Acquisto Viagra Generico
Comprare Cialis Generico

"La libertad de expresión y el derecho a la información se han convertido en una víctima más de la pandemia" (12/04/2021).

Llevamos un año contando y actualizando a diario todas las cifras y variables de la pandemia. Los números determinan como nunca nuestras rutinas. Sin embargo, para entender la magnitud de la tragedia la fotografía se hace imprescindible, aunque parece haber quedado relegada, por algún motivo, a un segundo plano.

Llama la atención cómo desde hace años vemos en las cajetillas de tabaco las nefastas consecuencias que ese vicio tiene sobre la salud y cómo durante esta pandemia, que acumula ya más de tres millones de muertos, apenas hemos visto imágenes de la tragedia. La narrativa periodística ha decidido mostrar las calles vacías, los aplausos en los balcones, los empresarios quejándose contra las medidas de confinamiento y a los ancianos triunfantes después de ponerse la vacuna, pero, ¿y los que faltan? “Los medios de comunicación españoles han debido tener más valentía para mostrar imágenes duras, porque las había”, explica Gervasio Sánchez.

Los fotoperiodistas llevan todo este año tratando de aportar una dosis de humanidad al sufrimiento. Retratando la soledad en las miradas, la incertidumbre en las expresiones, las familias separadas por un cristal, la pausa y, en última instancia, la muerte. El proyecto Pandemia. Miradas de una tragedia pretende crear memoria fotográfica de lo ocurrido en España y América Latina durante esta pandemia de coronavirus. 26 fotorreporteros de ambos lados del Atlántico han juntado sus fuerzas y 300 de sus mejores fotografías para llevar a cabo este proyecto altruista, cuyos beneficios irán destinados a las familias de los fotoperiodistas fallecidos por Covid mientras realizaban sus coberturas y que ahora se encuentran en riesgo de exclusión. “Entre las 300 fotografías de este libro solo hay una foto en la que sale un muerto descubierto, con el permiso de la familia. No estábamos buscando el morbo por el morbo. Nosotros somos muy cuidadosos a la hora de trabajar porque estamos acostumbrado a relacionarnos con gente que sufre (…) Es increíble que la única fotografía que tenemos del Palacio de Hielo la hiciera alguien que la filtró a un medio cuando con un fotógrafo profesional en el lugar se hubiera visto, por ejemplo, cómo los militares de la UME rendían homenaje a aquellos muertos. Y eso nunca se vio”, concluye Sánchez.

A la peligrosidad y la violencia para el ejercicio del periodismo en América Latina, ahora tenemos que sumar el Covid-19. La región es la que registra más muertes de periodistas por Covid-19 o por complicaciones derivadas de la saturación hospitalaria en esos países. Perú es el país con más periodistas fallecidos por Covid este año (135), seguido de Brasil (113) y México (89), según los datos de la ONG Press Emblem Campaign.

Como si se tratara de un conflicto bélico, durante la pandemia ha existido mucho debate sobre si mostrar imágenes con más o menos contundencia. Para la reportera mexicana Jacky Muniello, “desde el principio la libertad de expresión y el derecho a la información se convirtieron en una víctima más de la pandemia”.

El fotorreportero brasileño Felipe Dana trabajó durante la primera ola en España y, cuando el virus llegó a su país, se desplazó a Rio de Janeiro. Señala que el acceso a la información y a lo lugares, por paradójico que pueda parecer, le resultó mucho más sencillo en Brasil: “El acceso a prensa no es fácil, pero tuve más suerte en Brasil que en España”, señala. Estuvo durante meses desplazado en Manaos, la capital de la Amazonía brasileña acompañando a los trabajadores públicos en la recogida de cadáveres a pequeños pueblos que inaccesibles por carretera: “Mucha gente falleció en su casa porque no habían ido al hospital pensando que iban a coger el virus allí (…) Me sorprendió que muchas personas, incluso parientes de familiares muertos, seguían sin creer en el virus”, señala Dana.

La colombiana Lorena Velasco, que también participa en este libro, centró su proyecto fotográfico en retratar los sentimientos y las inseguridades de su hija durante el confinamiento en Popayán, la ciudad al sur de Colombia en la que viven. “Se trataba de contar lo que estaba ocurriendo dentro de las familias. La salud mental también es importante. De hecho, es un factor determinante en todo el contexto de la pandemia”, explica Velasco.

Los tres comparten la frustración que sintieron al comienzo de la pandemia cuando les era veta el acceso a hospitales, cementerios y residencias de ancianos, los lugares donde se estaban viviendo las escenas más duras. También están de acuerdo en que las autoridades y los gobiernos se obsesionaron con el control de la información provocando en un apagón informativo que ayudó a maquillar el drama diario. “La dificultad más importante ha sido la centralización de la información. La estricta coordinación informativa afectó a la libertad de prensa. En Colombia, por ejemplo, solamente el gobierno y los que ellos delegaran eran los encargados de dar cierto tipo de permisos o de información. Ese ha sido el inconveniente más importante para nuestro trabajo”.

Enlace relacionado CadenaSer.com (11/04/2021).

Información adicional