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Barrio rico, barrio pobre: por qué la incidencia del Covid-19 sube en las zonas ricas de Madrid (22/07/2021).

¿Por qué la quinta ola del Covid-19 se ha disparado en los municipios y distritos más ricos? La movilidad y el tipo de ocio son las claves, atravesadas por los factores de clase, que determinan la incidencia a estas alturas de la pandemia en España.

La pandemia del Covid-19 que asola el planeta desde comienzos del año pasado se ha caracterizado por la imprevisibilidad debida al desconocimiento del funcionamiento del virus, sus preferencias y cómo se comporta en diferentes situaciones.

Ahora, un año y medio después de la primera ola y el gran confinamiento, la mayoría de las incógnitas se han resuelto, siempre mediante el método científico, y, por supuesto, el ensayo y error. Pero las grandes preguntas ya tienen, en mayor o menor medida, su respuesta: cómo se propaga, en qué espacios es más fácil contraerlo o a qué población le afecta más la enfermedad.

Esta quinta ola se caracteriza por surgir en medio de la campaña de vacunación masiva en su ecuador, pues el 60% de los españoles ya tienen al menos una dosis, y por lo tanto con una relajación de las medidas restrictivas motivada por la llegada del verano. Pero, ¿qué peculiaridad define principalmente a esta ola?

Hay dos factores importantes a tener en cuenta: en esta quinta ola, los mayores afectados por la infección del virus son los jóvenes y, sobre todo, de clase alta. Es decir, las personas más jóvenes y más ricas se infectan, ahora, más que otras secciones de población. Pero, ¿por qué ocurre esto?

¿Qué dicen los datos?

Los datos nos dicen que son los distritos y municipios con rentas más altas los que más incidencia acumulan estas semanas. Por ejemplo, los distritos madrileños de Salamanca, Moncloa-Aravaca o Chamberí tienen incidencias de entre 335 y 448 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Por otra parte, los distritos de Villaverde, Villa de Vallecas o Carabanchel no superan los 160 casos de incidencia.

Los primeros distritos, que tienen más incidencia, tienen las rentas más altas de todo Madrid. Por su parte, los segundos, tienen las rentas más bajas. ¿Por qué se concentran los casos en las zonas más ricas y, sin embargo, las zonas más pobres tienen menos?

El epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), Pedro Gullón, lo tiene claro: es el tipo de ocio y los viajes los que hacen que la incidencia suba en esta quinta ola. “A lo largo de toda la epidemia los factores de riesgo han tenido mucho que ver con el trabajo y con la vivienda. Ahora la situación ha cambiado y el foco ha pasado a ámbitos donde están los jóvenes, con eventos supercontagiadores en ocio nocturno, discotecas o viajes de fin de curso”.

Es lógico que en espacios cerrados, con poca o nula distancia de seguridad y sin mascarillas, los contagios son más habituales que en los eventos que se realizan al aire libre pero, ¿qué tiene que ver la renta con todo esto?

Gullón asegura que “las discotecas son de difícil acceso para mucha parte de la población, con precios de 30€, y eso no es accesible para cualquier persona de 18 años”. El epidemiólogo explica que estas actividades están atravesadas por el factor de clase “como esferificador social”. “La gente de clase más alta tiene riesgo de ir a lugares donde pueden contagiarse: porque han viajado o han acudido a eventos masivos como festivales o discotecas”.

Hace unas semanas, una de las noticias más destacadas era el brote de covid-19 en un viaje de fin de curso a Mallorca por parte de jóvenes de 18 años. “El viaje en sí no tiene por qué ser un evento supercontagiador, pero son muchas personas que iban a una discoteca y a otra diferente al día siguiente”.

El factor de clase como potenciador del contagio

Durante los primeros meses de la pandemia, a raíz del confinamiento general, se instaló el teletrabajo, que hizo que millones de personas pudieran ejercer su actividad laboral desde su vivienda, evitando así el contacto con otras personas y, por lo tanto, el contagio del virus.

Pero hubo sectores que no pudieron teletrabajar, pues o formaban parte de los sectores esenciales o su actividad laboral no podía realizarse desde la distancia. Durante esos meses, quienes más posibilidades tenían de contagiarse eran quienes iban cada día a trabajar fuera de su casa. Y estos trabajos son los más precarios y los que menor salario tienen.

“En la primera, segunda y tercera ola se han visto ejes de clase, que tiene que ver mucho con el hogar y las condiciones laborales. Había trabajos en los que estabas más expuesto, viviendas más pequeñas con más posibilidades de contagiar a tus familiares”, explica Gullón.

En estos mapas, se compara la incidencia por distritos de Madrid en dos fechas diferentes: septiembre de 2020 y julio de 2021. Durante la primera fecha, se mantenían en teletrabajo aquellas profesiones que se lo podían permitir y volvieron al lugar de trabajo aquellos que son imprescindibles presencialmente. Los primeros no usan el transporte público y no están en contacto con otras personas de manera diaria; los segundos, sí.

Así, en septiembre del año pasado, la incidencia era más alta en los distritos obreros y de menor renta como Vallecas o Carabanchel, mientras que en julio de este año, la situación se ha revertido y son los distritos de mayor renta como Salamanca Chamberí los más afectados por el virus.

Este cambio también es visible en los municipios madrileños. Por ejemplo, los lugares con más renta de toda la Comunidad de Madrid, como Pozuelo de Alarcón, Majadahonda o Boadilla del Monte, acumulan ahora la mayor incidencia, con hasta 368 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días.

Por su parte, los municipios más pobres como Parla, Fuenlabrada o Móstoles tienen menos de la mitad de incidencia que las zonas más ricas.

El ‘factor joven’

Esta quinta ola ha sido llamada por algunos como la ‘ola joven’. Pero, ¿realmente tiene sentido culpar únicamente a una generación de este pico de contagios? Pedro Gullón cree que se ha culpabilizado a los jóvenes sobremanera. “Los jóvenes no han sido más irresponsables que otro grupo de edad, han hecho lo que se les ha dicho, si ahora sube la incidencia en ellos es porque no están vacunados”.

En la Comunidad de Madrid, según los datos a 16 de julio, solo el 13,3% de los jóvenes entre 20 y 29 años tienen la pauta completa de la vacuna; con la pauta completa solo estarían vacunados el 27,8% de los madrileños y madrileñas en esta franja de edad.

El epidemiólogo cree que los españoles en esta franja de edad han sido “abandonados por la administración”. “Es normal que los jóvenes sean de los últimos grupos en vacunar, pero hay gente joven con una enfermedad crónica, como diabetes tipo 1 o enfermedades inflamatorias, que no ha sido priorizada”, asegura.

Sobre la socialización en eventos supercontagiadores, como discotecas y el ocio nocturno en general,  el epidemiólogo dice que “estamos hablando de personas en periodos críticos de socialización y que muy pocas veces se ha tenido en cuenta. No se ha ofrecido una alternativa de ocio a un grupo de población que tiene necesidades sociales que son básicas”.

Al ser preguntado sobre el porqué de este “abandono” a los jóvenes, Gullón dice que tiene que ver conque “los jóvenes tienen menos acceso al poder que otros perfiles sociológicos. Los jóvenes aguantan todo y se toman medidas que no tienen en cuenta las necesidades que puedan tener”.

En este sentido, el estudio del CIS sobre “la infancia y la juventud ante la pandemia de la Covid-19” revela que el 54,2% de los españoles piensa que los jóvenes son “ciudadanos de segunda categoría”. El 68,2 de los jóvenes entre 18 y 24 años, y el 66,9% de entre 25 y 34 años, piensan que ellos mismos lo son.

En esta línea, el estudio relata que el 88,6% de los españoles creen que “se debería tener más en cuenta la opinión de los/as jóvenes a la hora de tomar decisiones sobre las cuestiones que les afectan”.

“El juego de culpabilizar a los jóvenes es muy fácil, como la visibilización de los botellones. Me preocupa menos un botellón que una discoteca. Encima el lobby del ocio nocturno siempre va a intentar culpar a actividades que no son dentro de locales porque cuestan menos dinero”, cree Gullón.

El estudio del CIS antes mencionado también destaca que el 67% de los españoles no creen que los jóvenes “solo hayan pensado en hacer botellones”. Aun así, el 50,3% de los españoles cree que los jóvenes “han actuado de manera más irresponsable que las personas de otras edades”.

El sociólogo y coordinador del Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social, Manuel Romero, cree que “se están haciendo esfuerzos colosales por hacer pasar a los jóvenes por un grupo de irresponsables a través de la sobreexposición de acontecimientos anecdóticos y poco representativos de la juventud como grupo social”.

Romero añade que “todos los expertos han señalado en repetidas ocasiones que los focos de transmisión del virus se encontraban en otros lugares, como los centros de trabajo”, y cree que, sin embargo, “no han estado sometidos a una fiscalización tan vehemente como a la que se ha sometido la actividad de los más jóvenes”.

Y es que se han juntado varias variables que han provocado esta ‘ola joven’: la ausencia de vacuna en los jóvenes, la reapertura del ocio nocturno y los viajes de fin de curso. Así, la franja de edad de entre 15 y 29 años es ahora la más afectada por el covid-19, con enormes diferencias con los tramos de edad que, durante toda la pandemia, han sido los más afectados.

La incidencia en este grupo de edad ha aumentado en casi 500 casos por cada 100.000 habitantes en menos de un mes. Por su parte, las edades vacunadas, apenas acumulan incidencia.

Medidas ‘efectistas’ pero poco efectivas

Ante este repunte de casos, muchas Comunidades Autónomas han optado por adoptar medidas restrictivas con el fin de reducir la incidencia en sus territorios. Catalunya ha adoptado el toque de queda en 161 municipios, País Valencià en otras 32 localidades, Tenerife ha cerrado el ocio nocturno en varias islas y otras como Castilla-La Mancha o Andalucía han restringido los horarios de la hostelería.

Pedro Gullón cree que algunas de estas medidas son más efectistas que otra cosa, y que no reducen la incidencia de la mejor manera. “Las actividades nocturnas tienen riesgo no por ser de noche, sino por los lugares a los que se va. Si pones un toque de queda pero las discotecas están abiertas de 5 a 10, tampoco hemos avanzado mucho”.

Gullón cree que no hay que “normalizar el toque de queda, aunque en algún momento pueda ser de necesidad extrema. Impedir el derecho a la movilidad cuando con prohibir las actividades de riesgo podemos ver un efecto…”.

El epidemiólogo cree que “lo que pase a partir de septiembre dependerá de muchas cosas. Es esperable que a este ritmo, los aumentos de transmisión tengan cada vez menos impacto”. Pero, asegura, “esto es una enfermedad global y mientras no vacunemos a toda la población en el resto de países hay posibilidad de nuevas mutaciones que puedan darnos algún susto”.

Enlace relacionado ElSaltoDiario.com 21/07/2021.

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