un mayor tejido productivo en este campo para poder ser independientes.

A través de otro virus atenuado

Mientras tanto, el grupo Poxvirus y Vacunas del CNB-CSIC prepara el tercer modelo de vacuna, el que camina más avanzado, según confirma el investigador Juan García Arriaza. El estudio, que ya está publicado en la revista Journal of Virology, usa una técnica basada en un vector viral, utilizando un virus atenuado de la familia de los poxvirus, conocido como Vaccinia (MVA). En este virus se introduce genoma del coronavirus con la información sobre la proteína S, para que, una vez dentro del organismo, se exprese y active la respuesta inmune. “Es similar a lo que están haciendo en la vacuna de la Universidad de Oxford con AstraZeneca. En su caso ellos usan adenovirus. Estos virus son seguros no replican en humanos. Se utilizó en los años 70 para generar la vacuna contra la viruela. Llevamos trabajando con ellos muchos años como candidatos a vacunas frente a un gran número de enfermedades virales como VIH, hepatitis C, ébola... y han demostrado eficacia en modelos animales”, relata García. Gracias a su alta atenuación, esta vacuna se podría administrar a todo tipo de población, incluyendo a personas con inmunodeficiencias. Además, no requiere de temperaturas bajo cero para ser transportada.

“Yo llevo 14 años en el laboratorio y Mariano Esteban, el jefe de equipo, 30. Cuando se detectaron los primeros casos de covid-19 en diciembre de 2019 ya nos pusimos en alerta. El 10 de enero se publicó la primera secuencia del virus y nos pusimos a trabajar en ello. Generamos una secuencia sintética y luego nos pusimos a fabricar nuestros virus reconvinantes. En abril comenzamos los ensayos con ratones, fuimos pioneros en esto. Primero en ratones normales y luego en ratones transgénicos (humanizados). Una sola dosis de la vacuna es capaz de proteger al 100% de los ratones de la infección y es capaz de impedir la replicación del virus en los pulmones. Son resultados muy prometedores y nos ponemos en la primera línea”, explica.

Este laboratorio también ha comenzado las conversaciones con la empresa Biofabri y tantean que de manera inminente comenzarán con la fase I, pues ya se están fabricando los primeros lotes de vacuna. “Nosotros empezamos a generar los candidatos a la par que Pfizer y, sin embargo, el no haber tenido en España una red de empresas conectadas con laboratorios, una infraestructura para permitir desarrollar vacunas, ha impedido que pudiéramos obtener vacunas en tiempo más corto. En España no había empresas que produjeran este tipo de vacunas. Biofabric ha tenido que reorientar su producción empezando de cero”, manifiesta este investigador.

Un agujero en la financiación

Los tres investigadores coinciden en que conseguir una vacuna española es importante para caminar hacia una producción propia que permita desligar nuestra demanda de las multinacionales. “Es una ventaja estratégica, no dependes de nadie, no dependes de que llegue un avión. Todo gobierno debería tener la capacidad técnica de desarrollarla y fabricarla”, expresa Vicente Larraga. “Apostemos por la tecnología propia, tenemos muchos tipos de vacunas para no depender de otros. En los próximos meses habrá problemas de abastecimiento. Una industria propia va a generar puestos de trabajo, con empresas que van a tributar en España y van a generar un beneficio a la sociedad”, añade Juan García. Es también una manera de reinvertir el dinero público que se ha utilizado en la investigación.

Sin embargo, la inversión en I+D+i del Estado cayó en picado tras la crisis y aún no se ha recuperado. De los 9.673 millones de euros que se invertían en 2009 se pasó a 6.394 en 2012, según los datos del Observatorio Español I+D+I (ICONO). En la actualidad, España dedica un 1,2% del PIB a estos menesteres, porcentaje que sitúa a nuestro país a la cola de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), superado por otros como Estonia (1,3%) o Portugal (1,32%). “Hoy padecemos esas consecuencias —lamenta Isabel Sola—. Con motivo de la pandemia ha habido una inyección, pero siguen persistentes problemas como la precariedad de la plantilla“, insiste. “Se necesita más inversión en ciencia para que gente que está haciendo un trabajo excelente se pueda estabilizar. Mucha gente prefiere irse a trabajar a otras cosa o emigrar al extranjero. El problema es que se vaya despoblando la ciencia y que luego cuando haya que responder a problemas, como el actual, no estemos preparados. Y de esta situación debemos de aprender a futuro”, concluye.

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FASES DE UNA VACUNA

1. Fases Preclínicas: Ensayos in vitro y en modelos animales (habitualmente en dos modelos de animales).

2. Fases clínicas (son obligatorias): Se emplean dos grupos, uno recibe vacuna y otro placebo.

2.1 Fase I, pequeño grupo de voluntarios (se valora toxicidad y dosis).

2.2 Fase II, un número mayor de participantes (100-200). Se siguen valorando efectos secundarios y respuesta inmunitaria.

2.3 Fase III, número alto de voluntarias (30.000-40.000). Se valoran efectos adversos y grado de eficacia. En este caso a estas personas se las va analizando cada cierto tiempo y se estudia si se infectan o no por el patógeno.

Enlace relacionado ElSaltoDiario.com 01/02/2021.

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