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COVID-19 y salud mental: más ansiolíticos, más llamadas al 061 y pocos psicólogos (08/02/2021).

Entre abril y mayo de 2020, el Sistema de Emergencias Médicas recibió un 130% más de consultas sobre depresión, malestar emocional y ansiedad.

Los 11 meses de pandemia, el confinamiento y la incertidumbre de un mundo en crisis han afectado a la salud mental de una parte de la población de una u otra manera. En Catalunya, en 2020 ha aumentado todavía más el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, se han disparado las llamadas al Sistema de Emergencias Médicas (SEM) por motivos psicológicos y ha crecido el diagnóstico de cuadros de depresión o de malestar emocional. Así consta en las respuesta del Departamento de Salud a una amplia petición de derecho de acceso a la información pública realizada por CRÍTIC, así como en los datos recopilados por el Sistema de Emergencias Médicas.

Las consultas relacionadas con trastornos de ansiedad incrementaron un 136% en los meses de abril y mayo del año pasado, según la información facilitada por el SEM. Pero el dato más desesperanzador es que Catalunya y el Estado español se sitúan a la cola de la Unión Europea en la tasa de psicólogos y psiquiatras por habitante de la sanidad pública. Seis psicólogos por cada 100.000 habitantes en el sistema público. En el resto de Europa, la ratio media es de 18 por cada 100.000.

Los primeros datos sobre salud mental y pandemia ya mostraban un incremento de los niveles de malestar emocional y angustia compatibles con situaciones de terrorismo o catástrofes naturales. Ahora, por primera vez, CRÍTIC publica datos oficiales concretos y actualizados sobre los problemas de salud mental de la población catalana como consecuencia de la pandemia de la COVID-19.

Se duplican los casos de depresión severa

Durante el año 2020, la situación de pandemia y el colapso de los servicios sanitarios han hecho caer de manera pronunciada las consultas en ambulatorios tanto por trastornos de ansiedad (-44%) como por trastornos depresivos (-42%). Pero, si comparamos estos datos con los resultados del Cuestionario de salud en tiempo de confinamiento por el coronavirus, realizado por la Agencia de Salud Pública, constatamos que esta caída no va acompañada de una mejora en la salud mental de la población. De hecho, todo lo contrario.

Durante el confinamiento, la sintomatología por depresión severa referida por las personas encuestadas pasó de un 7,2% a un 22,8%. En el caso del malestar emocional, se incrementó desde un 26,2% hasta un 74,8%. De la misma manera, a lo largo del año el 061 recibió un 70% más de llamadas de personas que referían problemas de salud mental. El incremento fue de un 130% más los meses de abril y mayo. Los datos del SEM también muestran que las llamadas relacionadas con trastornos de ansiedad se incrementaron un 136%. La subida más grande fue la del mes de abril, con un 308% más de llamadas que el mismo de 2019.

Entre las consultas que se han incrementado más durante los meses de confinamiento están las relacionadas con conductas suicidas o lesiones autoinfligidas (un 54% más entre marzo y septiembre de 2020 en comparación con el mismo periodo del 2019) y las relacionadas con alcohol y drogas (un 35% y un 15% más en mayo y junio respectivamente, con una caída significativa el resto de los meses).

Las consultas sobre psicosis, depresión, trastornos de personalidad, demencias y trastornos cognitivos también incrementaron durante el periodo de abril a septiembre. El aumento fue especialmente significativo los primeros meses de la crisis y del confinamiento: entre los meses de abril y de julio hubo incrementos de entre un 40% y un 50%, mientras que a partir de septiembre se observa un incremento más moderado, entorno a un 15%.

Durante el mismo periodo, el SEM activó un servicio de soporte emocional para la ciudadanía que recibió, desde abril y hasta septiembre del 2020, 8.952 consultas telefónicas por salud mental. Un 85% de las consultas se hicieron durante los meses de la primera ola y de confinamiento estricto.

Se triplica el uso de tranquilizantes y de somníferos

El uso de medicamentos (con y sin receta) para la salud mental, como tranquilizantes, sedantes y somníferos, se triplicó en Catalunya a causa del confinamiento, según el Cuestionario de salud en tiempos de confinamiento por el coronavirus. Si lo comparamos con2017, el consumo de medicamentos con receta médica pasó de un 5,9% a un 17,7%. Estos datos coinciden con los del informe estatal Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento, en el que un 18,3% de las personas participantes en el estudio argumentó el consumo de medicamentos por problemas de salud psicológica.

Si lo comparamos con los datos del Departamento de Salud, 2020 constata un aumento en las recetas de medicamentos por cuestiones psquiátricas respecto a años anteriores: la media de benzodiazepinas (un tipo de ansiolítico) recetadas mensualmente durante 2020 fue de un 3% más que el 2019. Las recetas de antidepresivos crecieron entre un 3% y un 4% según el tipo. En el caso de las recetas de ansiolíticos, veníamos de unos años de bajadas durante el periodo 2013-2017, con un repunte constante de su uso a partir de 2018.

En cambio, con los medicamentos contra la depresión, el crecimiento de la media mensual de recetas desde 2013 es bastante espectacular y constante: los inhibidores de la serotonina habrían crecido un 11%; los inhibidores no selectivos de las monoaminas, un 15%, y el resto, un 43%.

Este aumento del uso de medicamentos ansiolíticos y antidepresivos también se refleja en el número de consultas ambulatorias. Según los datos del Departamento de Salud, en 2019 las consultas ambulatorias por trastornos de ansiedad habrían aumentado un 3% respecto a 2016; pero, si se comparan con 2017 y 2018, cuando habían bajado respecto a 2016, la subida es de un 13%.

En el caso de los trastornos depresivos, la situación es similar: las consultas ambulatorias en 2019 habrían caído un 3% respecto a 2016, pero habrían subido un 14% respecto a los dos años anteriores. Los datos globales en este aspecto de 2020 todavía no están sistematizados, según la respuesta facilitada por el Departamento de Salud a CRÍTIC.

La infancia también padece el aislamiento y el duelo

Según la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes, el confinamiento causó síntomas de depresión o de ansiedad a uno de cuatro menores aislados. Según UNICEF, un 85,7% de los familiares de personas de 3 a 18 años de España e Italia detectaron cambios emocionales en los niños y niñas a raíz de las medidas de contención de la pandemia. Además, en su estudio sobre el uso de las redes sociales y salud mental adolescente también detectaron un aumento de las conversaciones relacionadas con la angustia (de un 11% a un 31%).

El estudio de Save the Children ofrece, además, una visión de clase adicional: un 25% de los niños de las 2.000 familias de rentas bajas entrevistadas en el Estado español mostraron niveles más altos de angustia, estrés y miedo.

Los profesionales sanitarios al pie del cañón

Los profesionales de la salud son, de entre todos los trabajadores, uno de los grupos más afectados en el ámbito de la salud mental. Según el meta análisis de 117 estudios diferentes de Atención Primaria de Mallorca y del Instituto de Investigación Sanitaria Islas Baleares, este colectivo presentó un 40% de estrés agudo, ansiedad (30%), depresión (24%) y estrés postraumático (13%).

Uno de los casos más paradigmáticos fue el del personal del Hospital de Igualada, donde sufrieron uno de los brotes más graves de COVID-19 durante la primera ola. En un estudio de seguimiento se constata que un 71,6% de los trabajadores del Hospital informaron de síntomas de ansiedad (un 31,4%, entre moderada y grave); un 60,3%, de depresión (un 12,2%, entre moderada y grave), y un 14,6% reportaron síntomas de estrés agudo, con un aumento del riesgo a sufrir estrés postraumático.

Según la encuesta realizada por Affor, una gestora de riesgos psicosociales en el trabajo, un 71% de las personas trabajadoras en general presentaría alteraciones en el sueño y un 61% mostraría nerviosismo, irritabilidad y tensión. Además, un 29% mostraría síntomas de trastorno por ansiedad. El mismo estudio también muestra que un 41% de los participantes tiene alteraciones en tres o más síntomas por posible ansiedad y depresión.

Tres veces menos psicólogos que en el resto de Europa

Todo el Estado español sufre una falta de recursos crónica para atender a personas con problemas de salud mental: 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes en el sistema público. En el resto de Europa, la ratio es de 18 por cada 100.000 personas. En el caso de psiquiatras, según los últimos datos del Eurostat (2016), hay 10 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, una cifra que coloca a España solo por delante de Turquía y Bulgaria.

Si se tiene en cuenta que, según la Encuesta de salud de Catalunya del 2019 (ESCA 2019), un 7,2% de la población de más de 15 años sufre depresión mayor o depresión mayor severa y que la ansiedad y la depresión son uno de los principales problemas de salud en Catalunya, la infradotación que se arrastra deja el país en una situación todavía más débil.

La falta de profesionales, tanto de psicología como de psiquiatría, sería una de las causas del aumento constante de medicalización, dada la falta de opciones y de seguimiento terapéutico.

El único refuerzo del cual se tienen datos en materia de salud mental ha sido el SEM. Durante los meses de confinamiento, el organismo encargado del 061 contrató hasta a 100 profesionales de salud mental especializados en situaciones de crisis y de emergencias. Desde el mes de junio, después del pico de la pandemia, trabajan en él entre seis y ocho profesionales.

Enlace relacionado LaMarea.com 05/02/2021.

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