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Lo público siempre llega tarde a los nuevos barrios de Madrid (04/05/2022)

El ensanche de Valdebebas sigue creciendo y ya se acerca a los 30.000 habitantes, ocho años después de que llegasen los primeros vecinos. En este PAU (Programa de Acción Urbanística) del norte de Madrid, con pretensiones de clase media asentada, suelos encarecidos y largas avenidas con múltiples carriles de circulación, empieza a configurarse un núcleo que recuerda vagamente a un barrio. Han ido brotando bares, restaurantes, farmacias y comercios en los bajos de los bloques de viviendas.

Desde el año pasado está, en un extremo, el pabellón-hospital Isabel Zendal, ahora también punto de atención a refugiados ucranianos, al lado del edificio redondeado de la frustrada ciudad de la justicia de Esperanza Aguirre. Hace unas semanas se anunció otra gran infraestructura: un hospital de Sanitas en una parcela de 30.000 metros cuadrados. Lo que sigue sin llegar, a pesar de los terrenos cedidos y años de reclamaciones, es el ambulatorio público.

Los presupuestos de la Comunidad de Madrid para 2022 volvieron a dejar fuera el centro de salud, recuerda Mirta Veiga, presidenta de la asociación de vecinos de Valdebebas. “Nos dijeron que a finales de este año o en 2023 podrían sacar la adjudicación [para las obras], cuenta. Entre tanto, la constructora Pryconsa ha anunciado que el año que viene empezará a levantar un hospital de 100 habitaciones para entregar llave en mano en 2025. ”Todos lo que tengan la tarjeta de Sanitas estarán contentos“, dice. ”No estamos en contra de lo público ni de lo privado, pero el centro de salud se está reclamando desde hace seis o siete años“, indica Liliana Ábalos, vicepresidenta de la asociación.

El modelo urbanístico de los PAU y la ausencia de un tejido social dificultan las reivindicaciones vecinales, y la batalla por lo público apenas llega a escaramuza. “Aquí es imposible organizar movilizaciones”, dice Veiga. “Somos cuatro que pedaleamos para delante”, añade. Cree que influye la edad media de los residentes, “gente joven que no tiene necesidad y llevan a los niños al pediatra privado”. A la manifestación para reclamar un instituto, del que Valdebebas también carece “solo vinieron 100”, lamenta.

Por los alrededores de la parcela cedida por el Ayuntamiento para levantar el centro de salud pasean pocos vecinos por la tarde en un día entre semana. Abuelas con niños y algunos padres que se acercan a recoger a los hijos al colegio, que hace tiempo que se quedó pequeño para la demanda. “Todo es privado”, se queja Laura, de 38 años, que se encuentra en la acera con Jennifer, de 34. Ellas, madres de tres y dos niños, respectivamente, no tienen seguro privado. Se arreglan yendo a su antiguo centro de salud, al que siguen asignadas pese a haberse mudado. El de Laura es el de Hortaleza, a 10 minutos en coche, 30 en transporte público, una hora si se le ocurriese ir a pie. Ambas reconocen que la carencia no ha generado grandes protestas. “Por el instituto hubo una ‘bicicletada”, recuerda Jennifer.

“Cada año antes de las elecciones, lo mismo”, critica Lourdes, de 35 años, unos metros más allá, que se queja de las promesas incumplidas (el PP logró entre el 50% y el 60% de los votos en las elecciones del año pasado en las secciones censales del barrio, tras barrer a Ciudadanos). Ella sí paga un seguro privado. En Valdebebas ya hay un centro médico, de Sanitas, “y se va a abrir otro”, dice. Una mujer en ropa deportiva sale de una farmacia cercana, a la que ha venido en un coche todoterreno. ¿Sabía que la parcela de enfrente es para el centro de salud? “No tenía ni idea” responde. La trama urbana invita a este tipo de desplazamientos breves en coche; son frecuentes las avenidas de hasta tres carriles por sentido. Caminando, un peatón solitario puede sentir la necesidad de excusarse ante los vehículos que frenan cortésmente ante los pasos de peatones.

Mal de muchos

La carencia de equipamientos sanitarios se repite en otros barrios de ensanche del norte de Madrid, con matices. En Las Tablas, por ejemplo, el centro de salud ya está en construcción. La Comunidad de Madrid no se dio prisa; las primeras demandas vecinales se produjeron en 2007 y las obras no empezaron hasta 2019. En estos 15 años, la población ha pasado de poco más de 10.000 habitantes a 37.000. Tres años después de la llegada de las piquetas, aún falta para que los trabajos terminen, según denuncia Lorenzo Álvarez, presidente de la asociación de vecinos. “Todavía es un esqueleto”, critica, aunque “en teoría los plazos eran dos años de obra más seis meses para la puesta en marcha”. Ya debería estar, pero en 2023 hay elecciones; vendrán a inaugurarlo antes“, dice. Con un retraso en la dotación pública que ya supera la década, la privada ha hecho caja. ”En torno al 70% u 80% de los residentes estaremos con pólizas privadas“, calcula Álvarez. HM tiene un hospital, Sanitas tiene el de La Moraleja y un policlínico grande, enumera.

También en 2007 estaban empezando a movilizarse los vecinos de Montecarmelo. El Ayuntamiento de Madrid cedió una parcela para el centro de salud ese mismo año, pero las obras se fueron demorando. En una reunión con la Consejería de Sanidad en 2018, a Alberto Navazo, presidente de la asociación vecinal, le aseguraron que la adjudicación de las obras era inminente, según cuenta. En los presupuestos de 2022, finalmente, la obra aparece presupuestada, junto a la de sendos ambulatorios en Fuenlabrada, Parla y Móstoles. Pero ya empezado abril, el solar sigue como estaba. “Ni siquiera han abierto la puerta de la valla que rodea la parcela”, se queja Navazo, que opone las carencias públicas a la “variedad y cantidad” de centros privados existentes.

La pataleta como último recurso

Las cuentas regionales también dejaron fuera a Rivas-Vaciamadrid, municipio al este de la capital. Rivas, gobernado por la izquierda desde hace tres décadas, abjura del modelo urbano de los PAU, pero también ha crecido con rapidez -más de 20.000 habitantes desde 2013- y necesita otro centro de salud. El remoloneo del Gobierno regional llevó al Ayuntamiento a ofrecerse a licitar las obras directamente. La Comunidad de Madrid lo contempló, pero se acabó echando atrás. Hace unas semanas, la corporación municipal completó un encierro de 24 horas en señal de protesta, y anunció nuevas movilizaciones. “No estamos para numeritos”, replicó el consejero del ramo, Enrique Ruiz Escudero. La Consejería de Sanidad no respondió a una consulta sobre los plazos que maneja para la construcción e inauguración de las infraestructuras señaladas en esta información.

Enlace relacionado ElDiario.es (30/04/2022) 

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