El aumento de contagios entre jóvenes dificulta el rastreo y amenaza con sobrecargar una Primaria bajo mínimos (07/07/2021).

  • Imprimir

"Ahora hay más casos que seguir. Si en grupos anteriores por cada positivo se seguían a cuatro, ahora podemos estar hablando de ocho o nueve", dice José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

- Algunas comunidades, como Madrid, se enfrentan a la quinta ola con un déficit estructural en sus plantillas que se agrava durante las vacaciones de verano.

- El pasado mes de mayo, CSIF calculó que eran necesarios alrededor de 9.500 profesionales en Primaria para que España alcanzase la media europea.

La quinta ola de la pandemia amenaza con resquebrajar todavía más la principal puerta de entrada del sistema sanitario. En las dos últimas semanas, la incidencia acumulada (IA) en nuestro país ha pasado de los 92,46 a los 204 casos diagnosticados a catorce días. Una escalada impulsada, principalmente, por el repunte de los contagios entre los más jóvenes. En principio, el aumento de casos entre las franjas más bajas de edad, que todavía esperan la vacunación, no tiene por qué desembocar en un agravamiento de la crisis sanitaria a niveles vistos hace meses. Por el momento, la presión hospitalaria no se ha disparado. Y la tasa de mortalidad sigue baja. Sin embargo, los expertos avisan de que puede terminar traduciéndose en un nuevo desborde de una Atención Primaria que está en los huesos. Primero, por un aumento de la demanda en los centros de salud a la que hacer frente con una plantilla mermada por el parón estival. Y segundo, por la mayor dificultad a la hora de rastrear contactos en estos grupos poblacionales.

A mediados de junio, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, comparecía para informar sobre la situación de la pandemia. "Se está observando un incremento en los grupos más jóvenes ligado a los finales de los cursos académicos y las celebraciones posteriores", avisó. Diez días después, se tuvo constancia de un macrobrote que afectaba a centenares de estudiantes que habían acudido a la isla de viaje de fin de curso. Desde entonces, todos los focos se pusieron sobre los más jóvenes. Una población entre la que se está experimentando un preocupante repunte de contagios. Según las últimas cifras del Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada entre los 12 y los 29 años se sitúa por encima de los 580 casos por cada 100.000 habitantes diagnosticados a catorce días, frente a los 250 que había hace una semana. Algunas regiones como Cataluña, Cantabria y Castilla y León llegan incluso a registrar tasas por encima del millar para la población de entre 20 y los 29 años, diez veces la media nacional.

Es cierto que la escalada, por el momento, no está viniendo acompañada de una explosión de la mortalidad o de un incremento significativo de la presión hospitalaria –la ocupación de camas a nivel nacional ronda actualmente el 2% y la de UCI no llega al 10%– . Eso no quita, sin embargo, que pueda acabar complicando la situación de los mayores de entre 60 y 69 años que aún no tienen la pauta completa de vacunación. Y no solo eso. Los expertos también advierten de los riesgos que esta nueva ola tiene para un sistema de Atención Primaria que se encuentra desde hace años en el chasis y para las patologías no covid que habitualmente atiende. Porque, explican los que saben, el incremento de los contagios entre la población joven puede terminar desbordando unos centros de salud que, para más inri, tienen que hacer frente al verano, en algunos casos, con la mitad de su plantilla habitual, que ya de por sí es totalmente insuficiente para prestar a los usuarios un servicio de calidad.

"Vemos que el aumento de contagios en jóvenes no está, por el momento, repercutiendo en la presión hospitalaria. La mayor parte de estos casos suelen ser más leves, por lo que generalmente acuden a su centro de salud", apunta Fernando García, epidemiólogo de la Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap). Y esto, continúa el especialista, puede provocar una "avalancha" que tensione la Primaria. Una puerta de entrada al sistema sanitario que, recuerda el epidemiólogo Pedro Gullón, está en un momento "muy complicado", con un "grado de saturación alto". "Se está tratando de volver a recuperar la atención de las patologías habituales que se habían visto desplazadas por la pandemia. A esto, hay que añadir un menor número de profesionales que se cogen vacaciones y a los que no se cubre. Es decir, aumenta la demanda pero disminuye la oferta", resume el autor, junto a Javier Padilla, de la obra Epidemiocracia.

Pero un incremento en el seguimiento de casos leves no es el único problema al que puede tener que enfrentarse con menos manos la Atención Primaria. A este trabajo, recuerda Gullón, también hay que añadir la carga derivada del rastreo de contactos, que según indican los especialistas puede resultar más complicado en el caso de los jóvenes, con unas relaciones sociales más intensas. "Ahora hay más casos que seguir. Si en grupos anteriores por cada positivo se seguían a cuatro, ahora podemos estar hablando de ocho o nueve", dice José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Y si encima son brotes que se producen en eventos multitudinarios, señala Gullón, todo resulta mucho más complejo. "En esos casos, es difícil saber quiénes son los contactos. El rastreo, por tanto, se vuelve más complicado. Eso sí, se puede emitir una alerta sanitaria para que los asistentes a una discoteca en la que se ha producido un brote, por ejemplo, guarden cuarentena", dice el epidemiólogo. 

Un agujero en las plantillas

La Atención Primaria, cuyas enfermeras también están asumiendo buena parte de la vacunación, lleva años en una situación extremadamente delicada. Si en 2009 el gasto público en esta materia se situaba en los 10.400 millones de euros, diez años después –último dato disponible– las regiones invirtieron 9.874 millones de euros. Una falta de inversión que se tradujo en 2019 en una ratio de médicos de 0,78 por cada 1.000 habitantes y de 0,7 enfermeros por cada millar de habitantes, algo por debajo de la media de la OCDE y a mucha distancia de otros países como Portugal –por encima de dos–, Bélgica, Francia o Irlanda. Dos años antes de arrancar la pandemia, más del 41% de los médicos de familia tenían cupos superiores a los 1.500 pacientes por profesional sanitario, una cifra que el Ministerio de Sanidad consideró como la máxima deseable en su Marco Estratégico para la Atención Primaria.

La Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF) cifraba el pasado mes de mayo en 9.500 el número de médicos de familia que España necesitaba para alcanzar la media europea. Otros cálculos rebajan esa cifra a entre 2.000 y 5.000 profesionales. Madrid es una de las regiones donde la Atención Primaria está más castigada. Con 0,68 profesionales médicos por cada millar de personas, es la segunda por la cola, solo por delante de Baleares. Todos los sindicatos hablan de "déficit estructural". Estiman que son necesarios más de dos millares de profesionales más –seis centenares de médicos de familia, 250 pediatras, 2.000 enfermeros y seis centenares de administrativos– solo para ofrecer un servicio de calidad en una situación normal. "Ahora, hay centros de salud donde un médico está teniendo que afrontar diariamente una agenda con setenta pacientes", denuncian desde Concha Herranz, de UGT. "La pandemia ha resquebrajado la Primaria, en la que ya había grietas desde los recortes de 2008", dice su homóloga en CCOO, Isabel Sánchez.

Los centros de salud de la región deberán hacer frente a la quinta ola y al aumento de la presión que puede llevar aparejada con estos agujeros de partida en sus plantillas. Sin embargo, a esta falta de profesionales hay que añadirle la merma que se produce durante el verano, donde los equipos se quedan en cuadro. "Muchos centros van a estar con menos de un 50% del personal", apunta Sánchez. Por eso, Alicia Martín, responsable de Primaria de Amyts, no esconde que están "muy preocupados". De hecho, las portavoces de los tres sindicatos señalan que ya se están produciendo algunos cierres. "No hay gente para tenerlos abiertos", dicen. El pasado mes de mayo, un Plan de Contingencia de la Dirección Asistencial Centro desvelado por El País, una de las seis en las que se divide el área sanitaria de la comunidad, planteaba el cierre de decenas de centros en la región durante el periodo estival. Desde el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, sin embargo, han rechazado en todo momento que vaya a producirse ninguna clausura.

No es, sin embargo, un problema que se circunscriba exclusivamente a Madrid. En la Comunitat Valenciana también denuncian falta de manos. Este lunes, el portavoz del Foro de Médicos de Atención Primaria, José Manel Peris, avisaba de que el porcentaje de sustituciones estaba siendo bajísimo, que el 23% del personal ya está de vacaciones y que en algunos centros de cabecera hay "cero personas" del plan de refuerzo. "Estamos bajo cero. El año pasado fue malo y este lo intuímos bastante peor", sostenía en declaraciones a Abc. Profesionales que también se echan en falta en otras regiones como Andalucía o Cataluña.

Adaptar los indicadores a la nueva realidad

Ante esta nueva realidad, los especialistas en Salud Pública, por tanto, piden adaptar los indicadores. Un nuevo escenario en el que, dicen, hay que empezar a mirar las cifras desde otro ángulo. Hace unos meses, todos los focos se ponían sobre las tasas de incidencia o de presión hospitalaria de forma general. Ahora, sin embargo, creen que hay que analizarlas por tramos de edad. La pasada semana, el Ministerio de Sanidad comenzó a ofrecer información sobre la IA por grupos etarios en sus actualizaciones diarias. Martínez Olmos lo celebra. Sin embargo, cree conveniente que las autoridades sanitarias también ofrezcan, de la misma manera, información de presión asistencial sobre la Atención Primaria. "De esta manera se podrán tomar decisiones a la hora de lanzar mensajes, a la hora de reforzar la vacunación en los jóvenes o para controlar el ocio nocturno aplicando, si la situación es grave, medidas en este sentido", apunta el profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Algunas comunidades autónomas ya han tomado decisiones para frenar el aumento de contagios. Otras, lo están estudiando. Cantabria cerró desde el viernes el ocio nocturno en 16 municipios, mientras que Navarra ha adelantado a partir del miércoles el horario de clausura de las discotecas y Baleares ha extendido las limitaciones de afores de bares y restaurantes de Magaluf, en Mallorca, y Sant Antony de Portmany, en Ibiza, según informa Europa Press.

Enlace relacionado Infolibre.es 06/07/2021.