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Cuatro buenas noticias sobre el covid-19 para despertar la esperanza cuando la fatiga pandémica apriete (19/02/2021).

Los casos están en caída libre, así como los brotes detectados en residencias, que han pasado en una semana del 11,39% al 7,51% del total.

- La vacuna demuestra su eficacia en estos centros e inmuniza con contundencia frente a la variante británica, según la vigilancia farmacológica ejercida en Israel.

- Con los medicamentos la precaución aún es la norma, pero los ensayos clínicos dan por primera vez resultados tangibles y las pruebas en ratones infunden esperanza.

No hay que confiarse. Los datos siguen siendo demasiado altos, la cifra de muertos dolorosamente elevada, y aún puede haber cambios de rumbo que desemboquen en una cuarta ola, con las variantes del SARS-CoV2 acechando. Pero, quizá pasando demasiado desapercibidas, hemos recibido en las últimas semanas varias buenas noticias que merecen destacarse por lo que implican: se empieza a ver la luz al final del túnel. Eso no implica que debamos relajar las restricciones ni las medidas individuales de contención de la transmisión. Pero nos acercan al control de una pandemia que, en muchos momentos, parecía absolutamente descontrolada. La incidencia está cayendo a buen ritmo, los efectos de la vacuna empiezan a notarse en las residencias, el mayor ensayo de fase IV del antígeno de Pfizer confirma su altísima eficacia y los tratamientos, tras meses de travesía en el desierto, comienzan a demostrarse útiles para combatir la enfermedad grave. También combaten el desánimo que, inevitablemente, atraviesa a muchos tras diez meses y medio de pandemia.

Últimamente se ha popularizado la expresión fatiga pandémica para definir los cuadros de sufrimiento psíquico que identifica buena parte de la población tras meses de restricciones y sin una certeza absoluta sobre cuándo se acabará la crisis sanitaria y llegará la "nueva normalidad" que nos prometieron en verano y duró dos meses. Ya no nos acordamos bien de cómo era salir de fiesta y no sabemos cuándo abrirán las discotecas; perdemos contacto con amigos y familiares debido al aislamiento; el paro y la ausencia de perspectivas económicas multiplican las dificultades y conducen a la pobreza; y desde las instituciones se nos sigue instando a obedecer. "La fatiga pandémica remite a un problema de resistencia de la ciudadanía, de confianza en las instituciones y en cómo están gestionando la pandemia", asegura el profesor de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Israel Rodríguez. Las malas noticias golpean.

Y las buenas pueden ayudar a salir del hoyo, aunque con precaución. El experto reconoce que "lo más eficaz para evitar la fatiga es compartir el conocimiento que se tiene", los avances que se logran, pero también "la incertidumbre". "La vacuna es una buena noticia pero también podemos caer en repetir falsas promesas y falsas esperanzas. No es una situación estabilizada y necesita de muchas medidas a la vez. Yo creo que uno de los problemas es que no se comparte eso en un debate abierto, científico y con la ciudadanía". Recogiendo el guante del especialista, aquí cuatro avances en la lucha contra el covid que no son varitas mágicas, ni los librarán del virus del golpe, pero que hacen a cada día que pasa más cerca el final de la crisis. 

Incidencia en caída libre

La incidencia acumulada (casos/100.000 habitantes) a 14 días en España está en caída libre. Este lunes se situó en 416,91, cuando el viernes marcaba 80 puntos más, y este jueves ha bajado hasta los 320 (aunque con un aumento en los casos diarios, lo que puede indicar una estabilización). Siempre se produce un efecto fin de semana que infravalora el impacto de la pandemia en el primer día laborable, pero se trata de la caída más brusca tras un fin de semana de la segunda y la tercera ola, con un descenso del 16% en los casos acumulados. Como se puede comprobar en la gráfica, el ritmo de descenso es mucho más acentuado que el de noviembre y diciembre, con medidas similares y sin aplicar un confinamiento estricto: aunque la tercera ola llegó a unos máximos que tensaron muchos hospitales como nunca antes y con registros de fallecimientos inéditos en el país desde abril que, quizá, podrían haberse evitado.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes), Fernando Simón, teme que la variante detectada en Reino Unido, B117, sea predominante en España entre mediados y finales de marzo: lo que podría aminorar el descenso registrado hasta ahora o incluso revertirlo. Pero aunque este linaje sea más contagioso, las medidas de contención son las mismas y han funcionado tanto para los británicos como para los sudafricanos, que sufren su propia mutación del coronavirus. Y la vacunación en España sigue a buen ritmo, por lo que, aunque la transmisión se haga fuerte, a buen seguro caerá tanto la letalidad como los ingresos hospitalarios asociados habitualmente a los mismos niveles de contagio.

La vacuna ya se nota en las residencias

España es el octavo país de la Unión Europea en cuanto a dosis inoculadas de la vacuna por cada 100 personas y el cuarto en cuanto al porcentaje de población con la pauta completa. Por encima de países de nuestro entorno gravemente afectados por la pandemia y con los que solemos compararnos, como Portugal, Italia, Alemania o Francia. Reino Unido nos lleva amplia ventaja, eso sí, pero han retrasado la segunda dosis y empezaron antes. Como la gran mayoría, el país decidió empezar a vacunar a los usuarios y trabajadores de residencias de ancianos. Se daban todos los requisitos éticos para priorizarlos: los más vulnerables y los más castigados por el covid. Muchas comunidades ya han terminado de inyectar las dos dosis de los productos de Pfizer o Moderna en estos centros. El 79% de ellos están completamente inmunizados. Y ya se empieza a notar.

Los brotes en "centros sociosanitarios", la categoría en la que se incluyen las residencias según la recopilación del Ministerio de Sanidad, han caído en solo una semana cuatro puntos. Representaban, en pleno pico de la tercera ola (22 de enero), el 17,88% del total de brotes detectados por los rastreadores. Una semana después pasaron a ser el 14,12%, y siguieron decreciendo: 11,39% el 5 de febrero y el 7,51% el pasado día 12. Las vacunas de Pfizer y Moderna, en principio, no evitan el contagio sino la enfermedad. Y un estudio del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs) constata que solo en el 7% de los centros donde se han inoculado las dos dosis se ha producido algún brote y los efectos están muy por debajo de lo vivido en otras olas: la inmensa mayoría sufre síntomas solo leves o permanecen asintomáticos.

No hay que olvidar, sin embargo, que España está tan adelantada con la vacunación con respecto a la mayor parte del mundo porque tiene el privilegio de pertenecer al llamado mundo desarrollado y a la Unión Europea. En muchos países de África la vacuna no llegará hasta 2022, como mínimo. El dato no solo da muestra de la profunda desigualdad global: también puede volverse en contra del Norte global si el virus sigue circulando y, por lo tanto, mutando para escapar a la presión selectiva.

El producto de Pfizer, tan eficaz como se creía

Las vacunas pasan por distintas fases antes de su comercialización, como muchos hemos aprendido durante la crisis del coronavirus. La última de estas fases, la IV, se ejecuta después de la salida al mercado: es la conocida como vigilancia farmacológica. Con amplias capas de la población siendo inmunizada, los investigadores pueden comprobar los efectos del producto sin recurrir a voluntarios y con una muestra mucho más amplia y representativa. Es lo que está ocurriendo en Israel, que está ganando la carrera de las vacunas en todo el mundo. Más del 40% de los israelíes han recibido ya alguna dosis de estos fármacos. A costa, eso sí, de la discriminación a la población palestina que se mantiene con o sin covid. Y un estudio aún preliminar ha detectado que la vacuna de Pfizer evita el 94% de los casos leves y graves del covid: una cifra muy cercana al número que anunció la farmacéutica británica tras sus primeros ensayos. Y a pesar de que la variante británica ya es predominante en el país.

A las pocas semanas de desatarse la alarma con la mutación detectada en Reino Unido, tanto Pfizer como Moderna aseguraron que sus análisis preliminares arrojaban que sus vacunas seguían siendo lo suficientemente eficaces contra este linaje. Sudáfrica, sin embargo, ha suspendido su programa con el producto de AstraZeneca tras ensayos parciales que mostraban que, en individuos jóvenes y sanos, los cuadros leves no se mostraban. sin embargo, faltan más pruebas y muchos expertos consideran que, si bien la respuesta en forma de anticuerpos que genera el organismo tras recibir la vacuna puede ser esquivada por las variantes brasileña y sudafricana, el virus mutado no escapará a la acción de las células T. También llamadas "asesinas". Que identifican y destruyen el patógeno sea cual sea su ARN. 

Tratamientos eficaces, ¿al fin?

La búsqueda de un tratamiento eficaz contra el covid ha sido mucho más ardua que la de la vacuna y aún no se perciben soluciones claras. "Todos los esfuerzos se han centrado en el desarrollo de la vacuna. La comunidad científica ha tenido que correr tanto e ir tan deprisa... no es que la búsqueda de tratamientos haya ido lento, es que la otra ha ido exageradamente rápido", asegura la vocal de la Sociedad Española de Inmunología Ibelise Barrios. Pero en las últimas semanas, con aún más precaución que con las vacunas, se han publicado avances sobre diversos medicamentos, tanto elaborados ex profeso como antiguas recetas, que hablan de eficacias con las que cualquier intensivista exclamaría de alivio. 

El pasado viernes se conocían uno de los resultados del ensayo Recovery, iniciado en Reino Unido en marzo de 2020, sobre la combinación de dos medicamentos con los que se lleva probando toda la pandemia: el tocilizumab y la dexametasona. Aseguran los investigadores que, juntos, pueden reducir un tercio la muerte de los pacientes más graves, que requieren ventilación mecánica invasiva. Para Barrios, es innegable que se trata de una buena noticia, pero hay que analizar al detalle la metodología de estos ensayos. "Hay que ver si se utilizan pacientes de las mismas características. Muchos de los problemas que hemos tenido es que si no se mide en el mismo tipo de pacientes, o en un momento de la evolución que no es la apropiada, puede ser difícil sacar una conclusión". 

Otras pruebas de las farmacéuticas muestran resultados increíbles, que ayudarían sobremanera a librarnos de la crisis... pero solo en ratones. "Hemos curado a los ratones de todo tipo de tumores y de todo tipo de infecciones", ironiza la inmunóloga, "pero del ratón al humano hay un trecho importante". Más allá de la plitidepsina, que promete aumentar en 100 veces la eficacia de los medicamentos actuales pero de cuyos ensayos en personas aún no sabemos nada, esta semana ha saltado a los titulares otro fármaco, el molnupiravir. Se administra de forma oral y no solo reduciría la gravedad de los ya enfermos, sino que podría evitar la infección y la transmisión del virus en personas sanas. "Estos son los resultados de inhibición del virus más potentes que se han observado en modelos animales", asegura su investigador principal. En todo caso, la ciencia sigue avanzando, sin prisa como sin pausa, mientras el resto intenta sobrevivir y apretar los dientes ante el último, quizá el penúltimo, esfuerzo. 

Enlace relacionado infoLibre.es 19/02/2021.

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